Aunque a simple vista pueda parecer que poco o nada tienen que ver, lo cierto es que la falta de horas de sueño está íntimamente relacionada con una mala alimentación. Por eso, de cara al Día Nacional de la Nutrición, que se celebra este martes 28 de mayo, la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) recuerda la importancia de mantener unos buenos hábitos en estos dos aspectos para mantener un correcto nivel de calidad de vida y de bienestar general.
Y es que, señala el Dr. José Manuel Fernández, coordinador del Grupo de Trabajo de Nutrición de SEMERGEN, la falta de sueño se ha llegado a relacionar con disfunción inmune y neurocognitiva, diabetes, sobrepeso, obesidad, estrés, accidentes y, “de manera importante”, con un mayor riesgo de presentar problemas cardiovasculares”. En concreto, explica el experto, los nutrientes que consumimos influyen en la estructura y calidad de nuestro sueño, mientras que el sueño afecta a las hormonas del apetito.
“Nuestra alimentación y nuestros patrones de sueño están estrechamente vinculados y juntos juegan un papel decisivo en nuestra salud física y mental"
Dentro de estas hormonas están la grelina, que aumenta el hambre, y la leptina, que ayuda a sentirse satisfecho. “La falta de sueño puede desequilibrar estas hormonas, aumentando los antojos y la tendencia a consumir alimentos más calóricos o ricos en azúcares y grasas. Como médicos de familia, tenemos una posición única para observar y tratar los patrones de vida de nuestros pacientes. Es imperativo que eduquemos sobre la importancia de estos dos hábitos, no solo individualmente, sino también en cómo se entrelazan", explica el doctor Fernández.
“Actualmente hay una tendencia a dormir menos horas, lo que, según diferentes estudios, está relacionado con el aumento de la obesidad. La reducción del sueño afecta a las hormonas reguladoras del apetito, provocando un incremento de la sensación de hambre y una tendencia a elegir alimentos menos saludables. Igualmente, al estar más cansados se reduce el ejercicio físico y aumenta el sedentarismo”, apunta por su parte la Dra. Susana Primo, miembro del Grupo de Trabajo de Nutrición de SEMERGEN.
"Como médicos de familia, es imperativo que eduquemos sobre la importancia de estos dos hábitos, no solo individualmente, sino también en cómo se entrelazan"
Por eso, José Manuel Fernández aboga “porque la sociedad en general comprenda la importancia de estos dos aspectos de salud”. “Nuestra alimentación y nuestros patrones de sueño están estrechamente vinculados y juntos juegan un papel decisivo en nuestra salud física y mental. No solo se trata de comer bien o dormir el número de horas recomendado, sino de cómo estos elementos interactúan entre sí”, explica el experto de SEMERGEN, que da una serie de recomendaciones para integrar dichos aspectos en la vida diaria.
Por ejemplo, evitar los alimentos ricos en aminoácidos tirosina y fenilalanina a últimas horas de la noche, como la carne roja, los huevos y el jamón, o ricos en vitamina C, como el kiwi o las naranjas; o consumir una dieta rica en nutrientes esenciales como el magnesio y el triptófano -precursor de melatonina y serotonina- por la tarde-noche, así como lácteos, plátanos, carne, pescado azul o frutos secos (nueces) o hidratos de carbono de absorción lenta, como la miel en pequeña cantidad, ya que pueden promover un mejor patrón del sueño.