En un nuevo paso en su estrategia de humanización de la asistencia sanitaria, la Fundación Jiménez Díaz está consolidando la cesárea natural como opción cada vez más demandada y llevada a cabo en sus instalaciones para traer un bebé al mundo, siempre que el parto vaginal no sea posible y si se cumplen los criterios necesarios para priorizarla frente a la cesárea convencional. Sus beneficios, sumados a la ausencia de riesgo adicional, la convierten en una alternativa altamente satisfactoria tanto para los padres del recién nacido como para el equipo multidisciplinar encargado del procedimiento.
“La cesárea natural, también llamada cesárea centrada en la mujer o de baja intervención, es una nueva forma de realizar esta técnica de parto en la que incorporamos las buenas prácticas aprendidas, y ya muy instauradas, del parto vaginal al nacimiento por cesárea”, explica Manuel Duárez Coronado, especialista del Servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital madrileño.
Concretamente, la técnica busca humanizar la intervención aplicando elementos naturales al proceso, lo que se traduce en una mayor participación e implicación de los padres en el nacimiento de su hijo, con la consecuente satisfacción que conlleva en ellos y el beneficio directo en la relación madre-padre-recién nacido, y en una incorporación precoz de pautas de contrastado beneficio sobre el bebé y su madre.
Las ventajas de esta técnica, que también son las características que la definen y diferencian de la cesárea convencional, son claras e innegables, tanto para la gestante como para el recién nacido, subraya el ginecólogo. Por una parte, la cesárea natural permite aplicar el protocolo piel con piel con la madre de forma totalmente inmediata al nacimiento, colocando al niño, nada más venir al mundo, una vez fuera del útero, directamente en los brazos de su progenitora.
Este tipo de cesáreas no conlleva ningún riesgo adicional postquirúrgico en cuanto a infecciones o sangrado respecto a las cesáreas convencionales
Esto repercute en un establecimiento precoz del vínculo madre-hijo, favorece el apego con ambos padres y, lo que es aún más importante, ayuda a la instauración de la lactancia materna en la primera media hora de vida del bebé, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Entre los beneficios de este procedimiento Duárez también destaca “el clampaje tardío del cordón umbilical y el hecho de que, durante la cesárea, la madre está más estable desde el punto de vista hemodinámico, lo que también favorece el puerperio, ya que la oxitocina endógena que se produce precozmente en la madre gracias al contacto temprano con su bebé, reduce el dolor intra y postoperatorio y hace que el útero se contraiga más fácilmente, y luego haya un menor sangrado en las semanas siguientes al parto”.
Pero, sin duda, uno de los mayores motivos de la creciente demanda de esta opción es la mayor y más activa participación en el proceso de ambos padres, que pueden ver cómo se produce el nacimiento mediante maniobras suaves de acompañamiento del obstetra. “Es maravilloso que puedan presenciar y tener ese recuerdo del nacimiento de su hijo, tanto la madre como para el padre, sobre todo estos últimos, que se llevan una experiencia increíble e inolvidable”, relata el especialista.
Además, los estudios realizados demuestran que este tipo de cesáreas no conlleva ningún riesgo adicional postquirúrgico en cuanto a infecciones o sangrado respecto a las cesáreas convencionales. “Podemos, por tanto, ofrecer los beneficios de este tipo de nacimiento con una seguridad extrema”, añade el ginecólogo.
INDICACIONES PARA UNA OPCIÓN QUE OPTIMIZA LA HUMANIZACIÓN DE LA ASISTENCIA
Este procedimiento, no sustitutivo del parto vaginal -que sigue siendo la opción más recomendada y segura en aquellas mujeres (la mayoría) que tienen condiciones para dar a luz de esta forma-, está a disposición de todas aquellas gestantes con contraindicación para esta primera alternativa y que tengan una cesárea programada, o bien se indique porque el proceso de dilatación previo no esté progresando adecuadamente -pero no cuando se trata de una emergencia obstétrica-, tengan bajo riesgo, tanto quirúrgico como anestésico, y haya evidencia de que el bienestar fetal está garantizado.
La incorporación de este tipo de procedimiento a la oferta del Servicio de Obstetricia y Ginecología del hospital ha sido un paso más en su apuesta por optimizar la humanización de la asistencia sanitaria a disposición de sus pacientes. Y es que en la Fundación Jiménez Díaz se permite desde hace ya una década el acompañamiento a la gestante en la cesárea convencional; una experiencia que ha sido una muy buena base a la hora de incluir en su cartera de servicios la cesárea natural, que se realiza desde que a finales de 2019 empezaron a aparecer un mayor número de publicaciones que demuestran la seguridad y los beneficios de este tipo de procedimiento.
EXPERIENCIA MUY POSITIVA PARA PROFESIONALES Y PADRES
“Nuestra experiencia en el hospital ha sido muy positiva, tanto para el equipo profesional multidisciplinar que participa en estos partos, formado por ginecólogos, anestesistas, matronas, neonatólogos, pediatras, Enfermería… como, sobre todo, para los progenitores”, reitera Duárez.
Algo que corroboran Mariana, que acaba de dar a luz por cesárea natural a su segundo hijo, que también nació por cesárea, en este caso convencional, y su marido. “En el otro parto todo fue bien, pero el primer contacto con ella fue muy breve, y luego ya le tuve que coger yo, y Mariana siempre se quedó con las ganas de haber hecho ella el piel con piel, por lo que desde que le propusieron esta opción se entusiasmó con ella. Y ahora, más todavía”, dice Darío, mirando a su segundo hijo, tranquilo, en brazos de su feliz mujer desde que ha nacido, aún en paritorio.
“Estoy fenomenal, podría quedarme una hora así”, dice por su parte la madre, recomendando la experiencia a todas las mujeres embarazadas que cumplan criterios para dar a luz por cesárea natural. “Ha sido espectacular, muy emocionante”, concluye Mariana, sosteniendo a su pequeño.