El SARS-CoV-2 podría inducir dolor duradero. Este virus, causante del Covid-19, podría provocar esto de forma única, según revela una investigación publicada en la revista 'Science Signaling'. Gracias a este descubrimiento se puede llegar a comprender mejor la fisiopatología y validar nuevas terapias para el tratamiento y la prevención de la infección.
El Covid-19 se asocia con resultados clínicos muy variables que van desde la enfermedad asintomática hasta la muerte. En los casos más leves, puede producir síntomas de infección respiratoria (tos, congestión, fiebre) y fenotipos sensoriales como dolor de cabeza y pérdida del sentido del olfato.
En los casos más graves, la infección por SARS-CoV-2 puede afectar a casi todos los órganos y provocar accidentes cerebrovasculares por oclusión vascular, daños cardiovasculares e insuficiencia renal aguda.
Venetia Zachariou: "El SARS-CoV-2 podría inducir dolor duradero de una forma bastante singular, lo que subraya la necesidad de terapias dirigidas a vías moleculares específicas de este virus"
Un número considerable de pacientes con infección activa, tanto leve como grave, experimentan síntomas relacionados con los sentidos, como dolor de cabeza, dolor visceral, síndrome de Guillain-Barré, dolor nervioso e inflamación. En la mayoría de los pacientes estos síntomas remiten una vez finalizada la infección, pero en otros pueden persistir.
En un nuevo estudio, investigadores de la Facultad de Medicina Chobanian & Avedisian de la Universidad de Boston, la Facultad de Medicina Icahn de Mount Sinai (Icahn Mount Sinai) y la Universidad de Nueva York (NYU), en Estados Unidos, han descubierto que miles de genes se veían afectados por la enfermedad mediada por el SARS-CoV-2 incluso después de que la infección vírica hubiera desaparecido.
Estos genes estaban asociados a la neurodegeneración y a vías relacionadas con el dolor, lo que sugiere daños duraderos en los ganglios de la raíz dorsal (nervios espinales que transportan mensajes sensoriales desde diversos receptores) que pueden subyacer a los síntomas de las afecciones post-Covid, también conocidas como Covid largo.
"Varios estudios han descubierto que una alta proporción de pacientes con Covid largo sufren una percepción anormal del tacto, la presión, la temperatura, el dolor o el hormigueo en todo el cuerpo. Nuestro trabajo sugiere que el SARS-CoV-2 podría inducir dolor duradero de una forma bastante singular, lo que subraya la necesidad de terapias dirigidas a vías moleculares específicas de este virus", explica la autora correspondiente, la doctora Venetia Zachariou, catedrática de Farmacología, Fisiología y Biofísica de la Facultad de Medicina Chobanian y Avedisian de la BU.
Utilizando un modelo experimental infectado con SARS-CoV-2, los investigadores estudiaron los efectos de la infección sobre la sensibilidad al tacto, tanto durante la infección activa como mucho después de que ésta hubiera desaparecido.
Zachariou: "Esperamos que este estudio proporcione nuevas vías para abordar los síntomas somatosensoriales de la Covid prolongada y el ME/CFS"
A continuación, compararon los efectos del SARS-CoV-2 con los provocados por la infección por el virus de la gripe A. En el modelo experimental, observaron un aumento lento pero progresivo de la sensibilidad sensorial a lo largo del tiempo, que difería sustancialmente del control vírico, el virus de la gripe A, que provocaba una rápida hipersensibilidad durante la infección activa, pero volvía a la normalidad al terminar la infección.
Según los investigadores, este modelo puede utilizarse para obtener información sobre los genes y vías afectados por el SARS-CoV-2, aportando información novedosa a la comunidad científica sobre los cambios de expresión génica en los ganglios sensoriales varias semanas después de la infección.
"Esperamos que este estudio proporcione nuevas vías para abordar los síntomas somatosensoriales de la Covid prolongada y el ME/CFS (encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica), que apenas ahora están empezando a ser abordados por la medicina convencional. Aunque hemos empezado a utilizar esta información validando una diana prometedora en este estudio, creemos que nuestros datos, ahora disponibles públicamente, pueden aportar ideas sobre muchas estrategias terapéuticas nuevas", añade Zachariou.