Un grupo de investigadores dirigido por la doctora Sarah Cassidy, experta en autismo y en la prevención de enfermedades mentales, y el profesor Simon Baron-Cohen del Centro de Investigación sobre el Autismo de la Universidad de Cambridge, han sido los primeros en examinar la posible relación existente entre el autismo y los rasgos autistas y las personas que mueren por suicidio en Reino Unido.
Para ello han analizado los registros forenses de 372 personas que se suicidaron y han completado esta información con entrevistas a sus familiares. Los resultados de la investigación han sido publicados en British Journal of Psychiatry.
Los investigadores han hallado que el 10% de los que murieron por suicidio presentaban evidencia de rasgos autistas elevados, lo que indica probablemente autismo no diagnosticado. Esto es 11 veces más alto que la tasa de autismo en Reino Unido.
En primer lugar, los autores de este trabajo examinaron las investigaciones forenses de cada una de las muertes por suicidio con el objetivo de identificar rasgos autistas que indicasen un posible autismo no diagnosticado. Después, un investigador independiente verificó la evidencia para asegurar que las decisiones que se tomaban sobre cada caso en el desarrollo de la investigación eran confiables.
Se realizaron 29 entrevistas con familiares de los fallecidos para recopilar mayor evidencia sobre posibles rasgos autistas elevados en los fallecidos. Tras estas entrevistas se encontraron evidencias de rasgos autistas elevados en más personas que murieron por suicidio (41%) que supone 19 veces más que la tasa de autismo de Reino Unido.
Tal y como informa la Universidad de Cambridge a través de un comunicado, investigaciones anteriores desarrolladas por el mismo equipo, han demostrado que hasta el 66% de los adultos autistas han pensado en quitarse la vida y el 35% han intentado suicidarse.
Hasta el 66% de los adultos autistas han pensado en quitarse la vida y el 35% han intentado suicidarse
En Reino Unido alrededor del 1% de la población es autista. A pesar de este bajo porcentaje llama poderosamente la atención que hasta el 15% de las personas ingresadas en hospitales tras un intento de suicidio tienen un diagnóstico de autismo. Investigaciones anteriores también han encontrado que tanto las personas autistas diagnosticadas como aquellas con rasgos autistas elevados son más vulnerables a problemas de salud mental, pensamientos y comportamientos suicidas. La nueva investigación va más allá al examinar los registros del forense relacionados con personas que han terminado con su propia vida.
“A muchos adultos en Reino Unido les resulta muy difícil obtener un diagnóstico de autismo, así como el apoyo adecuado una vez son diagnosticados. Nuestro estudio muestra que las personas autistas no diagnosticadas podrían tener un mayor riesgo de morir por suicidio”, declara la doctora Cassidy.
“Es urgente que se mejore el acceso a un diagnóstico de autismo y se garantice el posterior apoyo. Esta es la máxima prioridad de la comunidad de autistas para la prevención del suicidio, y debe ser abordada de inmediato por los comisionados de servicios y los formuladores de políticas”, agrega.
“Incluso un solo suicidio es una tragedia terrible para la persona y una pérdida traumática para sus familiares y amigos. Las tasas de suicidio son inaceptablemente altas en las personas autistas y la prevención del suicidio debe ser el objetivo número uno para reducir el preocupante aumento de mortalidad en personas autistas”, apostilla el profesor Baron-Cohen.
El experto afirma que las personas autistas “en promedio, mueren 20 años antes que las personas sin autismo”, destacando en esta elevada tasa de mortalidad el suicidio y la epilepsia.
Este estudio destaca la necesidad de que los médicos forenses comiencen a recopilar sistemáticamente evidencia de autismo y rasgos autistas en las investigaciones, para ayudar a prevenir futuras muertes. También existe una necesidad urgente de trabajar con la comunidad de autistas para codiseñar servicios de prevención del suicidio.