La crisis del coronavirus deja experiencias y lecciones aprendidas, fruto de la necesidad de reestructurar la asistencia sociosanitaria en tiempo récord, guiada por la intuición y la veteranía en el cuidado de las personas que sufren enfermedades mentales. Por ejemplo, las que viven en pisos tutelados.
Este tipo de pacientes están capacitados para vivir en comunidad con otras personas, pero necesitan una vida pautada y organizada para alcanzar el bienestar. La experiencia vivida durante la pandemia debe ser aprovechada para planificar y coordinar nuevos protocolos de actuación que permitan enfrentar posibles crisis de forma organizada y coordinada.
Ana Villota es la fundadora y directora de la Asociación de Iniciativas Sociales (AISS). Una red de siete pisos tutelados para personas con enfermedad mental que opera en Madrid desde hace más de 20 años. Una experiencia que ha querido compartir con ConSalud.es para entender mejor cuáles son las principales herramientas sobre las que se debe trabajar para ayudar a que todos los logros conseguidos no se pierdan como consecuencia de los meses de confinamiento. “Hay que establecer un programa que contemple dos escenarios: su protección frente a la Covid-19 y su protección en el ámbito psiquiátrico y psicológico”, comienza explicando Villota.
“Conseguir este objetivo requiere el establecimiento de una coordinación regular, reglada y específica, entre los centros de salud mental y nuestros pisos tutelados porque el aislamiento y el temor han roto uno de los pilares fundamentales que nos ayudan a su estabilidad emocional. Es el momento de aprender de estas circunstancias y preparar un protocolo de actuación que nos permita enfrentar situaciones parecidas en el futuro”.
“Hay que establecer un programa que contemple dos escenarios: su protección frente a la Covid-19 y su protección en el ámbito psiquiátrico y psicológico”
La cuestión que plantea Villota parece relevante en un momento en el que se están produciendo brotes, pero que están afectando a comarcas enteras donde también viven personas que sufren algún tipo de enfermedad mental. De ahí, la necesidad de protocolarizar acciones que permitan mantener sus rutinas sociales y sanitarias.
Desde AISS, se proponen cinco medidas importantes:
• Creación de grupos de trabajo entre las instituciones de salud mental y las administraciones. El objetivo es generar protocolos de actuación estandarizados, claros y precisos, que trabajen en pautas de actuación que se deben seguir con estos pacientes ante posibles rebrotes, para garantizar su protección frente a la Covid 19 y su salud mental.
• Constitución de equipos multidisciplinares del ámbito público y privado. Constituidos por psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales y otros profesionales que se ocupan de recursos de ocio, esparcimiento y respiro. La sanidad privada es complementaria a la sanidad pública, especialmente en el ámbito de la salud mental.
• Establecimiento de recursos de actuación y apoyo, dentro y fuera de las instituciones de salud mental (en este caso, de los pisos tutelados). Es imprescindible que permanezcan abiertos centros de atención diurna para minimizar el riesgo de deterioro a consecuencia de las situaciones de aislamiento o falta de actividad a la que los pacientes estaban acostumbrados.
• Creación de una red de teleasistencia que cubra tres áreas básicas para estos pacientes: psiquiátrica, psicológica y social en todos los ámbitos donde residen las personas que padecen alguna enfermedad mental.
• Creación de programas específicos que permitan mantener los pilares fundamentales de la asistencia a estos pacientes en los que se cimenta su estabilidad emocional. Programas de ocio ajustados a la nueva situación, como también, programas ocupaciones de tiempo libre y hábitos de vida saludable ajustados a situaciones de confinamiento total o parcial.
"No podemos revivir el caos y la absoluta falta de coordinación e información a la que hemos sido sometidos por falta de previsión"
Ana Villota explica que “el sentido de estas medidas es el de aprovechar el conocimiento que ya tenemos, ponerlo en común y tener previstas actuaciones que beneficiarán a los pacientes, a las autoridades sanitarias y a los profesionales sociosanitarios que nos ocupamos del bienestar de estas personas. No podemos revivir el caos y la absoluta falta de coordinación e información a la que hemos sido sometidos por falta de previsión”.
“Es cierto que nos hemos enfrentado a una crisis de salud pública sin precedentes para la que no estábamos preparados. Es el momento de optimizar la experiencia vivida para transformarla en recursos adaptados a la nueva situación que nos ayuden a enfrentarnos a posibles rebrotes adecuadamente preparados”.