Los trastornos relacionados con el sistema nervioso son la principal causa de años vividos con discapacidad y la segunda de mortalidad a nivel global, lo que se traduce en más de nueve millones de fallecidos cada año. De acuerdo con los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), los cinco mayores contribuyentes de estos problemas de salud a la carga mundial de años vividos con discapacidad son los accidentes cerebrovasculares (42,2%), las migrañas (16,3%), la demencia (10,4%), la meningitis (7,9%) y la epilepsia (4,9%). Sobre los datos de 2016 la agencia de salud de la ONU expone que, a nivel global, 52,9 millones de niños menores de cinco años presentaban discapacidades y el 95% de estos vivían en países de medios y bajos ingresos.
La elevada carga asociada con los trastornos neurológicos se agrava por las profundas desigualdades que existen a nivel global en el campo de la salud. Por ejemplo, casi el 80% de los 50 millones de personas con epilepsia viven en países de medios y bajos ingresos, donde las brechas en el acceso a los tratamientos superan el 75% en la mayoría de estas naciones. La OMS denuncia que las discapacidades asociadas con problemas neurológicos afectan de manera desmesurada a las mujeres, las personas mayores, aquellas con un bajo nivel socioeconómico y otros grupos vulnerables y aquellas que residen en zonas rurales.
Los trastornos neurológicos se posicionan como un importante impulsor de los costes para los gobiernos, las comunidades, las familias y los individuos que las padecen. Suponen un importante factor de pérdida de productividad para las economías. Se ha estimado que en 2010 los trastornos cerebrales costaron alrededor de 798.000 millones de euros solamente en Europa. En 2019 el coste mundial total de la demencia se estimó en 1,3 billones de dólares, el equivalente al 1,5% del PIB mundial.
La OMS enfatiza en la idea de que muchas de las afecciones neurológicas se pueden prevenir, incluido el 25% de los casos de epilepsia ya que se conocen numerosos determinantes como factores ambientales que pueden impactar en el desarrollo del cerebro en las primeras etapas de la vida. Además, no podemos obviar que en el desarrollo del cerebro intervienen otros factores como la alimentación saludable, la educación, las relaciones sociales, la actividad física o un correcto descanso.
Casi el 80% de los 50 millones de personas con epilepsia viven en países de medios y bajos ingresos, donde las brechas en el acceso a los tratamientos superan el 75% en la mayoría de estas naciones
La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha puesto de relieve la importancia que la neurología y la salud mental tienen como pilares de nuestras sociedades, así como la necesidad de abrir debates globales sobre su refuerzo desde el punto de vista económico, social, científico y humano. Las condiciones neurológicas subyacentes constituyen un factor de riesgo de hospitalización y muerte que se ve agravado por la Covid-19, especialmente en los adultos mayores.
La fotografía expuesta a lo largo de estas líneas es el punto de partida sobre el que los delegados de la 75ª Asamblea Mundial de la Salud acordaron un nuevo plan de acción global intersectorial sobre la epilepsia y otros trastornos neurológicos entre los que se incluyen los accidentes cerebrovasculares, la migraña, la demencia y la meningitis. El principal objetivo de este es mejorar el acceso tanto en términos de atención como de tratamiento para todas las personas que viven con estas afecciones, al mismo tiempo que se enfatiza en la prevención de los nuevos casos y se promueve el correcto desarrollo del cerebro como una parte fundamental de las acciones de salud a lo largo de toda la vida.
De este modo el plan de acción abordará los desafíos y las brechas en la prestación de atención y servicios para las personas que viven con trastornos neurológicos, garantizando una respuesta integral y coordinada en todos los sectores.
El “Plan de Acción Mundial Intersectorial sobre Epilepsia y otros Trastornos Neurológicos 2022-2031”, tal y como ha sido bautizado, ha fijado los siguientes objetivos estratégicos:
- Priorizar el aumento de las políticas y fortalecer la gobernabilidad.
- Brindar diagnóstico, tratamiento y atención efectivos, oportunos y receptivos.
- Implementar estrategias de promoción y prevención.
- Fomentar la investigación y la innovación, así como fortalecer los sistemas de información.
- Fortalecer el enfoque de salud pública para la epilepsia.
Para la consecución de estos objetivos el plan propone a los Estados miembros el apoyo de una financiación sostenible de políticas, planes y programas de prevención y manejo de los trastornos neurológicos, basada en una respuesta integrada a lo largo del curso completo de la vida a través de asignaciones presupuestarias internas dedicadas a la utilización eficiente y racional de los recursos, mecanismos de financiación innovadores voluntarios y otros medios, incluidos los multilaterales, bilaterales, la financiación mancomunada y las asociaciones público-privadas.
“El plan de acción abordará los desafíos y las brechas en la prestación de atención y servicios para personas con trastornos neurológicos que existen en todo el mundo y garantizará una respuesta integral y coordinada en todos los sectores”
Se les propone además la producción y/o uso de datos más recientes sobre la carga epidemiológica y económica que implican los trastornos neurológicos. Vía focalizada en establecer una base de evidencia sobre la que trabajar la inversión económica y la proyección de los costes de la ampliación sobre los presupuestos de forma proporcional a los países. Un mecanismo con el que se pretende que los escasos recursos que ahora se destinan a los ámbitos que nos ocupan se utilicen de la forma más óptima posible.
Se solicita además a los Estados miembros el desarrollo de mecanismos financieros y de protección social.
En el camino hacia estos logros destaca la importante labor de los profesionales sanitarios, por lo que la capacitación y educación de una fuerza laboral interdisciplinaria, incluyendo trabajadores de atención social, especialistas en rehabilitación de condiciones neurológicas, técnicos, farmacéuticos, ingenieros biomédicos, trabajadores comunitarios, cuidadores y familiares.
“El plan de acción abordará los desafíos y las brechas en la prestación de atención y servicios para personas con trastornos neurológicos que existen en todo el mundo y garantizará una respuesta integral y coordinada en todos los sectores”, concluye la OMS.