La comunidad científica internacional se encuentra inmersa en una carrera contrarreloj para desarrollar una vacuna eficaz y segura contra la Covid-19, enfermedad provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Un reto mayúsculo si tenemos en cuenta que el desarrollo de una vacuna es un proceso que, de forma general, lleva varios años y se están acortando los plazos dentro de lo posible para poder acabar con la peor pandemia que el mundo ha vivido en los últimos 100 años.
Los pronósticos sobre la fecha en la que se contara con la ansiada vacuna difieren. Podemos encontrar los más optimistas como los del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que asegura que en pocas semanas se habrá llegado a la meta. Pero la mayoría de expertos hablan de meses. A pesar de los inciertos plazos, todos coinciden en que la vacuna finalmente se materializará y se espera con vehemencia.
La industria farmacéutica trabaja a marchas forzadas y, en algunos casos, ha iniciado la producción en masa de algunos de los candidatos a vacuna más avanzados para salvar uno de los principales obstáculos en el momento en el que se cuente con una vacuna eficaz y segura: la distribución a gran escala. Un proceso en el que la inmensa mayoría de países han comenzado a llegar a acuerdos con los fabricantes de los candidatos que se encuentran en las fases finales de los ensayos clínicos para asegurar millones de dosis.
Dado que la pandemia continúa traduciéndose día a día en miles de nuevos infectados y fallecidos, el riesgo continúa siendo muy elevado para grupos vulnerables como las personas de edad avanzada, aquellas que presentan patologías previas o los trabajadores de la salud; nuestra principal línea de defensa ante el virus. En este contexto, ¿quiénes deberían vacunarse primero?
La Organización Mundial de la Salud (OMS), gobiernos y numerosos organismos internacionales han reiterado en numerosas ocasiones que el mundo no volverá a ser un lugar seguro hasta que el SARS-CoV-2 esté completamente erradicado. Un objetivo para el que es necesario garantizar que, en el momento en el que se cuente con una vacuna, se asegure una distribución equitativa y asequible entre todas las naciones.
Hace unos días, un grupo asesor estratégico de la OMS, realizó una guía preliminar en la que se comenzaba a esbozar una asignación global del reparto de las vacunas. A través de este documento se han identificado los grupos que deberían ser prioritarios. Unas recomendaciones que se unen al plan preliminar elaborado por un panel de expertos reunido bajo la Academia Nacional de Ciencias, ingeniería y Medicina de Estados Unidos (Nasem, por sus siglas en inglés), hecho público a principios del mes de septiembre.
Los expertos han elogiado ambas propuestas para abordar este reto histórico. Uno de los puntos mejor valorados es la focalización del plan de Nasem en la inclusión de las minorías étnicas y raciales que se han visto duramente golpeados por la Covid-19. Por otro lado, el documento de la OMS aún se encuentra en una etapa muy temprana y necesita profundizar en detalles antes de que sus recomendaciones puedan ser del todo aplicables.
Si ponemos el foco en el documento elaborado por la OMS, únicamente se enumeran qué grupos deberían tener un acceso prioritario a la vacuna. La planificación de Nasem va un paso más allá al clasificar los grupos minoritarios siguiendo un orden sobre quién debe recibir primero la vacuna
“Es importante tener diferentes grupos a la hora de enfocar el problema”, explica en Nature Eric Toner, médico especialista en medicina de emergencia, experto en pandemias y responsable de una planificación similar solicitada por el Centro Johns Hopkins.
Si ponemos el foco en el documento elaborado por la OMS, únicamente se enumeran qué grupos deberían tener un acceso prioritario a la vacuna. La planificación de Nasem va un paso más allá al clasificar los grupos minoritarios siguiendo un orden sobre quién debe recibir primero la vacuna.
Tras los trabajadores de la salud los grupos más vulnerables deberían ser los siguientes según Nasem. Esto incluye a las personas de edad avanzada, con especial atención a las que viven en entornos precarios debido a factores socioeconómicos y aquellas personas con patologías previas como pueden ser las enfermedades cardiacas graves, diabetes o aquellas que por su estado de salud la Covid-19 puede suponer un elevado riesgo.
Este plan ofrece prioridad además para los trabajadores de sectores esenciales que están de cara al público. También se contempla un acceso prioritario para grupos de personas que conviven en entornos hacinados como pueden ser por ejemplo las prisiones.
OBSTÁCULOS EN EL DESARROLLO DE PLANES
Muchas naciones ya han comenzado a trabajar en el desarrollo de planes generales para el reparto de la vacuna. El principal problema que aprecian los expertos en estos es que no están teniendo en cuenta todos los factores inherentes al coronavirus y son trabajados desde puntos de vista erróneos como los planes de contingencia de otros virus respiratorios como puede ser la gripe.
Motivo por el que, por lo general, se da prioridad a los niños y mujeres embarazadas. Pero los planes contra la Covid-19, no incluyen a estos grupos por la sencilla razón de que estos grupos poblacionales no están incluidos en los ensayos clínicos que actualmente se están desarrollando con los distintos candidatos a vacuna. A esto se suma el hecho de que la mortalidad en niños y embarazadas es menor que en otros grupos ante la Covid-19. En este sentido el plan elaborado por Nasem sí que incluye a los niños por ejemplo entre los primeros grupos a la hora de recibir la vacuna.
El plan de la OMS indica que los líderes gubernamentales deben contar con un acceso temprano a la vacuna. Pero advierten que las personas que sean priorizadas bajo este punto deben formar grupos muy reducidos
A diferencia de la guía de Nasem, el plan de la OMS indica que los líderes gubernamentales deben contar con un acceso temprano a la vacuna. Pero advierten que las personas que sean priorizadas bajo este punto deben formar grupos muy reducidos.
El acceso para los grupos más desfavorecidos se aborda en ambos planes. Aprendiendo de los fracasos cometidos en el pasado la OMS insta a los países más ricos a garantizar que las naciones más pobres reciban dosis de vacunas desde el mismo momento en el que estén disponibles. Los expertos recuerdan que si durante la pandemia de gripe H1NI de 2009 se hubiesen suministrado vacunas a los países de medianos y bajos ingresos el problema se habría solucionado mucho antes.
Pero la propuesta de la OMS aún no sugiere cómo las naciones podrían revertir la tensión entre la asignación de las vacunas en un país versus el reparto entre el resto de países. ¿Deberían las naciones más afectadas recibir una mayor cantidad de dosis que aquellas que puedan dosificar el acceso a través de grupos de prioridad en base a la situación epidemiológica? Una pregunta que se encuentra en el aire y que debe ser abordada desde el punto de vista ético.
La OMS insta a los países más ricos a garantizar que las naciones más pobres reciban dosis de vacunas desde el mismo momento en el que estén disponibles
En el caso de Estados Unidos, tanto los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) como los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), han solicitado a Nasem el desarrollo de un plan de asignación de las vacunas. Ambas instituciones han solicitado que el informe se realice atendiendo a las poblaciones de alto riesgo para que el reparto de vacunas sea lo más efectivo y equitativo posible.
Por su parte el grupo asesor de la OMS continúa actualizando sus recomendaciones. En primer lugar, para asignar clasificaciones a grupos prioritarios y luego para incluir datos reales sobre los ensayos clínicos como pueden ser la eficacia determinada en grupos determinados como las personas de edad avanzada. Aunque esta guía estará disponible para todos los países miembros de la OMS, ninguno está obligado a implementarla.
Concluimos el repaso a estas dos propuestas destacando que la aplicación de ambos planes se verá condicionada por aspectos que van más allá de la salud y la ética como son los factores económicos y políticos. Estos serán los que realmente marquen la historia que se escribirá sobre la distribución y acceso de la vacuna que acabará con la pandemia.