Un estudio liderado por un equipo del CIBERde Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) en el Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria Virgen de la Arrixaca (IMIB), explica que las variantes genéticas implicadas en la predisposición a la hipertensión arterial son también claves en la entrada de SARS-CoV-2 en las células. Más concretamente el trabajo describe cuatro polimorfismos del gen ACE2, que codifica para la enzima convertidora de angiotensina2 (ECA2), que están relacionados con la severidad del virus, dos de ellos una peor evolución y los otros dos un efecto protector.
Juan R. Gimeno, uno de los autores principales de este estudio, explica que “la edad avanzada, el sexo masculino, y ciertas enfermedades previas" se han confirmado como variables que condicionan una peor revolución, en comparación con pacientes más jóvenes y sin antecedentes médicos, pero nadie está exento de desarrollar una forma grave de la infección.
El principal objetivo de esta investigación se basa en estudiar variantes genéticas que son frecuentes entre la población y que influyen en la facilidad para que la persona desarrolle hipertensión arterial, para analizar si también se encontraban en los pacientes infectados por SARS-CoV-2 que tuvieron que ser atendidos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) o fallecieron.
"Estas variantes o polimorfismos producen pequeños cambios en esa ‘cerradura’ que facilitan o dificultan la entrada a la célula”
El trabajo está coordinado por el laboratorio de cardiogenética del IMIB que dirige la investigadora del CIBERCV, María Sabater.
Para realizar el estudio se recogieron 318 muestras de un total de cuatro grupos de personas que habían tenido una evolución diferente cuando se infectaron por SARS-CoV-2: leves, hospitalizados, tratamiento en la UCI y fallecidos.
Se escogieron 8 variantes genéticas (polimorfismos) que hacen que tres proteínas sean algo distintas en diferentes personas: la enzima convertidora de angiotensina (ECA), la ECA2 y el receptor de angiotensina II (AGTR1). “Es posible que las diferencias en la actividad de ciertas proteínas puedan conducir a una mayor susceptibilidad frente al virus, una mayor eficiencia de la replicación viral, o a una respuesta inflamatoria exagerada, y partimos de la hipótesis de que la presencia de varios polimorfismos de estos genes podría explicar tanto la propensión a la infección, como la extensión a diferentes órganos y el grado de severidad de las presentaciones clínicas de la Covid-19”, detallan los investigadores.
“El mayor interés estuvo centrado en la ECA2, que es la proteína a la que se fija el coronavirus como si fuera una cerradura para entrar en la célula e infectarla. Estas variantes o polimorfismos producen pequeños cambios en esa ‘cerradura’ que facilitan o dificultan la entrada a la célula”, señala María Sabater.
“De confirmarse estos resultados en investigaciones a mayor escala, el estudio de estos polimorfismos podría ayudar a predecir que pacientes tienen un mayor riesgo de complicaciones cuando se infectan por el Covid-19"
Los resultados mostraron la evidencia de que cuatro polimorfismos en el gen ACE2 se acabaron encontrando asociados con la severidad de la Covid-19. “La presencia de dos de ellos aumentaba 2,5 veces el riesgo de precisar un ingreso en la UCI o fallecer, en cambio otros dos tenían un efecto protector, reduciendo a la tercera parte el riesgo de desarrollo de un ingreso complicado”, recalca el equipo investigador.
“De confirmarse estos resultados en investigaciones a mayor escala, el estudio de estos polimorfismos podría ayudar a predecir que pacientes tienen un mayor riesgo de complicaciones cuando se infectan por el Covid-19, y de esta manera facilitar un ingreso precoz o un tratamiento más intensivo en las fases iniciales de la enfermedad, los que tengan polimorfismos protectores podrían llevar un seguimiento en su domicilio con mayor tranquilidad”, concluye Juan R. Gimeno.