El próximo sábado 26 de junio la mascarilla dejará de ser obligatoria en España en exteriores, siempre y cuando se pueda mantener la distancia de seguridad de un metro y medio, entre otros criterios. Una medida recibida con cautela por algunos sectores pero que ha recibido el aplauso de gran parte de la sociedad. Desde Moncloa valoran positivamente el momento escogido para la toma de esta decisión ante el buen avance de la Estrategia Nacional de Vacunación contra la Covid-19, que ya ha dejado más de 15 millones de españoles con la pauta completa de inmunización.
A pesar de este dato, numerosos expertos consideran que se trata de una decisión precipitada. Los países que han optado por la eliminación de la mascarilla en exteriores lo han hecho con porcentajes de población vacunada mayores que los de nuestro país. Se suma el temor del avance de la variante Delta del SARS-CoV-2, más transmisible que las anteriores, ya que en los grupos poblacionales más jóvenes apenas se ha avanzado en su inmunización.
La evidencia científica ha demostrado que las mascarillas son eficaces no solo a la hora de evitar que nos contagiemos, sino que evitan también que contagiemos a otros. Su uso en espacios interiores y aquellos que no cuentan con un buen sistema de ventilación es fundamental a la hora de reducir los contagios. A pesar de esto, su papel a lo largo de la pandemia no siempre ha sido el mismo.
En los inicios de la pandemia su uso no era obligatorio. El SARS-CoV-2 era un virus desconocido y fuimos testigos de semanas en las que no se contaba con evidencia científica y la que había, era escasa o confusa. Se sumó el problema de la escasez. Ante el temor al contagio los españoles se lanzaron a las farmacias en busca de la protección de las mascarillas poniendo en serio peligro el stock nacional en un contexto internacional en el que las mascarillas eran un bien de primera necesidad. Motivo por el que únicamente se estableció su uso para los profesionales sanitarios y aquellos que tuviesen riesgo de contacto con positivos o sospechosos de infección. Para estos últimos también se establecía su uso obligatorio.
"Si miramos atrás, desde que estamos con esta maldita pandemia, una de esas medidas no farmacológicas que mayor impacto ha tenido ha sido el uso de la mascarilla. Se trata de una medida que ha sido tremendamente eficaz y útil”
Más allá de la obligatoriedad de su uso o las recomendaciones efectuadas por las autoridades sanitarias, uno de los grandes debates desde el inicio de la pandemia ha sido el precio de las mascarillas. El 21 de abril de 2020, el entonces ministro de Sanidad Salvador Illa, anunciaba la fijación del precio máximo de venta al público de productos sanitarios como las mascarillas. Estos precios se decidieron en la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos (CIPM). Desde el 24 de abril de 2020 las mascarillas quirúrgicas desechables contaban con un precio máximo de 0,96 euros la unidad.
A pesar del precio máximo fijado, este continuaba siendo elevado si tenemos en cuenta que cada mascarilla puede utilizarse un máximo de cuatro horas. El 16 de noviembre de 2020 el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el nuevo precio de las mascarillas quirúrgicas desechables fijado en 0,72 euros por unidad, tras la rebaja del IVA del 21 al 4%. Una reclamación que durante meses realizaron partidos políticos y colectivos sociales al tratarse de un bien de primera necesidad. La negativa del Gobierno generó polémica al escudarse en posibles sanciones por parte de la Unión Europea, a pesar de que países como Portugal, Italia o Francia ya habían determinado la bajada del IVA de las mascarillas.
En cuanto al uso obligatorio de la mascarilla, esta decisión se adoptó el 17 de mayo de 2020. “Hay que reforzar la obligatoriedad del uso de las mascarillas y lo estamos valorando con los expertos y las comunidades autónomas”, declaraba Illa. La norma entró en vigor el 21 de mayo.
"Es deseable que la gente la lleve, pero hacerlo obligatorio no es algo que se pueda plantear muy a la ligera", aseguraba Simón el 29 de abril de 2020, reiterando que es "medida muy importante que puede reducir mucho la transmisión". "Es obligatorio su uso en centros asistenciales, pero en la población hay un debate de si se hace obligatoria o no", subrayaba.
Nadie entendía como una herramienta tan útil a la hora de detener la propagación del virus no había sido declarada con anterioridad. Muchas voces lo solicitaron desde el inicio del Estado de Alarma, pero no sucedió hasta varios meses después.
Desde este momento pocas variaciones ha experimentado el uso de mascarillas en nuestro país. Tal y como se indicaba al inicio de estas líneas el buen avance de la inmunización en nuestro país, sumado al periodo estival, reabrieron el debate sobre su eliminación en espacios exteriores.
En la rueda de prensa celebrada el pasado miércoles 24 de junio tras el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS), la ministra de Sanidad, Carolina Darias, declaraba sobre el uso obligatorio de la mascarilla que “es una medida bien pensada desde la evidencia científica”.
"Si miramos atrás, desde que estamos con esta maldita pandemia, una de esas medidas no farmacológicas que mayor impacto ha tenido ha sido el uso de la mascarilla. Se trata de una medida que ha sido tremendamente eficaz y útil”, recordaba la titular de Sanidad, concluyendo que “el avance de la ciencia y la evidencia científica ya sabemos cómo podemos parar la transmisión del virus”.