La duración de la inmunidad frente al SARS-CoV-2, tanto la generada por las vacunas como la mediada por medio de la infección natural, continúa siendo una de las grandes incógnitas sobre el virus. las vacunas que actualmente se están inoculando en todo el mundo son seguras y eficaces, pero no son esterilizantes por lo que no evitan la infección.
A medida que el coronavirus ha ido mutando desde la cepa original identificada en la ciudad china de Wuhan a finales de 2019, diversas variantes de preocupación han ido marcando el ritmo de la pandemia en base a su mayor o menor capacidad de escape inmunitario. Por este motivo la administración de refuerzos de los sueros, especialmente en los grupos más vulnerables, así como el desarrollo de vacunas adaptadas a las variantes circulantes se erigen como vitales en el escenario epidemiológico en el que nos encontramos.
La mayoría de investigaciones centradas en la inmunidad frente al coronavirus se han focalizado en medir las respuestas de anticuerpos o celular en sangre. Sin embargo el virus también infecta las mucosas de la nariz y las conjuntivas, y rara vez está presente en la sangre. Este es el motivo por el que se continúa trabajando en el desarrollo de algunos candidatos a vacunas contra la Covid-19 intranasales como una futurible vía de doble inmunización en combinación con las vacunas que actualmente se están inoculando.
Con el objetivo de aumentar la evidencia al respecto, los responsables del trabajo que nos ocupa han medido los niveles de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 presentes en el plasma, la nariz y la saliva tanto de personas infectadas como vacunadas. Según los hallazgos, los niveles de anticuerpos contra el virus presentes en el plasma disminuyeron de forma más lenta en las personas en las que se habían generado tras una infección natural.
"Es posible que los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 persistentemente elevados en el plasma no indiquen la persistencia del anticuerpo en las mucosas como la nariz"
Los autores explican que los niveles de anticuerpos contra el virus en la nariz se redujeron de forma más rápida que los niveles de anticuerpos en la sangre después de la vacunación en las personas que habían sido vacunadas contra la Covid-19 previamente. La vacunación de personas previamente infectadas aumenta el nivel de los anticuerpos de forma más significativa en el plasma que en la nariz o en la saliva.
Los niveles de anticuerpos nasales y salivales se han correlacionado significativamente con los anticuerpos plasmáticos en personas infectadas que no habían sido vacunadas, y después de la vacunación en personas no infectadas.
“Es posible que los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 persistentemente elevados en el plasma no indiquen la persistencia del anticuerpo en las mucosas como la nariz. La fuerte correlación de los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en la nariz y la saliva con los de la sangre sugiere que los anticuerpos de las mucosas se derivan principalmente de la transudación de la sangre en lugar de la producción local”, explican los autores del estudio.
“Si bien la vacuna contra el SARS-CoV-2 generó respuestas inmunitarias de la mucosa periféricamente potenciadas en personas infectadas, el aumento de los títulos de anticuerpos fue mayor en el plasma que en las mucosas. En conjunto, estas observaciones indican la necesidad de desarrollar vacunas dirigidas a las mucosas para inducir respuestas inmunitarias potentes en las zonas en las que se produce la infección por el SARS-CoV-2”, concluyen.