El pasado 7 de diciembre, a través de un comunicado conjunto, la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) respaldaban la combinación de diferentes vacunas contra la Covid-19, sin importar si estas han sido desarrolladas en base a tecnología de ARNm o son de vector viral. Los organismos indicaban además que pueden combinarse independientemente de si se trata de una pauta de inmunización primaria o si son refuerzos.
"Si bien la investigación está en curso para proporcionar más evidencia sobre la seguridad a largo plazo, la duración de la inmunidad y la efectividad, el uso de esquemas heterólogos puede ofrecer flexibilidad en términos de opciones de vacunación, particularmente para reducir el impacto en el lanzamiento de la vacuna en caso de que una vacuna no esté disponible para cualquier razón", recoge el comunicado.
Tanto la EMA como el ECDC aseguran que publicarán “en un futuro próximo” una revisión detallada para respaldar el asesoramiento efectuado. El documento explica que se cuenta con evidencia científica relativa a la pauta de vacunación heteróloga que sugiere que la combinación de vacunas de vector viral y vacunas de ARNm produce buenos niveles de anticuerpos contra la Covid-19 y una respuesta de células T más alta que usando la misma vacuna (vacunación homóloga) ya sea en régimen primario o de refuerzo. La pregunta que surge ante esta recomendación es comprensible: ¿cuáles son las principales diferencias entre ambos tipos de suero?
La vacuna contra la Covid-19 desarrollada por Pfizer y BioNTech fue la primera en recibir luz verde por parte de la EMA para su posterior autorización comercial de emergencia. Bautizada como “Comirnaty”, este suero ponía en el foco mediático y social la tecnología de ARN mensajero que, aunque muchos piense que es reciente, se trata de una técnica que lleva estudiándose más de dos décadas.
Las vacunas de ARNm enseñan a nuestras células a fabricar una proteína que desencadena una respuesta inmunitaria dentro de nuestro organismo
Tal y como informan desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), las vacunas de ARNm enseñan a nuestras células a fabricar una proteína que desencadena una respuesta inmunitaria dentro de nuestro organismo.
Una vez inoculada la dosis, el ARNm ingresa a través de las células del músculo e instruye al mecanismo celular para que produzca una porción inocua de algo llamado proteína S. La proteína S está presente en la superficie del SARS-CoV-2. Una vez que el organismo fabrica la porción de proteína, nuestras células descomponen el ARNm y lo eliminan. Después, nuestras células despliegan la proteína S sobre su superficie. Nuestro sistema inmunitario reconoce que esa proteína no debería estar allí. Esto desencadena la producción de anticuerpos por parte de nuestro sistema inmunitario, y activa la función de otras células inmunitarias que combaten lo que consideran una infección. Este es el proceso que nuestro organismo seguiría en caso de que se produjese una infección por SARS-CoV-2.
Las vacunas de vectores virales emplean una versión modificada de un virus, diferente del virus objetivo para el que llevan instrucciones importantes a nuestras células
Sobre estas vacunas cabe destacar que no utilizan virus ni pueden causar ningún tipo de infección. Además, el ARNm nunca ingresa en el núcleo de las células, donde se encuentra nuestro ADN, por lo que no existe posibilidad de que puedan modificar nuestros genes.
Si hablamos de vacunas de vectores virales, estas emplean una versión modificada de un virus, diferente del virus objetivo para el que llevan instrucciones importantes a nuestras células tal y como explican los documentos de los CDC. La versión modificada del virus es lo que se denomina “vector viral”.
"Vaxzevria", el suero desarrollado por AstraZeneca, utiliza un vector viral de chimpancé no replicativo basado en una versión debilitada de un virus del resfriado común (adenovirus) que causa infecciones en los chimpancés y contiene el material genético de la proteína de la espícula del virus SARS-CoV-2. Después de la vacunación, se produce la proteína superficial de la espícula, lo que prepara al sistema inmunitario para atacar al virus SARS-CoV-2 si posteriormente infecta al organismo.
En el caso de "Janssen", se trata de una vacuna de vector vírico que vehiculiza dentro de un virus inofensivo diferente al coronavirus la información genética necesaria para que el cuerpo humano produzca anticuerpos/respuesta inmune frente a la proteína S del SARS-CoV-2.