Vacunarse contra la Covid-19 mejoró considerablemente el bienestar psicológico de los participantes en el estudio “Comprender el coronavirus en Estados Unidos, una gran mirada longitudinal al impacto de la pandemia en las personas”. De acuerdo con este la vacunación se asoció con disminuciones en la angustia y los riesgos percibidos de infección, hospitalización y muerte.
El estudio , que aparece publicado en American Journal of Preventive Medicine, valida las preguntas intuitivas pero previamente sin respuesta de si vacunarse reduce los riesgos percibidos asociados con la Covid-19, y si la reducción de estos temores conduce a mejoras en la salud mental y la calidad de vida.
“Nuestro estudio documenta importantes beneficios psicológicos de la vacunaciónmás allá de la reducción del riesgo de enfermedad grave y muerte asociada con la Covid-19”, explica el investigador principal Jonathan Koltai, del Departamento de Sociología de la Universidad de New Hampshire (Durham, Estados Unidos).
La angustia psicológica y la ansiedad aumentaron considerablemente en la población tras el inicio de la pandemia. Varios factores contribuyeron, como la pérdida generalizada de empleos e ingresos, la inseguridad alimentaria, el aislamiento social, las cargas de cuidado, el abuso de sustancias y la discriminación racial.
Los síntomas depresivos persistieron y aumentaron en 2021 para aquellos que experimentaron una acumulación de exposiciones al estrés. No es sorprendente que muchas personas también experimenten temores anticipatorios que contribuyen al aumento de los problemas de salud mental.
Los datos de un estudio representativo a nivel nacional de 8.090 adultos que fueron entrevistados regularmente entre marzo de 2020 y junio de 2021, revelaron disminuciones en las percepciones de riesgo relacionadas con la Covid-19 y angustia psicológica después de la vacunación. Específicamente, los adultos que recibieron al menos una dosis de la vacuna contra entre diciembre de 2020 y junio de 2021, informaron de una reducción relativa del 7% en la angustia mental, medida con las puntuaciones de angustia del Cuestionario de Salud del Paciente 4 (PHQ-4), a partir de los niveles promedio en el período de encuesta inmediatamente anterior a la vacunación.
Los adultos que recibieron al menos una dosis de la vacuna contra entre diciembre de 2020 y junio de 2021, informaron de una reducción relativa del 7% en la angustia mental
Las reducciones en la angustia se explicaron parcialmente por la disminución de las percepciones de riesgo después de la vacunación. Vacunarse se asoció con una disminución de 7,77 puntos porcentuales en el riesgo percibido de infección, una disminución de 6,91 puntos porcentuales en el riesgo percibido de hospitalización y una disminución de 4,68 puntos porcentuales en el riesgo percibido de muerte. El ajuste para las percepciones de riesgo disminuyó la asociación entre vacunación y angustia en un 2%.
Estos efectos persistieron y se intensificaron hasta al menos ocho semanas después de la vacunación. Cabe señalar que, si bien las respuestas de los participantes vacunados y no vacunados siguieron tendencias similares antes de la vacunación, divergieron significativamente después de esta. Vacunarse hizo que las personas se sintieran más seguras además de estar más seguras.
El impacto de la vacunación en la salud mental varió según la raza o el origen étnico. Las mayores reducciones en la angustia se observaron entre los indios americanos y los nativos de Alaska, que han sufrido de manera desproporcionada por la Covid-19.
El desglose entre los grupos raciales/étnicos fue proporcional a la población general de los Estados Unidos durante el período de estudio, con las tasas más altas de vacunación observadas entre los asiáticos y las islas del Pacífico, y las tasas más bajas de vacunación observadas entre los participantes negros.
Con la rápida expansión de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) a finales de 2021 y principios de 2022, se necesitan medidas urgentes para aumentar las tasas de vacunación y lograr la equidad de las vacunas, tanto a nivel local como mundial. Estos esfuerzos deben ir acompañados de una comunicación eficaz sobre los beneficios, tanto físicos como mentales, asociados con la vacunación.
"Para garantizar que estos beneficios se compartan ampliamente, los esfuerzos para aumentar las tasas de vacunación y refuerzo a principios de 2022 deben priorizar la distribución equitativa y el acceso a las vacunas", concluye.