Todas las personas tenemos cierto grado de estrés ya que se trata de una respuesta natural generada por nuestro organismo ante ciertas amenazas o estímulos. La forma en la que cada uno de nosotros reaccionamos al estrés afecta a nuestro bienestar ya que tiene implicaciones tanto a nivel físico como mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que “es positivo tener un poco de estrés, pues nos ayuda a realizar actividades diarias, pero cuando pasa a ser excesivo, sus consecuencias físicas y psíquicas pueden ser perjudiciales”.
Precisamente sobre las consecuencias negativas que el estrés tiene en nuestra salud ha aumentado significativamente la evidencia científica en los últimos años. Recientemente la revista JAMA Network Open publicaba los resultados de un estudio que sugiere que las personas que presentan niveles elevados de estrés tienen más probabilidad de experimentar una disminución de su función cognitiva. Hecho que puede afectar a algunas de sus capacidades como los recuerdos, concentración o su rapidez a la hora de adquirir nuevos conocimientos.
La investigación que nos ocupa ha focalizado la atención en cómo el estrés percibido puede tener consecuencias fisiológicas y psicológicas a largo plazo e, incluso, ha demostrado que puede ser un factor de riesgo modificable para la enfermedad de Alzheimer y las demencias relacionadas. Para ello se ha contado con una muestra de 24.448 sujetos de 45 años en adelante (59,9% mujeres) reclutados en Estados Unidos entre los años 2003 y 2007 a los que se les realizó un seguimiento anual. Los datos fueron recogidos mediante consultas telefónicas, cuestionaros y exámenes domiciliarios. El análisis estadístico se realizó entre mayo de 2021 y marzo de 2022.
Profundizando en los datos vemos que 5.589 participantes (22,9%) informaron de niveles elevados de estrés. Los niveles elevados de estrés percibido se asociaron con probabilidades hasta 1,37 veces mayores de tener una mala cognición después de realizar los ajustes en base a diversas variables sociodemográficas, factores de riesgo cardiovascular y depresión.
Los niveles elevados de estrés percibido se asociaron con probabilidades hasta 1,37 veces mayores de tener una mala cognición después de realizar los ajustes en base a diversas variables
“Este estudio sugiere que existe una asociación independiente entre el estrés percibido y el deterioro cognitivo tanto prevalente como incidente”, exponen los autores. “Los hallazgos sugieren la necesidad de exámenes regulares e intervenciones específicas para el estrés en los adultos mayores”.
Sobre este trabajo es importante destacar que el 41,6% de los participantes eran negros ya que la investigación tiene entre sus objetivos principales comprender las disparidades en la salud cerebral en este grupo poblacional en el sur de Estados Unidos conocido como el “cinturón de los accidentes cerebrovasculares”. Los responsables inciden en que las personas negras se enfrenan a un mayor número de factores estresantes crónicos como la discriminación, lo que sugiere que los altos niveles de estrés percibido aumentan el riesgo de deterioro cognitivo independientemente de la raza.
El estrés percibido es un factor de riesgo modificable común y no son pocos los estudios que sugieren que los niveles aumentan a medida que se incrementa la edad. “Este estudio de cohortes sugiere que los niveles elevados de estrés están asociados tanto con el deterioro cognitivo prevalente como con el deterioro cognitivo frecuente e incidente, y que la asociación no varía según la edad, la raza o el sexo”.
Los responsables de este trabajo consideran que sus resultados podrían tener importantes implicaciones clínicas, como la detección periódica del estrés en los adultos mayores de alto riesgo ante los primeros signos de deterioro cognitivo en las consultas de Atención Primaria, por ejemplo.
“Se necesita más investigación para explorar los mecanismos subyacentes de esta asociación observada y para desarrollar programas de detección de intervenciones específicas para reducir el estrés entre los adultos mayores en riesgo de deterioro cognitivo”, concluyen los autores.