El SARS-CoV-2 ha modificado por completo nuestras vidas. Las medidas de prevención como el distanciamiento social o el uso de mascarillas están ya implementados en nuestros reducidos hábitos sociales y, el frecuente lavado de manos, junto con el uso de geles desinfectantes, se ha extendido como una de las pautas más acertadas a la hora de evitar nuevos contagios. Unas medidas que, aunque convivimos con ellas desde hace casi ya un año, continúan generando algunos problemas. Especialmente en el caso de los más pequeños.
Un reciente estudio recogido por JAMA Ophthalmology informa de un aumento de las lesiones oculares en niños por contacto inadvertido con desinfectantes de manos fabricados con base de alcohol. La investigación revela un aumento de hasta siete veces de los problemas por exposición ocular de los niños a estos productos en 2020, con el correspondiente incremento en las cirugías requeridas para solucionar los posibles problemas derivados de estas exposiciones.
Se pide a los padres que, en caso de producirse esta situación, se valore un examen visual, aunque a primera vista no parezcan haberse producido lesiones graves. El diagnóstico temprano es vital a la hora de evitar lesiones a largo plazo
Las lesiones químicas varían en gravedad, desde leves y autolimitadas hasta graves que pueden comprometer el globo ocular. Un reciente trabajo publicado en The Journal of Cornea and External Disease sugiere que la inflamación del segmento posterior del ojo puede acompañar a las lesiones químicas producidas en la superficie ocular, lo que agrava más la amenaza para la agudeza visual.
Ante la expansión del uso generalizado de geles hidroalcohólicos y otros desinfectantes de manos que proliferan en lugares públicos, no es inesperado que los niños se sientan atraídos por estos. Los expertos consideran que muchos de estos dispensadores parecen estar diseñados inadvertidamente para que facilitar el contacto de los ojos de los más pequeños.
Este tipo de productos van a continuar acompañándonos durante mucho tiempo por lo que los autores del estudio recalcan la necesidad de educar a los más pequeños en las correctas pautas para su uso y alertar de los peligros que supone emplearlos de forma incorrecta. Recomiendan además medidas de educación pública centradas en el rediseño de los dispensadores, siempre que sea posible.
En este sentido recalcan que deberían colocarse junto a estos carteles con advertencias sobre el peligro que supone el contacto de estos geles con los ojos. En caso de que el gel entre en contacto con los ojos de un niño se recomienda limpiar la zona con abundante agua limpia tras la exposición química. Se pide a los padres que, en caso de producirse esta situación, se valore un examen visual, aunque a primera vista no parezcan haberse producido lesiones graves. El diagnóstico temprano es vital a la hora de evitar lesiones a largo plazo provocadas por los productos químicos.