Dicen que los padres tienen la capacidad de elegir por sus hijos cuando todavía son menores. También que están en todo su derecho de compartir imágenes de sus hijos, o no, por redes sociales. Son los mismos que acompañan a sus hijos cuando están enfermos, y más están a su lado cuando la enfermedad causa muchos daños o tiene altas tasas de mortalidad, como ocurre con el cáncer. En este caso, los adultos son quienes tienen un teléfono en el bolsillo, quienes hacen una foto y deciden compartirla.
En los útlimos tiempos, las redes sociales se han convertido en un canal donde la gente puede desahogarse y visibilizar ciertas enfermedades afecte a quien afecte. Sin embargo, Tania Estape, presidenta de la Sociedad Española de Psicooncología y coordinadora de Psicooncología de la fundación FEFOC, muestra la otra cara de compartir imágenes de los más pequeños cuando están pasando por esta patología. “En oncología estamos viendo muchas imágenes en las redes que personalmente pienso que no se debería hacer, porque le estás diciendo al público que ese niño tiene cáncer y no le has dado la oportunidad de que cuando él sea mayor se lo explique a quien quiera”.
“Hay personas que han pasado el cáncer y me dicen que se han sentido muy violentadas porque se han encontrado con alguien por la calle y le han preguntado por su cáncer, cuando esa persona no era ni amigo ni conocido. Al final esto son cosas que cada uno debe decidir a hacer por sí mismo cuando tenga la capacidad de hacerlo”, sigue contando la experta.
"Un cáncer es algo que cada uno debe decidir a hacer por sí mismo cuando tenga la capacidad de hacerlo"
Antes, el cáncer era una palabra que no se podía nombrar. Mucho menos si hacía referencia a un niño. Es más, tal y como cuenta la psiconcóloga, “cuando yo empecé en esta profesión, se ocultaba la enfermedad. Y no hace tanto tiempo de eso. Ahora parece que si no lo cuentas a los cuatros vientos eres sospechoso de que quieres ocultarlo. Son dos extremos que no deberían existir. Esto es un proceso largo, y cada uno debe explicarlo cuando quiera hacerlo”.
Lo cierto es que, para nadie es agradable pasar un cáncer. Se convierte en una situación que nadie sabe gestionar porque algo que te va a acompañar toda la vida. “El cáncer infantil deja muchas secuelas, si no son físicas, son neuropsicológicas, personales y relacionales. Es decir, son personas que después de superarlo les da vergüenza ir a la playa porque tienen una cicatriz o porque la quimioterapia les ha afectado de alguna forma”, cuenta la presidenta de FEFOC.
“Tenemos pacientes mayores y adolescentes que han tenido cáncer de niños y conocemos toda la problemática relacional, como las dificultades para tener pareja porque tenían vergüenza debido a las secuelas y en este caso, es la persona la que debe decidir si quiere contar el por qué de esas secuelas. En el caso de los adolescentes, pueden llegar a la universidad y que sus compañeros les digan que le han visto años anteriores en las redes sociales. Por eso, creo que exponer un niño con cáncer en las redes sociales es algo que no se debería hacer, porque le ha quitado al futuro adulto la posibilidad de explicarse él mismo”.
“Este tema es algo que debatimos desde hace tiempo los psicooncólogos, porque te dicen ‘mi hijo sale de espaldas’, pero sale su nombre, tu apellido y hay cosas que se exponen en las redes sociales que van a estar para siempre ahí y que cualquier buen informático te lo recupera. El protagonista de esta historia es el hijo y estás mostrando su día a día. El padre es el que ha elegido esto pero a la vez le está quitando una parte de su intimidad muy grande. Pero la gente no lo ve así”, termina explicando.