El pasado 24 de noviembre el Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP, por sus siglas en inglés) de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), emitía su recomendación positiva para la vacunación contra la Covid-19 con el suero desarrollado por Pfizer/BioNTech de los niños con edades comprendidas entre los cinco y los 11 años.
La dosis de Comirnaty será inferior a la utilizada en personas de 12 años o más (10 µg frente a 30 µg). Al igual que en el grupo de mayor edad, se administra en dos inyecciones en los músculos de la parte superior del brazo, con tres semanas de diferencia. La efectividad de la vacuna en este grupo de edad en la prevención de la enfermedad sintomática es del 90,7%, aunque la tasa real podría estar entre el 67,7 y el 98,3%.
En general, hay proporcionalmente una menor tasa de infecciones sintomáticas, casos de enfermedad grave y muertes por Covid-19 en niños y adolescentes, en comparación con los grupos de mayor edad. En caso de infección sintomática, la evidencia científica señala que los niños y adolescentes, suelen experimentar síntomas más leves que los adultos. La mayoría de las personas que superan la Covid-19 se recuperan por completo, pero un porcentaje cada vez mayor padece lo que se ha denominado ya como “Covid prolongado” o “Covid persistente”.
El pasado 11 de octubre la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicaba la primera definición clínica oficial, acordada tras una consulta global y con el objetivo de facilitar el tratamiento de los enfermos. Hablamos de una patología que suele aparecer, normalmente, tres meses después del inicio de la infección. “Los síntomas duran al menos dos meses y no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo”, explica la doctora Janet Díaz, jefa de Gestión Clínica de la OMS. Las personas que sufren “Covid persistente” experimentan “efectos a largo plazo en su organismo, en los sistemas pulmonar, cardiovascular y nervioso, así como efectos psicológicos”.
Estos efectos pueden producirse independientemente de la gravedad con la que se curse la infección, y son más frecuentes en mujeres, personas de mediana edad y aquellos que mostraron síntomas en el inicio de la infección.
Si ponemos el foco en los niños, las estimaciones relativas a la duración de la infección en estos varían enormemente. Diversos estudios sugieren que los niños también se ven afectados en un alto porcentaje por “Covid prolongado” pero una reciente investigación concluye que la evidencia disponible es muy limitada y poco comprendida entre la comunidad científica y los profesionales médicos. Pero una nueva investigación arroja nuevos datos.
La investigación revela que menos de uno de cada cuatro menores (4,4%) experimentó síntomas durante cuatro semanas o más. En el grupo de niños con edades comprendidas entre los cinco y los 11 años, la infección tuvo una duración media de cinco días
Un grupo de investigadores del King’s College de Londres ha desarrollado un estudio centrado en analizar cómo afecta el Covid prolongado a niños y jóvenes con edades comprendidas entre los cinco y los 17 años. Los resultados han sido publicados en la revista Lancet Child and Adolescent Health.
La principal conclusión de estudio sugiere que es poco probable que los niños infectados por el SARS-CoV-2 desarrollen efectos a largo plazo. Menos del 2% presentó síntomas con una duración superior a las ocho semanas. El estudio ha revisado los datos de 1.734 niños con un inicio y final claro de síntomas y un resultado positivo de prueba PCR.
La investigación revela que menos de uno de cada cuatro menores (4,4%) experimentó síntomas durante cuatro semanas o más. En el grupo de niños con edades comprendidas entre los cinco y los 11 años, la infección tuvo una duración media de cinco días. Si atendemos al grupo de menores de entre 12 y 17 años, el curso de la enfermedad aumentó en dos días hasta alcanzar los siete.
En cuanto a los síntomas más comunes reportados por los niños destacan los dolores de cabeza, cansancio, dolor de garganta y pérdida de los sentidos del gusto y/o el olfato. Los responsables de la investigación afirman en la citada cabecera que resulta “tranquilizador” que no se hayan encontrado informes de síntomas neurológicos graves como ataques o convulsiones, problemas de concentración o ansiedad.
“Como los niños a menudo son asintomáticos o tienen síntomas leves cuando contraen la infección, una de las razones para vacunarlos es protegerlos contra las consecuencias a largo plazo del SARS-CoV-2 como el síndrome inflamatorio multisistémico y el Covid prolongado”
“Los niños pueden experimentar síndromes posvirales del SARS-CoV-2, pero no está claro cuántos se ven afectados por el Covid prolongado”, concluye un estudio publicado el pasado mes de julio en la revista JAMA Network. Los autores de la investigación afirman que la investigación halló una baja prevalencia de síntomas compatibles con el Covid prolongado en una cohorte de niños seleccionados al azar, evaluados seis meses después del inicio de la infección por SARS-CoV-2.
Ponemos el foco ahora en una revisión de estudios llevada a cabo por el Instituto de Investigación Infantil Murdoch (MCRI, por sus siglas en inglés) en Australia, cuyos resultados fueron publicados a finales de septiembre en la revista Pediatric Infectious Disease Journal. Esta revisión abarcó 14 estudios que engloba a 19.426 niños.
Entre los participantes que informaron experimentar síntomas persistentes tras la infección, los más comunes entre las cuatro y 12 semanas posteriores a la infección aguda fueron dolor de cabeza, fatiga, trastornos del sueño, dificultades para concentrarse y dolor abdominal.
Tal y como se ha podido comprobar a través de estas líneas, la evidencia sobre el Covid persistente en niños plantea un amplio abanico de posibilidades. Los expertos deben tener una comprensión clara del impacto que el Covid prolongado en niños y adolescentes puede tener de cara al futuro. “Como los niños a menudo son asintomáticos o tienen síntomas leves cuando contraen la infección, una de las razones para vacunarlos es protegerlos contra las consecuencias a largo plazo del SARS-CoV-2 como el síndrome inflamatorio multisistémico y el Covid prolongado”, declara la doctora Petra Zimmermann, profesora titular de la Universidad de Friburgo y miembro honorario de MCRI.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha recomendado la vacunación contra la Covid-19 de los niños de entre cinco y 11 años, defendiendo “el derecho del niño a su protección individual frente a esta enfermedad que, aunque en general en estas edades es leve, puede complicarse en ocasiones”, además de contribuir a “mantener espacios educativos seguros” y contribuir a la consecución de la inmunidad de grupo.
No se conoce con exactitud qué porcentaje del total de infecciones por SARS-CoV-2 en la comunidad corresponde a los niños, ya que hasta un 50% de los casos podrían ser asintomáticos. A medida que la población elegible para la vacunación se ha ido ampliando, la incidencia de virus en estos grupos ha ido disminuyendo. Actualmente, la mayor incidencia en el caso de España la encontramos en los menores de 12 años lo que refuerza aún más la necesidad de su vacunación. En las circunstancias actuales, este grupo poblacional representa una proporción sustancial de los no vacunados a los que la infección puede llegar y erigirse como un eslabón fundamental para continuar fomentando la circulación del SARS-CoV-2, lo que podría favorecer el surgimiento de nuevas variantes.