La variante Ómicron del SARS-CoV-2 (B.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) está dejando en todo el mundo cifras de contagios nunca antes vistas desde que se iniciase la pandemia de Covid-19. De acuerdo con la evidencia científica disponible hasta el momento, esta variante no provoca una enfermedad más grave, pero la comunidad científica se encuentra asombrada ante su rápida capacidad de transmisión.
El experto en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos), Roby Bhattacharyya, ha declarado recientemente en relación a la velocidad de expansión de Ómicron que “es una propagación increíblemente rápida”, tal y como recogen en El País.
Tal es su rapidez que el experto ha comparado la variante del coronavirus con el virus más contagioso conocido hasta el momento por el ser humano: el sarampión. "Un caso de sarampión daría lugar a 15 casos a los 12 días. Un caso de Ómicron originaría otros seis a los cuatro días, 36 casos a los ocho días y 216 a los 12 días", ha expresado.
"Con las condiciones actuales, un sencillo modelo de crecimiento exponencial todavía mostraría 14 millones de personas infectadas en 60 días a partir de un único caso, en comparación con las 760.000 con sarampión en una población sin defensas específicas", añade.
"Con las condiciones actuales, un sencillo modelo de crecimiento exponencial todavía mostraría 14 millones de personas infectadas en 60 días a partir de un único caso, en comparación con las 760.000 con sarampión en una población sin defensas específicas"
Son numerosos los expertos que han comparado Ómicron con el sarampión como ha sido el caso de del cardiólogo Jonathan Reiner, asesor médico de la CNN. Según sus afirmaciones una persona infectada por el sarampión podía infectar a otras 18 como máximo antes de que la población mundial se vacunara. Las estimaciones preliminares, publicadas por The Lancet, en torno a Ómicron señalan que una persona infectada con la variante podría contagiar el virus a entre nueve y 10 personas más. Una capacidad mayor que con Delta (una persona infectada podía transmitir el virus a otras seis o siete), y significativamente alejada de la cepa original del SARS-CoV-2 detectada en Wuhan (China) en diciembre de 2019 (un caso de infección con esta cepa podía generar entre dos y tres adicionales).
Una de las razones de su mayor transmisibilidad residiría en la evolución de esta variante se multiplica más en nariz, garganta y las vías aéreas superiores, y en menor cantidad en los pulmones a diferencia de Delta. Esto explicaría la velocidad de los contagios y el hecho de que, en la mayoría de las ocasiones, estos sean más leves que los provocados por Delta.
La nueva variante cuenta con más de 30 mutaciones en el gen S, varias de ellas relacionadas con incremento en la transmisibilidad y escape a la inmunidad. Las primeras evidencias indican un escape a la inmunidad y una transmisibilidad mayor que para Delta. Cabe señalar que Delta era hasta un 60% más contagiosa que su predecesora, Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido), y la evidencia preliminar sugiere que Ómicron es capaz de infectar el doble de rápido que Delta.