La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) concluía el pasado 20 de abril la existencia de una posible relación entre los raros casos de trombosis detectados en pacientes vacunados con Janssen en Estados Unidos (ocho casos entre casi siete millones de personas vacunas). La entidad dejaba claro tras su exhaustivo análisis que se trata de “efectos secundarios muy raros de la vacuna”, recalcando que los beneficios son mucho mayores que los posibles riesgos. Unas conclusiones prácticamente idénticas a las emitidas con anterioridad en relación a los casos de trombosis relacionados con la vacuna de AstraZeneca.
Los episodios acontecidos con ambas vacunas tienen características similares: ocurren en partes inusuales del cuerpo (como el cerebro y el abdomen) y se combinan con niveles bajos de plaquetas. Análisis adicionales recogidos por Nature informan además del hallazgo de una serie de características de una afección conocida como trombocitopenia inducida por heparina, un efecto secundario poco común que, a veces, se observa e personas que han sido tratadas con heparina.
Se cree que la trombocitopenia inducida por heparina se desencadena cuando la heparina se une a una proteína denominada factor plaquetario 4. Esto produce una respuesta inmune, incluida la producción de anticuerpos contra el factor plaquetario 4, que finalmente da como resultado la destrucción de las plaquetas y la liberación del material promotor de los coágulos. El misterio que existe en este momento en relación a las vacunas es qué sirve como desencadenante a este síndrome en ausencia de heparina.
Los datos indican entre 0,5 y 1% por cada millón de personas lo que nos deja una posibilidad del 0,0001%. Un riesgo prácticamente inexistente si tenemos en cuenta que el riesgo de sufrir un trombo como consecuencia de la infección por SARS-CoV-2 es del 16,5%
Las vacunas desarrolladas por AstraZeneca y Janssen se basan en adenovirus que transportan el ADN que codifica una proteína del coronavirus (conocida como proteína de pico). La maquinaria proteica de las células luego utiliza el ADN para producir proteínas de pico, y el cuerpo desarrolla una respuesta inmune contra esta. En la actualidad, los investigadores no saben qué componente de estas vacunas podría estar causando la respuesta inmune no deseada contra el factor plaquetario 4. Esta es la hipótesis que mayor peso está ganando dentro de la comunidad científica.
CASOS MUY RAROS
La relación riesgo – beneficio de una vacuna es la información más básica que un regulador como la EMA necesita para decidir si un medicamento es seguro o no. Está claro que el riesgo de desarrollar un síndrome de coagulación similar a la trombocitopenia inducida por heparina es muy bajo con unos 86 casos potenciales notificados en Europa de entre más de 25 millones de personas vacunadas hasta el pasado 22 de marzo.
En ambos no se han confirmado factores de riesgo específicos. En el caso de la vacuna de AstraZeneca la mayoría de los casos, de acuerdo a los datos de la EMA, se han producido en mujeres menores de 60 años dentro de las dos semanas posteriores a la vacunación. Si analizamos la información ofrecida por la EMA sobre la vacuna de Janssen vemos que la mayor parte de los casos se han notificado en personas menores de 60 años dentro de las tres primeras semanas posteriores a la vacunación, en su mayoría mujeres.
EL RIESGO DE TROMBOSIS ES MÍNIMO
Si focalizamos la atención en la vacuna de AstraZeneca, la posibilidad de sufrir un trombo es muy poco común. Los datos indican entre 0,5 y 1% por cada millón de personas lo que nos deja una posibilidad del 0,0001%. Un riesgo prácticamente inexistente si tenemos en cuenta que el riesgo de sufrir un trombo como consecuencia de la infección por SARS-CoV-2 es del 16,5%.
La EMA ha ofrecido datos sobre todas las vacunas autorizadas en relación a los episodios de trombosis señalando que se han detectado 25 casos de trombosis de seno venoso cerebral entre los vacunados con Pfizer y cinco entre los que se les ha inoculado Moderna
Algunos hábitos como fumar son mucho más peligrosos con una probabilidad de 1.763 por millón, el 0,18%. Muy superior a la probabilidad tras vacunarse con AstraZeneca.
Otro ejemplo lo encontramos con las pastillas anticonceptivas. La probabilidad de desarrollar un trombo por la utilización de estas pastillas es mínimo, inferior al de fumar y más elevado que con la vacuna de AstraZeneca (0,0001%). Hablamos de una probabilidad de 500-1.200 entre un millón, lo que equivale a 0,05% a 0,12%, tal y como recogen en Antena 3.
REVISIÓN DE OTRAS VACUNAS
Sabine Straus, presidenta del Comité de Seguridad de la EMA, explicaba en rueda de prensa que la información de la vacuna va a ser actualizada en base a las nuevas conclusiones. “Lo más posible es que se trate de una respuesta inmune similar a la que se produce en tratamientos con heparina. La vacuna de Janssen es efectiva y los beneficios superan los riesgos”, apostillaba.
Preguntada sobre las similitudes con los casos relacionados con la vacuna de AstraZeneca Straus ha destacado que ambas vacunas “tienen elementos similares, pero hay diferencias entre ellas”, en relación a su base de desarrollo de vector viral. Ha señalado como una diferencia importante que la vacuna de AstraZeneca se basa en adenovirus de chimpancé mientras que la de Janssen lo hace en adenovirus humano. Por el momento consideran que es demasiado pronto para poder indicar con qué vacuna se producen con mayor frecuencia estos raros efectos secundarios.
“Vemos que los casos tienen muchas similitudes, la hipótesis para explicarlo es similar (en relación a los trombos) pero es demasiado pronto para sacar conclusiones”. En base a esto y “a la vista de las similitudes” la EMA ha comunicado que estará atenta a la revisión de otras vacunas como Sputnik V.
La EMA ha ofrecido datos sobre todas las vacunas autorizadas en relación a los episodios de trombosis señalando que se han detectado 25 casos de trombosis de seno venoso cerebral entre los vacunados con Pfizer y cinco entre los que se les ha inoculado Moderna. “El número de casos entre los vacunados es tan reducido que no hay señal real que justifique una investigación”.