Desde el inicio de la pandemia de SARS-CoV-2 son muchas las voces que han señalado que el progresivo avance de la primavera y la consecuente llegada del verano servirá para frenar la expansión del nuevo coronavirus como consecuencia de una elevación de las temperaturas.
Una idea que encuentra su origen en el comportamiento estacional de otros virus ya conocidos que reducen su incidencia con la subida de las temperaturas.
En las últimas semanas se han pronunciado al respecto los epidemiólogos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como numerosos expertos de los principales centros de control de enfermedades de la Unión Europea y Estados Unidos. En parte, coinciden a la hora de señalar que el SARS-CoV-2 podría tener una estacionalidad como la reportada por la gripe común.
Pero piden cautela. Nos encontramos ante un virus completamente nuevo sobre el que se desconoce su comportamiento y evolución en las distintas estaciones del año, tal y como señalaba hace unas semanas el director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, Michael Ryan.
Se desconoce si el SARS-CoV-2 tendrá un patrón estacional al igual que ocurre con otros virus respiratorios como la gripe o los coronavirus causantes de los catarros comunes
Sobre la estacionalidad del nuevo coronavirus ha recabado información el Ministerio de Sanidad en su último informe científico técnico. Tal y como indican en este documento, se desconoce si el SARS-CoV-2 tendrá un patrón estacional al igual que ocurre con otros virus respiratorios como la gripe o los coronavirus causantes de los catarros comunes.
Estimando el intervalo serial y calculando el número básico de reproducción diario, en más de 100 ciudades chinas con más de 40 casos, se observó una relación lineal inversa con la temperatura y la humedad. Por cada aumento en un grado Celsius y 1% de humedad, el R0 se redujo 0,0383 y 0,0224, respectivamente.
Hay que tener en cuenta el resto de factores que influyen en la transmisión en el curso de esta epidemia, como la alta susceptibilidad a la infección de la población en su conjunto
Del mismo modo, investigadores de Estados Unidos e Irán han observado una expansión geográfica mundial desde China a otras regiones con una distribución predominante en un corredor estrecho entre los meridianos 30-50 N´´, con patrones climáticos similares (5-11º C y 47-79% humedad).
En lugares más próximos a China, con mayor intercambio de personas, como India, la expansión no se ha producido del mismo modo, lo que apoyaría la hipótesis del patrón estacional.
Otro grupo ha observado la correlación inversa de la trasmisión del SARS-CoV-2 con la temperatura, ajustando por la capacidad de vigilancia de los países.
Aunque estas observaciones son importantes, también hay que tener en cuenta el resto de factores que influyen en la transmisión en el curso de esta epidemia, como la alta susceptibilidad a la infección de la población en su conjunto y la relajación de las medidas de distanciamiento social con la llegada del verano.
Por ello, es probable que en verano se seguirá transmitiendo, aunque con menor intensidad concluye el informe.