Asturias, Cataluña, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid y Extremadura son, hasta el momento, las comunidades autónomas en las que ya no se exigirá el pasaporte Covid para acceder a la hostelería o al ocio nocturno. El resto de autonomías lo continúan solicitando al considerarlo una medida útil para controlar la pandemia.
El pasado 17 de noviembre la ministra de Sanidad, Carolina Darias, recordaba en la rueda de prensa posterior al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), que las comunidades autónomas tenían a su disposición la posibilidad de implantar el pasaporte Covid como una herramienta con la que controlar la pandemia. Un recurso sobre el que la titular de Sanidad recordaba que está avalado por el Tribunal Supremo “en determinados ámbitos territoriales, durante un espacio acotado y si la situación epidemiológica lo demanda”. Desde este momento los españoles nos hemos familiarizado en mayor o menor medida con este documento que ha perseguido dos objetivos muy claros. El primero de ellos, aumentar las tasas de vacunación en nuestro país. El segundo, reducir la transmisión del virus.
El uso del pasaporte Covid en nuestro país ha generado intensos debates que parten de la escasa necesidad de esta medida en nuestro país. España se ha posicionado desde el inicio de la campaña de vacunación masiva contra la Covid-19 como uno de los países con mayor absorción de los sueros entre la población, a diferencia de los países de nuestro entorno.
Por lo tanto, la eficacia del pasaporte Covid en este sentido ha tenido un impacto poco significativo. De acuerdo con los datos publicados por el Ministerio de Sanidad de los que se hacen eco en Diario Sur, entre el 16 de noviembre y el 26 de diciembre 523.000 personas elegibles para la vacunación y que no se habían inoculado ningún suero, lo hicieron. En cuanto al control de la transmisión, podemos hablar de una eficacia prácticamente nula.
A finales del mes de noviembre se detectaban los primeros casos en Sudáfrica de la variante Ómicron (B.1.1.529). A finales de diciembre Ómicron se erigía como la variante dominantedesplazando a Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India) provocando en la mayoría de países una explosión en las cifras de contagios y reinfecciones nunca antes vistas en la pandemia. Un contexto epidemiológico en el que el uso del pasaporte Covid como mecanismo de acceso para la hostelería, ocio nocturno o gimnasios no ha evitado los contagios.
Algunos expertos han señalado que el uso del pasaporte Covid en entornos como la hostelería y el ocio nocturno no es una medida recomendable, ya que genera una falsa sensación de seguridad que podría traducirse en la relajación de otras intervenciones no farmacológicas como el uso de mascarillas o no mantener el distanciamiento físico
Desde el primer momento en el que se aprobó su utilización esta herramienta ha generado polémica. El hecho de que una persona esté completamente vacunada o demuestre que ha superado la infección por SARS-CoV-2 previamente, no descarta que puedan infectarse. Es necesario recordar que las vacunas que se están inoculando no son esterilizantes (no previenen la infección) aunque si son seguras y eficaces a la hora de reducir el riesgo de desarrollo de enfermedad grave y, por tanto, de ingreso hospitalario y muerte. A pesar de esto, diversos estudios han demostrado que las amplias coberturas vacunales contribuyen a reducir la propagación del virus. Pero esto ha cambiado con Ómicron; más contagiosa, con mayor capacidad de escape inmunitario y con una mayor capacidad para provocar reinfecciones.
Algunos expertos han señalado que el uso del pasaporte Covid en entornos como la hostelería y el ocio nocturno no es una medida recomendable, ya que genera una falsa sensación de seguridad que podría traducirse en la relajación de otras intervenciones no farmacológicas como el uso de mascarillas o no mantener el distanciamiento físico.
Si atendemos a los datos de Sanidad publicados diariamente, lo cierto es que apenas se aprecia diferencia en términos de incidencia acumulada a 14 días por cada 100.000 habitantes entre aquellas comunidades autónomas que solicitan el pasaporte Covid para acceder a determinados establecimientos y aquellas que no. El mejor ejemplo lo encontramos en Navarra, Aragón o País Vasco que han apostado por esta herramienta, pero han reportado incidencias acumuladas mayores que las regiones que no lo aplican en las últimas semanas.
Solo cuatro comunidades autónomas (Extremadura, Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León) se han abstenido en este tiempo de solicitar el pasaporte Covid para acceder, por ejemplo, al ocio nocturno o la hostelería. Los datos reportados en esta sexta en estos territorios no muestran una curva más pronunciada en comparación con aquellas regiones en las que sí se apostó por esta medida.
Los expertos indican además que, debido al carácter explosivo de esta sexta ola, resulta muy complicado poder comprobar la eficacia real de la implementación del pasaporte Covid. Desde el punto de vista de la incidencia esta medida poca o ninguna eficacia puede tener y, a la hora de reducir la transmisión de virus sus beneficios son imperceptibles dadas las características de la sexta ola.