La azitromicina es un antibiótico que durante los primeros momentos de la Covid-19 se utilizó para esta enfermedad. Es frecuente su uso en el tratamiento de infecciones respiratorias agudas y se pensó que también sería eficaz contra la patología causada por el SARS-CoV-2. Sin embargo, con el tiempo se ha visto que su uso no tiene ningún beneficio, algo que también ha constatado una investigación actual liderada por la Sociedad Española de Farmacéuticos de atención Primaria (SEFAP) en pacientes con un tratamiento crónico con el fármaco u otros macrólidos con previo contacto al virus.
El estudio publicado en la revista Antibióticos ha concluido que también es ineficaz este tratamiento cuando se utiliza a largo plazo. "Los ciclos prolongados con azitromicina, incluso en tratamientos de larga duración en pacientes que la estaban recibiendo por otros motivos, no se han mostrado efectivos para prevenir la enfermedad, una peor evolución o la mortalidad a causa de la misma”, sostiene Rocío Fernández Urrusuno, coordinadora del grupo y una de las investigadoras principales del estudio.
La azitromicina y otros macrólidos se han utilizado en ciclos de larga duración, “con frecuencia en el tratamiento de pacientes con enfermedades inflamatorias respiratorias crónicas (asma, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), bronquiectasias, fibrosis quística, etc), con el fin de mejorar la función pulmonar y evitar la progresión a enfermedad más grave, en base a su potencial actividad inmunomoduladora y antiinflamatoria”, explica la experta. Esto quiere decir que es un tratamiento ineficaz utilizado en pacientes con mayor vulnerabilidad al Covid.
“Comparado con los pacientes no-Covid, el porcentaje de pacientes ingresados en el hospital durante el período de estudio fue 2,8 veces superior y el porcentaje de muertes fue 5,8 veces mayor que entre los pacientes con COVID-19", señala Messeguer
En el estudio participaron 57 Farmacéuticos de Atención primaria de 40 Áreas de Salud de toda España, que analizaron una cohorte de más de 3.000 pacientes con edad media de 73 años. Estos estaban recibiendo tratamiento a largo plazo con azitromicina u otros macrólidos durante la primera ola de la pandemia en España. Se trataba "una dosis semanal de 1500 mg de azitromicina durante 39 meses como media, y al mismo tiempo recibían otros tratamientos concomitantemente como broncodilatadores, corticoides, analgésicos, antihipertensivos e inhibidores de la bomba de protones", explica la Farmacéutica de Atención Primaria Carmen Marina Meseguer, investigadora principal del proyecto.
Entre los pacientes del estudio, la prevalencia de Covid-19 fue del 4,8%, parecido al resto de la población. Sin embargo, tuvieron síntomas más graves que la población común, y con mayor ortalidad. “Comparado con los pacientes no-Covid, el porcentaje de pacientes ingresados en el hospital durante el período de estudio fue 2,8 veces superior y el porcentaje de muertes fue 5,8 veces mayor que entre los pacientes con COVID-19", señala Messeguer. "Nuestros resultados pueden sumarse al conjunto de estudios que muestran que es poco probable que los efectos antibacterianos o los supuestos efectos antiinflamatorios de la azitromicina se traduzcan en un beneficio clínico frente al Covid-19”, añade.
REDUCCIÓN DEL USO DEL ANTIBIÓTICO
Tras la primera ola, el uso global de azitromicina en España disminuyó notablemente, hasta el punto de producirse un cambio en el patrón de consumo durante los meses de invierno (octubre-marzo) de la temporada 2020-2021, una estación caracterizada por la alta prevalencia de infección respiratoria aguda. "Si comparamos el periodo octubre 2020 - marzo 2021 con el del año anterior, según los datos aportado por el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), se prescribió un 48% menos de azitromicina en la comunidad en España”, analiza Lucía Jamart, miembro de SEFAP y otra de las investigadoras del estudio.
Según los investigadores esta reducción se debe a que ha habido menos procesos respiratorios agudos en Atención Primaria debido a las medidas de aislamiento y protección, también se ha podido producir poque los procesos respiratorios más banales no se derivaron a consulta médica y por tanto no se prescribió este antibiótico. “La azitromicina es un fármaco que se utiliza con frecuencia en esta clase de situaciones, entre otras cosas por su comodidad posológica. Debido probablemente a los motivos anteriormente citados, su uso, al igual que ha pasado con el de otros antibióticos que se suelen prescribir para infecciones respiratorias agudas, ha caído brutalmente”, concluye Jamart.