Los ancianos, el grupo poblacional más duramente golpeado por la Covid-19, se erigieron desde la autorización de las primeras vacunas como el grupo prioritario a la hora de comenzar las campañas de vacunación. Especialmente en las residencias que durante los primeros meses de la pandemia se convirtieron en grandes focos de infección y mortalidad. Diversos estudios han focalizado su atención en cómo el avance de la vacunación en los adultos mayores, inmunizados en la mayoría de países con vacunas desarrolladas en base a tecnología de ARN mensajero (Pfizer/BioNTech y Moderna) han logrado reducir la incidencia de las nuevas infecciones y las tasas de mortalidad.
En este sentido tomamos como referencia una reciente investigación publicada por New England Journal of Medicine con datos procedentes de los registros médicos electrónicos de Genesis HealthCare, el gran proveedor de atención a largo plazo en Estados Unidos. Los responsables del estudio destacan la falta de datos sobre la eficacia de las vacunas en los ancianos ya que no participaron en los ensayos clínicos y, por norma general, tienen respuestas inmunitarias reducidas. En base a los referidos datos se analizó la incidencia de las infecciones por SARS-CoV-2 entre los residentes vacunados y no vacunados de 280 hogares de ancianos en 21 estados.
De esta forma y partiendo de los registros de vacunación, los investigadores identificaron a los residentes que habían recibido al menos una dosis de una vacuna de ARNm hasta el 15 de febrero de 2021, aquellos que habían completado la pauta de inmunización antes de la misma fecha y aquellos que no habían sido vacunados a fecha de 31 de marzo de 2021. Se practicaron pruebas RT-PCR a los residentes si aparecía algún caso positivo de Covid-19 cada tres y siete días, evaluando también los síntomas. Se excluyó a los residentes que se habían infectado en los 90 días anteriores al periodo de estudio. La muestra estuvo formada por 18.242 residentes que habían recibido al menos una dosis de la vacuna: 14.669 (80,4%) recibieron la vacuna de Pfizer/BioNTech y 3.573 (19,6%) recibieron la vacuna de Moderna. Del total, 13.048 completaron la pauta de inmunización en el periodo de estudio. Un total de 3.990 residentes no estaban vacunados.
“Estos hallazgos muestran la efectividad en el mundo real de las vacunas de ARNm para reducir la incidencia de infecciones asintomáticas y sintomáticas por SARS-CoV-2 dentro de una población vulnerable como son los hogares de ancianos”, expresan los autores del estudio
Profundizando en los hallazgos del estudio vemos que la incidencia de la infección disminuyó con el tiempo tanto en los residentes vacunados como en los que no lo estaban. Después de recibir la primera dosis de la vacuna se reportaron 822 casos incidentes (4,5% de los residentes vacunados) en los primeros 14 días; y 250 casos (1,4%) entre los días 15 y 28. Dentro del grupo de los 13.048 residentes que habían completado la pauta de vacunación solo se registraron 130 casos, es decir, el 1% de los vacunados en los 14 días posteriores. La cifra desciende a los 38 casos (0,3%) transcurridos los 14 días (incluyendo 19 casos que se diagnosticaron entre los 15 y 21 días posteriores a la inoculación de la segunda dosis).
Entre los residentes no vacunados los casos se redujeron hasta los 173 casos (4,3% de los ancianos no vacunados) en los 14 días posteriores al inicio de la vacunación con la primera dosis dentro del grupo que sí la recibió. En los 42 días posteriores el número de casos entre los ancianos no vacunados fue de 12 (0,3%).
Los responsables del estudio destacan que la mayoría de las infecciones fueron asintomáticas, reduciéndose la incidencia de las infecciones con cuadro sintomatológico. Las residencias de ancianos que estaban ubicadas en las zonas con mayores tasas de infección por SARS-CoV-2, son los centros en los que se registraron la mayoría de casos de Covid-19 detectados durante el periodo de estudio. Aun así, experimentaron grandes disminuciones.
“Estos hallazgos muestran la efectividad en el mundo real de las vacunas de ARNm para reducir la incidencia de infecciones asintomáticas y sintomáticas por SARS-CoV-2 dentro de una población vulnerable como son los hogares de ancianos”, expresan los autores del estudio en la citada publicación.
“Nuestra observación de una incidencia reducida de infección entre los residentes no vacunados sugiere que es probable que una cobertura sólida de vacunas entre los residentes y el personal, junto con el uso continuo de mascarillas y otras medidas de control de infecciones, brinden protección a un pequeño número de residentes no vacunados en entornos congregados. Aun así, la observación continua de casos incidentes después de la vacunación destaca la necesidad crítica de programas de vacunación en curso y pruebas de vigilancia en residencias de ancianos para mitigar futuros brotes”, concluyen los autores.