“Una vez que la ola provocada Ómicron disminuya, habrá una inmunidad general durante algunas semanas o meses, ya sea por la vacuna o porque las personas son inmunes por la infección, y también una disminución debido a la estacionalidad”. Con estas palabras valoraba la posible entrada en una nueva fase de la pandemia el director regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Hans Kluge. “Es plausible que la región se esté acercando al fin de la pandemia”.
Una opinión que no es compartida del todo por el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus: “Esta pandemia está lejos de terminar y con el increíble crecimiento de Ómicron a nivel mundial, es probable que surjan nuevas variantes, por lo que el seguimiento y la evaluación siguen siendo fundamentales”, aseveraba en rueda de prensa hace una semana.
Desde su descubrimiento a finales de noviembre de 2021 en Sudáfrica la variante Ómicron (B.1.1.529) ha provocado cifras récord de contagios en la mayoría de países, desplazando como dominante a la variante Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India). La evidencia científica con la que se cuenta hasta el momento indica que Ómicron cuenta con un mayor escape inmunitario que las variantes anteriores y es más contagiosa. Las estimaciones apuntan a que el 60% de los ciudadanos europeos podrían infectarse con esta variante antes del próximo mes de marzo. Un pronóstico en el que desempeña un papel fundamental el elevado número de reinfecciones que Ómicron está causando.
La diferencia de esta nueva ola de las anteriores reside en que provoca una enfermedad más leve. No solo por las características inherentes al propio virus, sino por los elevados porcentajes de vacunación que se traducen en un menor número de hospitalizaciones y muertes. Las características de Ómicron, a pesar de las elevadas cifras de contagios, han marcado precisamente el punto de inflexión para hablar de la entrada en una nueva fase.
En el caso de España el Gobierno ya ha planteado que una vez finalice la sexta ola en las que estamos inmersos se iniciará un plan de progresión hacia un modelo de vigilancia similar al empleado con la gripe y otras enfermedades respiratorias. La OMS y cada vez más expertos no están de acuerdo con este tipo de propuestas, aunque recientemente la directora de Salud Pública y del Ambiente de la OMS, María Neira, ha asegurado que Europa se acerca a una fase de control de la pandemia y dejaremos atrás la fase de emergencia de salud pública. Una meta solo alcanzable si se logra la vacunación de al menos el 70% de la población mundial contra la Covid-19.
"Probablemente la Covid-19 se transforme en una infección estacional que nos recuerde a la gripe, con mayor incidencia en meses fríos, producción en un porcentaje pequeño de los infectados de complicaciones respiratorias"
Para analizar la compleja fotografía que observamos en ConSalud.es hemos entrevistado a José Antonio Oteo Revuelta, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica y jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas; director del Laboratorio de Patógenos Especiales – Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores del Hospital Universitario San Pedro – Centro de Investigación Biomédica de la Rioja (CIBIR).
Este es un hecho que todos deseamos. En mi opinión se están dando las circunstancias adecuadas en Europa para que esto suceda.
La mayoría de la población tiene una inmunidad adquirida mediante la infección natural o mediante vacunas, y al ser Ómicron una variante muy infectiva o altamente trasmisible, con datos que apuntan también a una menor virulencia (al menos en el modelo animal, ya que en el humano es difícil extrapolar lo que hubiera pasado sin vacunas) será más difícil que el SARS-CoV-2 y sus variantes nos provoquen enfermedad severa. Llevamos ya dos años de pandemia.
El Gobierno ha anunciado sus intenciones de iniciar un nuevo plan de vigilancia de la pandemia una vez finalice la sexta ola similar al empleado con la gripe. ¿Es el momento de dar este paso?
Pienso que nada más que acabe la sexta onda, puede ser el momento. Podría hacerse también una prueba piloto en algunas áreas de salud. Es decir, ir poco a poco y en función de los resultados extenderlo a todo el territorio nacional.
¿Es conveniente comparar la gripe con el SARS-CoV-2?
Pues de momento no, pero probablemente la Covid-19 se transforme en una infección estacional que nos recuerde a la gripe, con mayor incidencia en meses fríos, producción en un porcentaje pequeño de los infectados de complicaciones respiratorias y/u otras, necesidad de recuerdos vacunales, trasmisión por vía respiratoria…
¿Es eficaz una estrategia de vacunación basada en refuerzos periódicos con las vacunas actuales con las que contamos?
Todos confiamos en que aparezcan vacunas capaces de bloquear al virus en las mucosas respiratorias como una de las que están trabajando en el CSIC. Si estas al final no ven la luz, el tiempo nos dirá cuando hay que poner nuevas dosis de vacunas fundadas en ARNm u en proteínas.
La equidad en el acceso global a las vacunas es una de las grandes asignaturas pendientes de la pandemia. ¿Qué problemas plantea esta situación en términos de evolución del virus?
Lógicamente contra más personas sean susceptibles a la infección existen más probabilidades de que se produzcan variantes. Lo ideal es que todo el mundo esté vacunado, y no hablo solo de solidaridad, también desde un punto de vista egoísta para evitar riesgos.