China, uno de los países con la estrategia frente a la Covid-19 más férrea del mundo, hace frente a una complicada ola de casos como consecuencia de la expansión de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica). Concretamente el linaje BA.2, con una capacidad de propagación más veloz.
Los datos oficiales hechos públicos por Pekín indican que desde el inicio de la pandemia han fallecido por Covid-19 4.638 personas. Según las autoridades chinas el país ha estado más de un año sin reportar fallecidos por coronavirus y fue el pasado fin de semana cuando se reportaron dos fallecidos.
En términos de vacunación, el 87% de la población ya cuenta con la pauta completa y el 40% ha recibido la dosis de refuerzo. La cifra total de contagiados desde el inicio de la pandemia es de 146.000. De acuerdo con los datos recopilados por Our World in Data. Si atendemos a los datos comunicados por esta plataforma relativos al 28 de marzo, se han notificado 1.293 nuevos contagios (media semanal de 1.878).
La fotografía que nos muestran estos datos contrasta notablemente con la de, por ejemplo, los países europeos. En el viejo continente las cifras de nuevos contagios y fallecidos son mucho mayores y con poblaciones más pequeñas que las de China. Recordemos que el país asiático cuenta con alrededor de 1.400 millones de habitantes. A pesar de esto, China continúa apostando por una estrategia “Covid cero” que se traduce en férreas restricciones y confinamientos que para la población tienen cada vez menor sentido dadas las tasas de cobertura vacunal frente a la Covid-19.
A través de la red social Weibo se han denunciado incluso casos de pacientes que han muerto cumpliendo la cuarentena por no ser atendidos en hospitales o no poder seguir con tratamientos como, por ejemplo, la quimioterapia
El diario El Mundo recoge varios testimonios que muestran cómo se están desarrollando los confinamientos que afectan a millones de personas. Las personas que tienen que guardar cuarentena no solo son vigiladas por las autoridades sino por sus propios vecinos que organizan comités de barrio que, además de intentar surtir de lo necesario a sus vecinos confinados, también les vigilan.
Algunos de los testimonios recogidos por la citada cabecera revelan incluso la colocación de sensores de movimiento en las puertas de las casas para saber si alguien se salta la cuarentena. Recordemos que no cumplir con la normativa sanitaria puede conllevar cuantiosas sanciones económicas e incluso pena de cárcel.
Estos testimonios ponen de relieve que la vigilancia ha alcanzado tal punto que los comités vecinales llegan a tener, en muchas ocasiones, más poder que la policía. A través de la red social Weibo se han denunciado incluso casos de pacientes que han muerto cumpliendo la cuarentena por no ser atendidos en hospitales o no poder seguir con tratamientos como, por ejemplo, la quimioterapia.
Estos son solo algunos casos aislados que han trascendido. Desde el inicio de la pandemia el mundo es consciente del celo y hermetismo con el que desde Pekín se han tratado todos los temas relacionados con su forma de gestionar la pandemia. Y, siendo realistas, las cifras oficiales comunicadas parecen poco creíbles si tenemos en cuenta el escenario epidemiológico que se sucede en el resto de países.
China continúa apostando férreamente por una estrategia de “Covid cero” que, a todas luces, es inviable e incompatible con el regreso a la normalidad perdida con la aparición del SARS-CoV-2. La pregunta que surge es clara: ¿hasta cuándo continuará Pekín con una estrategia caduca?