Los nuevos casos de cáncer han seguido un aumento progresivo durante los últimos años. En 2021, concretamente, aparecieron 285.530 casos nuevos, según cifras de la Asociación Española contra el Cáncer (AEEC). Estos números supusieron un aumento del 2,36% más respecto al año anterior. Es más, el cáncer se sigue constituyendo una de las principales causas de morbimortalidad del mundo.
En este aspecto, la fisioterapia resulta clave, tanto para la prevención y el tratamiento del cáncer, como para las secuelas derivadas del mismo y de sus tratamientos. Irene Cantarero, secretaría de AEF-oncología e investigadora especialista en Fisioterapia Oncológica, explica que es fundamental una valoración exhaustiva de cada persona, "que nos permita no sólo identificar, cuantificar y conocer cada síntoma, sino detectar posibles factores de riesgo que puedan tener influencia en los mismos, en su salud general y en su calidad de vida".
Por su parte, Virginia Prieto, tesorera de AEF-oncología y responsable de la Unidad de Fisioterapia Oncológica AECC de Madrid, asegura que la función más importante es la prevención a todos los niveles, es decir, "no solo de los síntomas derivados del propio cáncer, sino de las distintas terapias que se emplean para combatirlo, para maximizar en la medida de lo posible la calidad de vida relacionada con la salud. Aunque aún predominan acciones de prevención secundaria o terciaria, tenemos que seguir avanzando para consolidar intervenciones en prevención primaria".
"Aunque aún predominan acciones de prevención secundaria o terciaria, tenemos que seguir avanzando para consolidar intervenciones en prevención primaria"
La realidad es que cuando una persona se enfrenta a esta enfermedad, normalmente se centra en cómo combatirla en sí, como también ocurre en ocasiones a los profesionales que atienden el cáncer. Pero además de abordar la enfermedad, no se pueden olvidar otros aspectos que pueden influir en la gravedad y en la evolución de la misma, así como en la calidad de vida de la persona, como es el dolor, la pérdida de masa muscular, el desequilibrio hormonal, o toda la sintomatología relacionada con el cáncer.
Asimismo, junto a otros profesionales de la salud, el fisioterapeuta tiene un perfil óptimo para acompañar a las personas con cáncer en todas las etapas del proceso de la enfermedad, “dándole espacio para que tome responsabilidad en su salud”, tal y como comenta Cantarero. “Mediante el abordaje de la fisioterapia, suelen sentirse con más fuerza y motivación para afrontar el cáncer, por los beneficios que obtienen que no son solo a nivel físico, sino psicológico, social, y, por tanto, de su salud mental”.
A su vez, “se suele realizar un abordaje con una doble vertiente: una más general, que pretende mejorar la salud general, es decir, la capacidad del organismo para responder ante la agresión que puede suponer la enfermedad y todo lo que conlleva, y otra más específica, orientada a síntomas y/o problemas concretos”, añade.
UN TRABAJO GRATIFICANTE
Aunque la fisioterapia oncológica es una rama de esta especialidad muy dura, no hay mucha formación y en algunas ocasiones los profesionales no están muy preparados para algunas situaciones, sobre todo emocionales, Cantarero asegura que “recompensa enormemente observar los cambios positivos en el bienestar de los pacientes”. “Sientes la satisfacción de ayudar a personas en un momento complejo, en el que se sienten perdidos, incomprendidos y a veces desatendidos desde los equipos sanitarios”, añade.
En sus años de experiencia, Prieto tiene claro lo que para ella es más gratificante: “Que los pacientes se sientan muy agradecidos por el hecho de atender aspectos de su enfermedad que ni siquiera se sabe que pueden ser tratados, y sobre todo tener conocimiento sobre estos, para entenderlos y abordarlos de forma correcta, a través de la educación terapéutica”
"Recompensa enormemente observar los cambios positivos en el bienestar de los pacientes"
Lo cierto es que entre el fisioterapeuta y el paciente se establece un vínculo en el que se terminan generando lazos de confianza e incluso “de confraternización”. “Es un momento complejo a nivel tanto emocional como físico, y los fisioterapeutas somos uno de los profesionales sanitarios que más tiempo pasa junto a ellos durante las diferentes etapas. Esta confianza que se crea tiene una gran influencia en el proceso terapéutico y nos permite además orientar a los pacientes con base científica sobre la selección de la información adecuada para cada caso”, explica Virginia.
Ante estas diversas aportaciones que el fisioterapeuta ofrece a los enfermos oncológicos, que tienen como finalidad mejorar o restablecer su calidad de vida, en la actualidad cada vez hay más unidades de Fisioterapia Oncológica tanto en el ámbito de la sanidad pública como privada que prestan asistencia a estos pacientes.