La transmisión por aerosoles del SARS-CoV-2tardó en convertirse en una realidad científica en los inicios de la pandemia. Hoy, nadie duda ya de que se trata de la principal vía de contagio del coronavirus, motivo por el que el uso de las mascarillas se erige como uno de los principales mecanismos para proteger y protegernos de la infección. Si algo ha demostrado el SARS-CoV-2 es su capacidad para evolucionar y continuar infectando como demuestra la aparición de las distintas variantes que con gran velocidad se han expandido en todo el mundo en los distintos momentos de la pandemia.
Actualmente es la variante Delta (B.1.621.2, detectada originalmente en India), la predominante a nivel global. Esta forma junto con Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido), Beta (B.1.351, detectada originalmente en Sudáfrica) y Gamma (P.1, detectada originalmente en Brasil) el grupo denominado como “variantes de preocupación”según la clasificación establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas variantes del virus pueden ser más transmisibles, pueden provocar una enfermedad más grave e incluso pueden tener una mayor capacidad de escape inmunitario.
En este contexto Alfa y Delta se presentan como las variantes con mayor capacidad de propagación. Hecho que ha quedado constatados con la predominancia global de Alfa destronada posteriormente por la mayor virulencia de Delta. Ahora dos nuevos estudios arrojan nueva evidencia sobre la posible explicación de la rápida capacidad de propagación de estas dos variantes: son evoluciones de la cepa original detectada en Wuhan (China) que cuentan con una capacidad más eficiente de transmisión en el aire.
Retomando la idea con la que se inician estas líneas, la constatación científica de que el coronavirus se transmitía por el aire en espacios interiores transformó radicalmente los esfuerzos de contención de la pandemia. Las mascarillas se han convertido en un elemento imprescindible en nuestras vidas y medidas como la distancia interpersonal y la correcta y óptima ventilación de los espacios se presentan como cruciales para reducir las cifras de nuevos contagios.
Si atendemos a la evidencia científica con la que se cuenta hasta el momento, parece existir un amplio consenso sobre el hecho de que el coronavirus se transmite principalmente a través de gotas grandes que exhalamos al hablar, toser o estornudar y caen rápidamente sobre las superficies, y gotas más pequeñas (aerosoles) que pueden permanecer en suspensión en el aire y moverse a mayor distancia durante cierto tiempo. Esto no ha cambiado y los hallazgos de las dos investigaciones referidas no lo cambian. Únicamente alertan de la necesidad de optimizar las recomendaciones de las mascarillas en momentos concretos, ya que el virus continúa evolucionando para hacer frente a todo aquello con lo que intentamos frenar su propagación.
“Se trata de una modificación del virus para tener una transmisión más eficiente, que es algo que todos esperábamos y ahora está sucediendo en tiempo real”
“Se trata de una modificación del virus para tener una transmisión más eficiente, que es algo que todos esperábamos y ahora está sucediendo en tiempo real”, explica en The New York TimesVicent Munster, virólogo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos.
El equipo del doctor Munster ha demostrado que los aerosoles de pequeño tamaño se desplazan distancias mucho más largas que las gotas de mayor tamaño, indicando que la variante Alfa tiene muchas más posibilidades de causar nuevas infecciones a través de la transmisión por aerosoles. La segunda de estas investigaciones manifiesta que las personas infectadas por la variante Delta exhalaban alrededor de 43 veces más cantidad de virus a través de diminutos aerosoles que aquellos que estaban infectados por otras variantes.
Los estudios han comparado la variante Alfa con la cepa original, así como con otras variantes más antiguas. Estos resultados también podrían explicar por qué la variante Delta es tan contagiosa y ha conseguido imponerse a todas sus predecesoras a nivel global.
Jing Lu, epidemiólogo del Centro Provincial de Control y Prevención de Enfermedades de Guangdong (China), ha capitaneado un estudio publicado en Nature que aporta nueva evidencia sobre la mayor capacidad de transmisión de la variante Delta. La investigación revela que el virus era detectable en las personas infectadas por la variante Delta cuatro días después de la exposición al coronavirus, en comparación con el promedio de seis días en aquellos infectados con la cepa original.
Los responsables del estudio indican, en base a este hallazgo, que Delta se replica de forma mucho más rápida. Además, las personas infectadas por la variante Delta presentaban cargas virales hasta 1.260 veces más altas que aquellas cuya infección había sido causada por la cepa original del coronavirus. Los expertos consideran que la elevada carga viral registrada y el breve periodo de incubación que requiere la infección provocada por la variante Delta son los dos motores principales que han impulsado sur rápida propagación en todo el mundo.
Los expertos tranquilizan asegurando que todas las herramientas que tenemos a nuestra disposición todavía son eficientes a la hora de detener la propagación del virus. Aún así, debemos continuar cumpliendo con el uso de mascarillas en espacios interiores, mantener la distancia interpersonal y asegurar una buena ventilación, especialmente ante la llegada del invierno.