A lo largo del embarazo, contrario a lo que la mayoría de personas suele pensar, pueden ser recetados ciertos tipos de fármacos. Estos se prescriben en función de su seguridad, pero la dificultad para realizar estudios de los efectos de medicamentos en embarazadas hace que se valoren mediante estudios observacionales. Por ello, en algunas ocasiones se descubren efectos secundarios nuevos en determinadas mujeres.
Recientemente, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) recomendó nuevas medidas para evitar la exposición de los niños a medicamentos que contienen topiramato en el útero. Esto se debe a que ha sido asociado a problemas de desarrollo neurológico, discapacidad intelectual, riesgo de desarrollar trastorno del espectro autista o trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
“Realmente el topiramato no supone un problema importante, porque no es de los más usados y hay otras opciones”, explica para ConSalud.esFernando Bugatto, de la sección de Medicina Prenatal de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Sin embargo, las alternativas son fármacos más modernos, lo que implica que cuentan con un menor tiempo de uso.
Fernando Bugatto: “Realmente el topiramato no supone un problema importante, porque no es de los más usados y hay otras opciones”
Los medicamentos que contienen topiramato se utilizan en la UE para el tratamiento de la epilepsia y la prevención de la migraña. A pesar de ello, según apunta el experto, en la mujer epiléptica es mucho más importante tomar ácido fólico en los dos o tres meses anteriores a la concepción "para prevenir condiciones como la espina bífida”.
Los medicamentos empleados durante el embarazo se clasifican en función con su seguridad, gracias a un sistema de clasificación elaborado por la Food and Drugs Administration americana (FDA). “La FDA utiliza una clasificación desarrollada en 1979 como respuesta a la tragedia producida por el uso de talidomida en embarazadas. Esta clasificación es, quizás por su simplicidad, la más conocida y aplicada a nivel mundial”, explica Fernando Bugatto.
Así, en función de los riesgos, los fármacos se dividen en A, B, C, D, o X. En este sentido, los “A” hacen referencia a aquellos que son totalmente inocuos, de los cuales hay muy pocos. A su vez, los “X” son aquellos completamente contraindicados para la mujer embarazada. La mayoría de los que se recetan son los clasificados en “B” o “C”.
El problema de la seguridad de los medicamentos durante el embarazo radica en que la mayoría de fármacos atraviesan la barrera de la placenta. Además, el feto puede ingerir el fármaco o sus metabolitos a través del líquido amniótico.
Las consecuencias de la toma de medicamentos, a su vez, dependen del momento de la gestación en el que se encuentre la mujer. En este aspecto, el periodo más sensible es de la segunda a la décima semana (periodo de organogénesis), "ya que es el momento en el que se están formando la mayoría de los órganos del feto", añade el experto. Esto puede dar lugar a malformaciones importantes.
Esta situación hace que toda decisión de iniciar un tratamiento con medicamentos durante la gestación deba pasar por una valoración individual de cada caso. Así, la valoración debe tener en cuenta tanto los beneficios que se pueden obtener, como los riesgos y las alternativas terapéuticas. Además, se deben analizar también las consecuencias de no prescribir ese tratamiento.
Fernando Bugatto: “La embarazada supone un problema a la hora de hacer estudios, por lo que la mayoría de estudios que hay son observacionales”
La información disponible sobre riesgos de los medicamentros, sin embargo, es limitada, debido a que la información procede de estudios epidemiológicos o realizados en animales por motivos éticos y legales. “La embarazada supone un problema a la hora de hacer estudios, por lo que la mayoría de estudios que hay son observacionales”, explica Fernando Bugatto.
De este modo, existen medicamentos comercializados sobre los que no se dispone de información completa para recomendar o contraindicar su uso durante el embarazo. “Por ello, la valoración de su beneficio y riesgo se deberá realizar de forma individualizada por el médico”.
Las embarazadas suelen preguntarse qué medicamentos pueden tomar realmente, incluso cuando los fármacos han sido recetados por su médico de cabecera, según apunta el experto de la SEGO. “Hasta que tú no la ves, no se queda tranquila”, argumenta. Ante esto, el experto hace un llamamiento a la calma, pues “existen muchos fármacos, por ejemplo antibióticos, que se pueden tomar sin ningún problema. El riesgo existe siempre, pero no solo para las embarazadas, sino para cualquier persona que se toma un fármaco. En general son bastante seguros, aunque no inocuos”, concluye.