Se estima que en los países desarrollados el 50% de los pacientes crónicos no cumplen con las pautas terapéuticas. Se trata de un problema complejo y muy prevalente que se asocia a una disminución de la calidad y esperanza de vida del paciente, a un peor control de la enfermedad y al incremento de las complicaciones, según datos de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac).
Hasta el 40% de los pacientes pluripatológicos de Atención Primaria presentan tres o más enfermedades crónicas y, de éstos, el 94% están polimedicados. Muchos de estos pacientes además están envejecidos. Como señala el autor de un estudio publicado en ‘Revista de la OFIL' en 2020, la falta de adherencia es un problema que se da principalmente en estos pacientes, una situación que no está bien documentada, “a pesar de ser una de las principales causas de morbilidad”, como señala el estudio.
En enfermedades como la depresión se estima que el 72% de los pacientes no cumplen con el tratamiento
El estudio señala que en el riesgo de abandono en hombres es significativo entre los 76 y los 85 años, mientras que las mujeres tienen más riesgo cuando tienen entre 81 y 85 años. “Existen un mayor riesgo de interrupción del tratamiento, en hombres con cuadros hipertensivos, hiperlipemias y los neuro-psiquiátricos, mientras que en las mujeres solo se detectó riesgo significativo en las hiperlipemias, habiéndose comprobado que en enfermedades crónicas complicadas existe un menor riesgo de abandono, interrupción o alteración de las dosis de los tratamientos”, añade la investigación.
“El porcentaje varía mucho de unas patologías a otras”, añade a Consalud.esEugenia García, farmacéutica comunitaria y autora de la guía Dispensación, adherencia y uso adecuado del tratamiento. Por ejemplo, indica la experta, en enfermedades como la depresión se estima que el 72% de los pacientes no cumplen con el tratamiento, mientras que para los paciente de cáncer o VIH las tasas de no adherencia son entorno al 30% y 20% respectivamente.
Influyen muchos factores: la edad y condición del paciente y su patología, ya comentados; el número de medicamentos y la complejidad de las pautas terapéuticas; su entorno familiar y social, y el sistema sanitario y su relación del paciente. Son pacientes que se pueden no iniciar el proceso por voluntad propia; otros son escépticos con el tratamiento y deciden voluntariamente modificarlo a su antojo o no tomarlo; los hay que banalizan su estado de salud y no son conscientes de sus necesidades, “en estos casos suele ser un adulto joven, con una sola patología y un único tratamiento”, incide la experta; y también está el paciente confundido, “un anciano, polimedicado, muy dependiente, con conocimientos escasos sobre su proceso patológico que de manera involuntaria no sigue lo prescrito por el médico, porque lo ha olvidado o porque no sabe lo que debe hacer”.
AUMENTAR EL PORCENTAJE DE ADHERENCIA
La adherencia “va mas allá de la simple toma de medicación por parte del paciente. Abarca su grado de implicación y compromiso con su enfermedad y su tratamiento e incluso su relación con los profesionales sanitarios que lo tratan. Cada vez que un paciente debe tomarse un medicamento, realiza un balance beneficio/riesgo sobre la necesidad de tomar la medicación para mantener la salud y las preocupaciones asociadas a su toma. La decisión final que tome dependerá de su capacidad y voluntad de gestión de la enfermedad y el resultado será la toma o no del medicamento”, indica Eugenia García.
¿Cómo reducir la no adherencia? “El momento clave es la pequeña entrevista que realiza el farmacéutico en el mostrador, durante la dispensación de la medicación. Lo normal es detectarlo cuando el paciente directamente rechaza llevarse alguno de los medicamentos prescritos o cuando el farmacéutico le pregunta ¿cómo le va la medicación?”, explica García. Los profesionales de Farmacia realizan atenciones más personalizadas donde revisan la toma de la medicación y las preocupaciones que le genera al paciente con el objetivo de encontrar las posibles causas de la adherencia y su resolución. “En ocasiones con esa intervención sería suficiente, pero en otros casos, a petición del paciente o del farmacéutico, se establece un calendario de citas de seguimiento”.
La clave es la personalizar el trato. “Mejorar la comunicación con el paciente es clave, ya que debe sentirse cómodo con nosotros para poder preguntarnos sus inquietudes o dudas al respecto”, manifiesta Eugenia García. Otra idea es educar al paciente sobre la enfermedad que padece y el medicamento que toma, pastilleros organizados por el propio paciente o la farmacia, mejorar el soporte social con la implicación de los familiares y los cuidadores y “ponernos en contacto con su médico para sugerirle cambios en la pauta posológica, que vayan en el sentido de su simplificación (menos pastillas o menos veces al día) o mayor aceptación por parte del paciente (más fáciles de tomar, compatibles con sus horarios y estilo de vida…)”. “Hay muchas maneras de reconducir la no adherencia y reducir la presencia de este problema complejo”, concluye García.