La era de la digitalización en la que nos encontramos avanza a un ritmo sin precedentes, en el que todavía no se conoce con exactitud el impacto que esto tiene en la salud mental y el bienestar emocional de la ciudadanía. Un impacto que, además, es todavía mas preocupante en los jóvenes en el caso del uso de las redes sociales. Pese a ello, parece que la sociedad española ha tomado conciencia de todos estos riesgos y, de hecho, reclama más seguridad en este sentido. Así se desprende del último análisis 'Sociedad Digital 2024' del Ministerio para la Transformación Digital.
No en vano, una de las principales conclusiones del estudio es precisamente la persistencia de una "preocupación generalizada por el tiempo excesivo que los menores usan dispositivos electrónicos, lo que puede afectar negativamente a su salud". De esta manera, queda reflejado cómo la sociedad estaría especialmente preocupada por estas tecnologías en las edades más tempranas, lo que se une a un incremento del miedo sobre el riesgo que sufren los niños de sufrir violencia o acoso en línea.
En concreto, el 84,4% de la población está muy o bastante de acuerdo con las consecuencias perjudiciales que esto tiene para la salud de los pequeños. Obesidad infantil, ansiedad, miopía... son algunos de los riesgos que la sociedad percibe para los niños que más horas pasan delante de un ordenador o de un teléfono móvil. Esta creencia además ha aumentado con el tiempo: casi un 1,5% sólo en el último año.
Existe una preocupación generalizada por el tiempo excesivo que los menores usan dispositivos electrónicos y cómo afecta a su salud
Además de las consecuencias para la salud que la sociedad percibe en los pequeños, lo cierto es que la mayoría de los encuestados es consciente de sus propios riesgos. Preguntados sobre qué consecuencias para su propia salud han sentido, son muchos los que dicen haber sufrido o sufrir ocasionalmente estrés (46,7%), ansiedad (40,4%), adicción (34,3%) o incluso depresión (29,7%).
Tal y como expresa el estudio, al comparar las consecuencias negativas en función de la intensidad del uso de dispositivos tecnológicos, se observa claramente que aquellas personas que hacen un uso más intensivo (pasan, de media, fuera de su horario laboral y de estudio, más de cinco horas al día usando dispositivo) sufren significativamente más dolencias físicas (fatiga visual, dolor postural, dolores de cabeza, etc.) y mentales que aquellas que hacen un uso limitado.
Por otro lado, observamos que la sociedad no sólo percibe riesgos que afectan directamente a su salud, sino que también es consciente de otros riesgos como la desinformación en temas sanitarios. El 23,7% considera que los temas sanitarios son una temática frecuente en las noticias falsas, un porcentaje que ha crecido casi un punto en el último año.
Son muchos los que dicen haber sufrido o sufrir ocasionalmente estrés (46,7%), ansiedad (40,4%), adicción (34,3%) o incluso depresión (29,7%)
No obstante, el uso que hacemos de internet y la tecnología no se limita a las redes sociales, de manera que lo extrapolamos incluso a las cuestiones sobre nuestra salud. Tal y como refleja el estudio, entorno al 30% de la población haría un uso frecuente de pulseras o relojes inteligentes para hacer un seguimiento de la información relacionada con su salud. Del mismo modo, la gran mayoría de la población cree que puede adaptarse a las demandas de la digitalización para llevar a cabo tareas como acceder a servicios de salud (83,5%), reduciéndose en un punto y medio el porcentaje de personas que se consideran poco capacitadas para este uso.
De hecho, en este punto cabe destacar que casi un 65% de la población asegura que el uso de aplicaciones y servicios digitales ofrecidos por las Administraciones públicas son fáciles de utilizar a la hora de gestionar los servicios públicos de salud. Así, ha crecido el porcentaje de personas que considera sencillo pedir una cita sanitaria, obtener una receta o consultar su historial médico.
En definitiva, y si bien los beneficios del uso de las tecnologías parecen estar bastante presentes entre la sociedad, lo cierto es que la demanda de una mayor seguridad ante la creciente percepción de riesgo, especialmente para los jóvenes, sigue siendo una realidad en nuestro país.