El invierno trae los catarros y resfriados, pero también los dolores musculares. Y es que el frío no solo baja nuestras defensas, sino que también provoca la contracción persistente e involuntaria de los músculos, especialmente los del cuello. Así aparecen las contracturas musculares, que si se mantienen el tiempo, se cronifican siendo más grandes y palpables al tacto (lo que coloquialmente llamamos “nudos”), lo cual implica dolor y un funcionamiento insuficiente de los músculos.
“Con la llegada del frío intenso, nos encogemos y contraemos los músculos de la espalda, y muy especialmente los que están entorno al cuello” explica Pablo de la Serna, fisioterapeuta y experto en terapia de calor. Esto, unido “a las malas posturas, las largas horas ante las pantallas y, especialmente, al uso de teléfonos móviles, hace que la musculatura sufra y aparezcan molestias cervicales y contracturas”.
El dolor que generan “puede extenderse mucho más allá del cuello y afectar a los brazos e incluso provocar dolores de cabeza”
También hay que tener en cuenta que en invierno solemos ser más sedentario. "Si a las bajas temperaturas le añadimos muchas horas en una misma posición, que además no suele ser la más saludable, es más que probable que suframos contracturas y se generen lo que conocemos como ‘nudos’”. El dolor que generan “puede extenderse mucho más allá del cuello y afectar a los brazos e incluso provocar dolores de cabeza”, afirma de la Serna.
COMBATIR LAS CONTRACTURAS
A la hora de enfrentarte al frío y a un posible desarrollo de una contractura, "lo mejor es la prevención; ser más conscientes de nuestra postura y realizar estiramientos de cuello y brazos a diario, especialmente si estamos en entornos fríos o si pasamos muchas horas sentados y frente a pantallas”.
Cuando ya se haya desarrollado el dolor no hay que resignarse. “Debemos tener en cuenta que el dolor de espalda, ya sea puntual o crónico, se puede tratar y que la medicación no es la única solución posible”, afirma de la Serna. “La fisioterapia es muy efectiva y también la terapia de calor que, en invierno, es además especialmente agradable”.
Y en el día a día, para combatir las molestas contracturas y mejorar nuestro bienestar muscular, el experto recomienda utilizar parches térmicos terapéuticos, que generan un agradable calor prolongado durante horas, aumentan el flujo sanguíneo, ayudan a la relajación de los músculos y alivian el dolor. “El calor acelera la reparación fisiológica de los tejidos dañados porque aumenta el metabolismo celular de la musculatura, favorece el aporte de oxígeno y nutrientes a las células y tejidos musculares y aumenta la velocidad de la eliminación de los metabolitos de desecho”, explica el experto. “Por ello los parches de calor son muy efectivos y la mejoría se nota en poco tiempo”.