Con la crisis provocada por la Covid-19, las dificultades y agotamiento extra que afrontan las mujeres que tienen que compaginar las tareas familiares con su jornada laboral, se han visto acrecentadas.
De acuerdo con un estudio realizado por el Departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia, las mujeres con menores que teletrabajan soportan la mayor parte del estrés del confinamiento. “Son ellas las que hacen malabarismos para coordinar y dedicar tiempo a todas las partes de su vida, muchas veces renunciando a tiempo para ellas. Madrugando para poder sacar adelante las horas de trabajo, conectadas continuamente a sus correos profesionales, mientras educan, cuidan y gestionan las necesidades de la casa. Y están agotadas. Es lo que se conoce como el síndrome de la mujer agotada. El mal del siglo XXI”, afirma Mónica García, coach de liderazgo personal y profesional y fundadora de El Factor Humano.
Este cansancio vital que acaba provocando un agotamiento y mal humor crónico, se ha visto acentuado por la situación actual
“No es solo esta excepcional situación la que hace que una mujer esté sin fuerzas. Es toda la carga que soporta y acumula a lo largo de los meses y que se ha acentuado con el confinamiento. Durante estos dos meses de aislamiento social la adrenalina las ha mantenido en un nivel alto de rendimiento, sin bajar la guardia, conciliando como podían, pero cuando ahora que comienza la desescalada y viendo que tendrán que incorporarse físicamente a sus puestos de trabajo mientras los niños permanecen en casa… el bajón al que están expuestas las mujeres a nivel físico y anímico es tremendo. Es lo que se conoce como cansancio emocional”, explica García. Todo ello puede generar problemas futuros como enfermedades de piel, debilidad en el sistema inmunológico o problemas de tensión muscular.
En España este síndrome aún no se trata como un mal diagnosticado, pero en Inglaterra, el Servicio Nacional de Salud ya usa el término TATT que equivale a “Tired all the time”, es decir: cansadas todo el tiempo.
CONSEJOS PARA MANTENER LA ENEGERÍA
Sobre cómo gestionar nuestra energía y combatir el síndrome de la mujer agotada en esta época post Covid-19, García ofrece una serie de consejos. No obstante, lo primero siempre será asegurarse de que no se trata de un tema de salud física.
Priorizar el sueño es otra de las recomendaciones claves para evitar ese agotamiento. “El sueño es reparador desde el punto de vista que pone a punto nuestros órganos, realiza una limpieza para deshacerse de los residuos creados durante el día y renueva los depósitos de lo que si vamos a necesitar”, señala la coach. Por ello, recomienda dormir entre 7 y 9 horas, en una habitación completamente a oscuras y con una temperatura no muy alta.
A la hora de gestionar la energía lo peor que podemos hacer es esperar a descansar al final de día. García insiste en la necesidad de realizar descansos durante el día “que sean realmente descansos. No para aprovechar a hacer otras cosas”. Asimismo, señala la importancia de enfocarse en una sola cosa, “cuando estás a lo que estás la energía que se consume es menor que si tienes la atención dividida en varios frentes diferentes”.
Priorizar el sueño, hacer descansos y controlar la información que se consume, son algunos de los consejos para evitar ese agotamiento
Otra de las propuestas que ofrece la coach es pasar de la obligación a la elección, es decir, “cultivar una mentalidad de libertad. Del tengo que, al elijo que”. Un cambio que reducirá el nivel de resistencia ante muchas actividades.
Prestar a la relación con uno mismo será otra de las claves para empezar y acabar el día con energía. “En este aspecto puedes considerar el convertirte en una buena amiga o compañera. De esas que siempre tienen tiempo para escuchar, una palabra de ánimo y sobre todo, que te ven guapísima y capaz”.
García pone especial atención en la información que consumimos, “es importante elegir cuándo, qué y la cantidad que consumo. Por eso pon límites a la información que consumes lo mismo que los pones a lo que comes”.
Por último, la especialista insiste en la necesidad de pedir ayuda concreta y específica en vez de “echar en cara” o exigir. Si no llegas a algo compártelo desde la vulnerabilidad, déjate ayudar y sobre todo ábrete a ver el valor en otras formas de hacer lo mismo.