Desde el pasado 8 de enero los países de la Unión Europea (UE) solicitan a los pasajeros procedentes de China una prueba negativa de Covid-19, realizada en un plazo de al menos 48 horas antes de su salida. Esta es una de las medidas adoptadas por la Unión Europea tras el fin de la política de “Covid cero” en el gigante asiático con el objetivo de minimizar los riesgos, dado el escenario epidemiológico observado en las últimas semanas. Una medida que forma parte de un paquete en el que también encontramos la realización de análisis de las aguas residuales en aviones y aeropuertos, así como pruebas diagnósticas aleatorias a la llegada a los Estados miembros.
El enfoque acordado por los Veintisiete contempla además que se realice la secuenciación genómica de todos los resultados positivos que se obtengan en la pruebas como parte de un protocolo de vigilancia que posibilite la detección de mutaciones o nuevas variantes del SAR-CoV-2.
En este sentido, el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades ha publicado un documento en el que proporciona orientación práctica a los países de la UE y del Espacio Económico Europeo (EEE) que deseen implementar un estudio piloto focalizado en la vigilancia genómica específica y coordinada del SARS-CoV-2 en puntos de entrada internacionales seleccionados.
Desde el inicio de la pandemia, la detección y caracterización de variantes del SARS-CoV-2 ha sido esencial para informar sobre la evaluación de riesgos y limitar el impacto del virus a través de decisiones de salud pública. Entre estas destacan el fortalecimiento de los programas de vacunación, actualización de las vacunas o la implementación de intervenciones no farmacológicas. Las bases de la vigilancia de variantes en la UE/EEE se encuentran descrita en el documento “Orientación para el Seguimiento Genómico Representativo y Específico del SARS-CoV-2 del ECDC”. En base a esto, sus expertos inciden en que el hecho de destinar recursos a la vigilancia genómica específica en los viajeros no debería dar lugar a una disminución de la vigilancia del resto de virus respiratorios por parte de los Estados miembros, incluyendo el rastreo y secuenciación del coronavirus.
"En situaciones de recursos severamente limitados, la vigilancia de virus respiratorios de rutina en la comunidad debe tener prioridad sobre la vigilancia en los centros de viaje"
“En situaciones de recursos severamente limitados, la vigilancia de virus respiratorios de rutina en la comunidad debe tener prioridad sobre la vigilancia en los centros de viaje. Las actividades de vigilancia genómica dirigida en viajeros son más relevantes en situaciones en las que el tercer país bajo investigación no realiza una vigilancia genómica representativa con el intercambio internacional de datos relevantes”, expone el ECDC a través de un comunicado.
En relación a esto, la vigilancia genómica dirigida a viajeros puede respaldar la monitorización global de las variantes del coronavirus a través de la detección temprana de nuevas variantes que puedan investigarse a fondo con estudios específicos y mediante la vigilancia comunitaria de rutina. Esta vigilancia en viajeros debe ser complementaria a las actividades de vigilancia de aguas residuales que están coordinadas por la Agencia Europea de Seguridad Aérea y el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea.
El ECDC incide en que “existen importantes limitaciones asociadas con dicho sistema de vigilancia”. En primer lugar, destaca que la estrategia de rastreo no permite realizar un análisis totalmente representativo de la población del tercer país del que proceden las muestras. Se requieren además investigaciones epidemiológicas y virológicas que posibiliten la evaluación de riesgos, algunas de las cuales solo pueden realizarse de manera oportuna en el país de origen.