Nueva normalidad. Nos encontramos ante un concepto que se ha repetido hasta la saciedad en los últimos dos años. Un horizonte que vislumbramos y sobre el que parece que, cada vez que estamos más cerca de alcanzar, la situación epidemiológica da una nueva vuelta de tuerca que hace que esa frágil ilusión que comenzaba a gestarse recobre de nuevo su forma primigenia de utopía.
La variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) nos ha recordado a todos que la pandemia no ha terminado y que el virus puede cambiar el paradigma global en pocas semanas. Cierto es que desde la detección de los primeros casos de Covid-19 en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan, la situación epidemiológica ha cambiado significativamente. Del desconocimiento más absoluto hemos pasado a una realidad en la que las vacunas contra la Covid-19 han permitido relajar muchas de las restricciones y medidas establecidas para el control de la pandemia. A pesar de esto, la equidad a nivel global en el acceso a estos sueros continúa siendo una de las vergonzantes asignaturas pendientes ya que la salud ha vuelto a convertirse en un asunto en el que el nivel de riqueza de país es el elemento que equilibra la balanza. Un planteamiento que perjudica a todos ya que, tal y como ha advertido en numerosas ocasiones la Organización Mundial de la Salud (OMS), nadie estará a salvo hasta que todos los estemos.
En este contexto observamos múltiples y variadas estrategias para hacer frente a la pandemia. La veloz expansión de Ómicron, a pesar de que provoca una enfermedad más leve que las variantes de preocupación predecesoras, ha reportado cifras récord de contagios en todos los países. Ante su dominancia, muchos países optaron por reimplantar medidas ya olvidadas con la vista puesta en evitar el colapso de los sistemas sanitarios.
La fatiga pandémica y la búsqueda del equilibrio entre salud y economía son además dos sólidas realidades que empujan a los gobiernos a avanzar en la toma de decisiones. La Covid-19 no va a desparecer y el camino hacia su conversión en una enfermedad endémica parece ser el más probable.
A finales del pasado mes de enero Dinamarca daba el paso y eliminaba todas las restricciones establecidas con motivo de la Covid-19. Así lo confirmaba el pasado 27 de enero a pesar de que el país había registrado en las últimas 24 horas más de 47.000 nuevos casos de Covid-19. Las autoridades danesas ya habían eliminado todas las restricciones en septiembre, pero la expansión de Ómicron obligó a retomarlas.
"La Covid no va a desaparecer repentinamente y tenemos que aprender a vivir con este virus y seguir protegiéndonos, sin restringir nuestras libertades"
En Dinamarca la mascarilla ya no es obligatoria en exteriores, no existen limitaciones en la restauración, el ocio nocturno o los eventos culturales y deportivos. “Estamos listos para salir de la sombra del coronavirus, decimos adiós a las restricciones y le damos la bienvenida a la vida que teníamos antes. La pandemia sigue, pero hemos pasado la etapa crítica”, declaraba en rueda de prensa la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.
‘VIVIR CON COVID’, LA NUEVA NORMALIDAD EN REINO UNIDO
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, fiel defensor de que debemos aprender a vivir con la Covid-19 como lo hacemos con el resto de enfermedades respiratorias, ha seguido los pasos de Dinamarca. A través de su perfil en la red social Twitter ha anunciado que se elimina la obligación legal de autoaislarse tras ser positivo en Covi-19. Este es uno de los puntos más destacados de su nuevo plan “Vivir con Covid”.
“La Covid no va a desaparecer repentinamente y tenemos que aprender a vivir con este virus y seguir protegiéndonos, sin restringir nuestras libertades. Hemos desarrollado fuertes protecciones contra este virus en los últimos dos años a través de vacunas, pruebas, nuevos tratamientos y la mejor comprensión científica de lo que este virus puede hacer”, explica Johnson. “Gracias a nuestro exitoso programa de vacunación y la gran cantidad de personas que se han presentado para ser vacunadas, ahora estamos en condiciones de establecer nuestro plan para ‘Vivir con Covid’", añadía anunciando que se presentará a lo largo de esta semana.
De esta forma a finales de esta semana todos los casos positivos de Covid-19 que se detecten en Reino Unido no estarán legalmente obligados a guardar cuarentena, como tampoco lo estarán sus contactos cercanos. De acuerdo con los recogido en este documento serán las autoridades locales las encargadas de la gestión de los brotes que se identifiquen a través de las competencias de salud pública que ya existen, como ya se hace con el resto de enfermedades.
Las autoridades británicas dejan claro de esta forma que la responsabilidad a partir de ahora se encuentra en manos de los ciudadanos y actuar como se ha hecho siempre antes de la aparición de la Covid-19 frente a enfermedades como la gripe.
"Todo apunta y cada vez hay más voces en este sentido, a que estamos en una nueva fase de esta pandemia y con el tiempo iremos a una endemia", expresaba la ministra de Sanidad, Carolina Darias
Tal y como informan desde Europa Press el Gobierno británico no ha cerrado la puerta al posible establecimiento de medidas de contingencia “para resistir si es necesario”, además de un aumento de las capacidades diagnósticas y de los programas de vacunación para poder responder ante el posible surgimiento de nuevas variantes.
A pesar de que Johnson ha asegurado que la decisión se ha consultado con expertos que la han avalado, el diario británico The Guardian recoge críticas de los partidos de la oposición que consideran que se está “declarando la victoria antes de que termine la guerra”.
¿QUÉ PASOS DARÁ ESPAÑA?
El 11 de enero se conocía el plan en el que el Gobierno de Pedro Sánchez llevaba trabajando varios meses y por el que se pondría fin a la monitorización de cada uno de los casos de Covid-19 para pasar a un sistema similar al empleado para la vigilancia de la gripe y otras enfermedades respiratorias. Una nueva fase centinela que se iniciaría una vez finalizase la sexta ola de la pandemia.
Este sistema es el empleado con la gripe. Se selecciona un grupo compuesto por profesionales médicos de Atención Primaria y hospitalaria al que se suman hospitales escogidos de forma estratégica con el objetivo de crear una muestra que resulte estadísticamente significativa. De esta forma, tal y como se viene haciendo con la gripe, se calcularía la expansión de la enfermedad mediante extrapolaciones dejando atrás el conteo exhaustivo de los casos que se efectúa hasta la fecha. La estrategia se lleva preparando desde el verano de 2020 y entra ahora en su fase final.
"Todo apunta y cada vez hay más voces en este sentido, a que estamos en una nueva fase de esta pandemia y con el tiempo iremos a una endemia", expresaba la ministra de Sanidad, Carolina Darias, en la rueda de prensa celebrada tras el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), del 21 de enero.
La titular de Sanidad aseveraba que “se trata de ver cómo hacemos esa compleja transición”. "Tenemos que ir de la mano de los expertos y de los que conformamos el Sistema Nacional de Salud que han pedido este nuevo modelo cuando finalice la sexta ola y se llegue a un proceso de co-gobernanza entre las comunidades autónomas", manifestaba, apostillando que “la ciudadanía requiere que nos anticipemos”.
Catherine Smallwood, una de las principales responsables de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, ha mostrado su desacuerdo con el hecho de tratar la Covid-19 como endémica, tras el anuncio de algunos países como es el caso de España. "En este momento, las condiciones para la endemia no se cumplen", sentenciaba.
"La endemia asume cierta estabilidad de circulación del virus a unos niveles predecibles y unas olas de transmisión epidémica conocidas y predecibles, pero, lo que vemos en este momento, entrando en 2022, no se acerca en absoluto a eso", ha zanjado Smallwood, para añadir que "sigue habiendo una gran cantidad de incertidumbre".