La exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia (CEM-RF), a los niveles habituales de exposición, no supone un riesgo para la salud humana. Esta es la conclusión principal que se extrae del último ‘Informe sobre Radiofrecuencias y Salud (2020-2022)’ presentado por el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS). Ni el cáncer, ni las cefaleas, ni la esterilidad pueden relacionarse a día de hoy con la exposición a CEM-RF.
Se trata del séptimo informe presentado por este comité que tiene como objetivo, desde sus inicios, “facilitar la información científica relativa a los posibles efectos de las antenas, móviles, Wi-Fi y todo aquello que utilice radiofrecuencia sobre la salud humana”, comenta en declaraciones a ConSalud.esAlberto Nájera, director científico del CCARS y coordinador del informe. En cinco apartados, esta revisión analiza la relación entre los CEM-RF y el cáncer, la fertilidad, las cefaleas, el insomnio y la ausencia de reconocimiento de la hipersensibilidad electromagnética como enfermedad. Y de todos ellos, Nájera extrae un mensaje clave: “A los niveles habituales de exposición a radiofrecuencias no existen efectos negativos en la salud”.
Sin embargo, este miedo irracional a sufrir alguna de estas enfermedades por la exposición a la radiofrecuencia apareció hace más de 30 años, cuando el cónyuge de una mujer que padecía cáncer cerebral achacó la enfermedad al uso de la telefonía móvil, como explica Nájera. “Fue la semilla que empezó a sembrar la duda sobre los posibles efectos de los campos electromagnéticos de radiofrecuencia”, asegura.
“Hay más casos donde hay más población, no donde hay más antenas”
Estos mensajes han calado a lo largo de la historia de la ciencia. “Cuando las personas ven casos de cáncer alrededor de una antena, echan la culpa a la antena”, sostiene el científico, cuando en realidad la detección de enfermedades a ritmos vertiginosos viene dada por las mejoras en el diagnóstico, como asegura el informe de principio a fin. Además, reitera el experto: “Hay más casos donde hay más población, no donde hay más antenas”.
“Aunque a las intensidades que trabajan en condiciones normales es muy improbable que se produzcan efectos, el riesgo de cáncer por radiofrecuencias está descartado”, insiste el coordinador del informe. “Tampoco existe relación en los estudios de fertilidad y desarrollo fetal”, añade, “ni tampoco se ha demostrado una relación causal con la hipersensibilidad electromagnética”.
No existe una relación causal porque, en ese caso, deberían haber aumentado los casos a partir del despliegue de la telefonía móvil
En cualquier caso, si existiese una relación causal, se esperaría que la aparición de enfermedades presentase una tendencia creciente a partir del despliegue de la telefonía móvil. En cambio, como muestra el informe, en el caso del cáncer ocurre todo lo contrario. La tendencia de los gliomas aumenta hasta 1998, momento en el que se mantiene estable hasta el final del periodo.
Si hablamos de la relación con la fertilidad masculina, en los niveles de testosterona y otras alteraciones, tampoco se puede hablar de una relación causa y efecto, detalla el científico. Asimismo, las investigaciones que relacionan los CEM-RF con posibles alteraciones en mujeres embarazadas y el desarrollo posterior del niño tampoco son concluyentes.
Por último, la cefalea o el insomnio no pueden relacionarse con la exposición a radiofrecuencias, ya que son síntomas de múltiples factores, como por ejemplo la alteración del descanso que señala el experto por un uso más prolongado de la telefonía móvil y no por la cercanía con antenas, señales Wi-Fi o redes 5G.
Gracias a esta revisión, se ha avanzado en la comprensión de los posibles efectos de los CEM-RF, incluyendo carcinogenicidad y genotoxicidad, aunque los resultados de los estudios experimentales in vivo e in vitro son variados y algunos no concluyentes. Sin embargo, el informe concluye que, según el conocimiento actual, no hay un vínculo demostrado entre la exposición a CEM-RF y riesgos significativos para la salud, pero destaca la importancia de continuar la investigación, especialmente en tecnologías emergentes como el 5G, y la necesidad de estrategias de comunicación efectivas para abordar las preocupaciones del público.