Desarrollo de mejores políticas de salud pública para el fomento de una correcta alimentación y del ejercicio físico. Esta es la principal conclusión que puede extraerse de la investigación realizada por un grupo de investigadores estadounidenses en base a la revisión de datos de más de 110.000 profesionales sanitarios participantes en dos estudios.
La investigación, liderada por la doctora Yanping Li, Ph.D., ha determinado que la adopción de hasta cinco hábitos de bajo riesgo para nuestra salud puede aumentar nuestra esperanza de vida sin enfermedades crónicas importantes a partir de los 50 años incluso en una década.
Los investigadores, tal y como recogen en Medscape, han observado que las mujeres que adoptaban entre cuatro y cinco hábitos de bajo riesgo tenían una esperanza de vida sin cáncer, enfermedades cardiovasculares o diabetes tipo 2 a los 50 años, 10 años más prolongada que aquellas mujeres que no habían adoptado ningún tipo de hábito en beneficio de su salud. En el caso de los hombres la esperanza de vida sin enfermedades se incrementa alrededor de ocho años.
Motivos por los que los investigadores instan a los gobiernos e instituciones a “promover hábitos saludables para ayudar a reducir las cargas asistenciales al disminuir el riesgo de adquirir múltiples enfermedades crónicas y prolongar la esperanza de vida sin enfermedad".
Un reto en que desempeñan un papel decisivo las políticas públicas orientadas a la mejora de la alimentación y el entorno físico, así como otra serie de políticas que luchen contra malos hábitos como el tabaquismo o el consumo de grasas trans.
No estamos ante unas recomendaciones sin más. Diversos estudios realizados en los últimos años han demostrado que, el incremento medio de la esperanza de vida, se ha traducido en un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, el cáncer o las enfermedades cardiovasculares.
"Nuestro estudio amplía hallazgos previos al evaluar en forma exhaustiva cinco factores de riesgo relacionados con los hábitos y tres enfermedades crónicas importantes en combinación, y al proporcionar estimaciones más amplias de longevidad y el número de años vividos con y sin enfermedad en relación con los factores vinculados con hábitos de forma individual y en combinación", señala la doctora Li, del Departamento de Nutrición en la Harvard T.H. Chan School of Public Health en Boston (Estados Unidos).
El incremento medio de la esperanza de vida, se ha traducido en un aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, el cáncer o las enfermedades cardiovasculares
Para su elaboración han estudiado los datos relativos a 73.196 mujeres incluidas en el Nurses´Health Study entre 1980 y 2014, y 38.366 hombres del Health Professionals Follow-Up Study, reclutados entre los años 1986 y 2014.
Todos los participantes han respondido a una serie de cuestionarios sobre variables médicas, hábitos y otros indicadores relacionados con la salud. Quedaron excluidos todos aquellos que habían sido diagnosticados con cáncer, alguna enfermedad cardiovascular o diabetes tipo 2.
Tras el análisis, los investigadores han desarrollado una puntuación de hábitos saludables sobre cinco factores: dieta (en base a la Alternate Healthy Eating Index donde una puntuación por encima del 40% indica dieta sana), tabaquismo, actividad física, consumo de alcohol e índice de masa corporal.
A los 50 años se ha observado que la esperanza de vida total se incrementó al mismo tiempo que la puntuación reportada en las valoraciones de los hábitos saludables: de 31,7 años a 41,1 años en mujeres, y de 31,3 años a 39,4 años en hombres.
La esperanza de vida reportada a los 50 años por las mujeres que no habían adoptado hábitos saludables sin cáncer, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares fue de 23,7 años, mientras que, en el caso de las que adoptaron entre cuatro y cinco hábitos saludables se elevó hasta los 34,4 años. En el caso de los hombres hablamos de 23,5 años en el primer caso y de 31,1 años en el segundo.
El estudio ha revelado que las mujeres que adoptaron entre cuatro y cinco hábitos de bajo riesgo consiguieron un incremento de 10,6 años de esperanza de vida sin ninguna de las tres enfermedades crónicas, en comparación con los 7,6 años de los hombres.
Los autores señalan que el estudio tiene un carácter observacional por lo que los resultados no pueden generalizarse por lo que justifican la necesidad del desarrollo de más estudios en este campo.