El Ministerio de Sanidad se encuentra investigando el fallecimiento de un hombre de 36 años dos semanas después de recibir la vacuna contra la COVID-19 desarrollada por Janssen. Tal y como informan desde el diario El Mundo, los profesionales médicos que le atendieron en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla han apuntado a la existencia de una posible relación directa entre la inoculación del suero y la muerte.
El varón no presentaba ningún tipo de patología previa diagnosticada y fue vacunado con Janssen el pasado 25 de junio en su centro de trabajo en una localidad de Sevilla, al igual que muchos otros compañeros, siguiendo el acuerdo firmado por la Junta de Andalucía con algunas grandes empresas para agilizar el proceso de inmunización de sus empleados.
La citada cabecera relata que el hombre, días después de la administración de la vacuna, comenzó a sentir malestar y lo atribuyó a los efectos secundarios de la vacuna. El lunes 5 de julio la situación empeoró y fue trasladado en ambulancia al Hospital Comarcal de la Merced (Osuna). De acuerdo a las declaraciones de su familia fue en este centro donde se le realizaron las primeras pruebas que determinaron que había sufrido un ictus. Se le trasladó en helicóptero al Hospital Virgen del Rocío donde falleció a las pocas horas.
Los médicos que atendieron a la víctima no dudaron a la hora de establecer una relación directa entre la inoculación de la vacuna y los múltiples trombos que se habían producido en el paciente y que acabaron por provocarle un fallo multiorgánico
La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía ha confirmado a El Mundo que se ha informado del caso al Centro Andaluz de Farmacovigilancia y a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), “para proceder a su investigación según los protocolos vigentes”. Desde la Consejería reiteran que “ante este tipo de sospechas es vital descartar mediante estudios y pruebas científicas cualquier relación causa-efecto”, y que es responsabilidad del Ministerio de Sanidad comunicar los resultados en caso de que se confirme que la muerte guarda relación con la administración de la vacuna.
Retomando el relato de los familiares del fallecidos este indica que los médicos que atendieron a la víctima no dudaron a la hora de establecer una relación directa entre la inoculación de la vacuna y los múltiples trombos que se habían producido en el paciente y que acabaron por provocarle un fallo multiorgánico. La familia no ha recibido todavía ningún informe en el que se certifique la causa de la muerte ni tampoco el acta de defunción necesario para interponer cualquier tipo de denuncia. Únicamente cuentan con la somera respuesta a una primera reclamación presentada en el Hospital Virgen del Rocío a través de la que se insta a los familiares a que trasladen lo ocurrido a la empresa en la que el fallecido fue vacunado.
“En relación a su escrito de reclamación de fecha de 6 de julio, debemos informarle que el Libro de Reclamaciones de la Junta es el cauce para denunciar una situación ocurrida en un centro público, por lo que entendemos que no procede la tramitación de su queja por nuestra parte. La vacuna de su hermano, tristemente fallecido, se administró en su lugar de trabajo, por lo que debe usted comunicar a dicha empresa lo ocurrido para que se inicien las averiguaciones pertinentes en relación a su caso”, expone la referida respuesta publicada por El Mundo.
La Estrategia Nacional de Vacunación contra la COVID-19 del Ministerio de Sanidad establece que la vacuna de Janssen debe ser administrada a mayores de 40 años. Aunque en el protocolo no se recoge expresamente, la Consejería de Salud señala que es coherente administrar este suero a los trabajadores de las empresas adscritas al Plan Sumamos, programa a través del que se busca agilizar la inmunización de la población mediante la vacunación en centros de trabajo.