La vuelta a la normalidad puede ser una gran oportunidad para hacer cambios en nuestros hábitos de vida, que son la herramienta más efectiva para abordar la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, entre muchas otras. También reducen nuestra situación de vulnerabilidad ante una eventual infección, como la del coronavirus SARS-CoV-2.
Además de seguir una alimentación variada y equilibrada y llevar unos patrones de descanso y trabajo adecuados, “la actividad física se posiciona como el principal antídoto frente a la obesidad, el sobrepeso y sus consecuencias metabólicas (resistencia a la insulina, disfunción endotelial, inflamación crónica, etc), que se manifiestan en las enfermedades crónicas más vinculadas a riesgo de hospitalización, necesidad de UCI y mortalidad por la Covid-19. Y entre esas enfermedades se encuentran las cardiovasculares”, explica la Dra. Amelia Carro, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y vocal de la Asociación de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la SEC.
“Existen muchos determinantesque condicionan el inicioo reanudación de la actividad física”
Por eso, tanto la SEC como la Fundación Española del Corazón (FEC) valoran de forma positiva que se haya concedido un rol importante a la actividad física durante la salida del confinamiento, aunque piden prudencia y responsabilidad en el inicio o reanudación de la actividad física.
¿CÓMO INICIAR O REANUDAR LA ACTIVIDAD FÍSICA?
“Existen muchos determinantesque condicionan el inicio o reanudación de la actividad física y, aunque podríamos separar innumerables categorías de individuos, podemos simplificar estableciendo tres grandes grupos”, apunta la experta en cardiología del deporte.
Se aconseja un regreso progresivo y gradual a la actividad física
En el primero se encuentran todos aquellos que tengan una enfermedad crónica de base o que hayan padecido la Covid-19. “En este caso, el objetivo de la actividad física debe ser prevenir secuelas por inactividad, contribuir a la estabilidad de sus procesos de base y rehabilitar posibles secuelas de estos”, detalla la Dra. Carro.
En el segundo están todos aquellos sin enfermedades crónicas conocidas y sin antecedentes de la COVID-19. “El fin en este grupo es un ejercicio físico para la salud; mantener un grado de forma física por salud y bienestar”, expone Carro.
En el tercero se sitúan todos aquellos deportistas que enfocan sus entrenamientos a objetivos de competición.
Partiendo de esta primera clasificación se pueden dar unas recomendaciones generales orientadas en tres tiempos:
- Predisposición: el primer paso a considerar es la necesidad de una valoración médica previa. “En concreto, entre los que tienen una patología crónica de base o han padecido la Covid-19 hay que asegurarse de que la enfermedad de base está estabilizada y de la ausencia de síntomas”, detalla la Dra. Carro.
- Planificación: la segunda fase corresponde a asegurar la preparación adecuada antes de cada sesión. “Esto implica hacer un ‘check-list’ que cubra necesidades y prevea cualquier eventualidad”, explica la Dra. Carro.
- Acción: Una vez iniciamos o reanudamos la actividad física lo más adecuado es ponerse en las manos de un profesional.
En este sentido, Lucía Guerrero, Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y colaboradora de la FEC, explica que “los que nunca habían realizado ejercicio antes del confinamiento deben comenzar con programas que garanticen la participación a lo largo del tiempo, es decir, sencillos, accesibles, fáciles de realizar, realistas y alcanzables”. Lo ideal es realizarlos todos o la mayoría de los días de la semana, con una duración de 20-30 minutos.
Durante la sesión es importante seguir las directrices específicas para la Covid-19
Los que siempre hayan realizado ejercicio físico, pero durante el confinamiento han estado inactivos deben saber que “la reducción de los niveles de actividad física conduce principalmente a la disminución de la aptitud neuromuscular y cardiorrespiratoria”. Así, la experta aconseja un regreso progresivo y gradual.
Aquellos que hayan seguido entrenando en su domicilio también deben comenzar gradualmente, “evitando volúmenes e intensidades elevadas en las primeras semanas de ejercicio”, dice Guerrero, quien remarca también la importancia de los ejercicios de fuerza: “Además de contribuir a la reducción de caídas, fracturas y al mantenimiento de la autonomía e independencia funcional, el entrenamiento de fuerza se asocia a la mejora de los factores de riesgo cardiovascular tales como la presión arterial, la grasa corporal o lípidos en la sangre y la reducción de la resistencia a la insulina”.
Durante la sesión, es importante seguir las directrices específicas para la Covid-19 (correr en paralelo, evitar el efecto estela o rebufo, etc.) e identificar síntomas de alarma, deteniéndose inmediatamente en caso de presentarlos.