La variante Delta del SARS-CoV-2 (B.1.617.2, detectada originalmente en India) es entre un 40-60% más transmisible que la variante Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido), y se asocia además con un mayor riesgo de hospitalización. La evidencia científica sugiere que las personas infectadas por esta variante presentan una mayor carga viral y que requiere un menor periodo de incubación. Pero, ¿qué sabemos sobre la mortalidad de Delta?
Varios estudios indican que, en comparación con la cepa original del virus detectada en Wuhan (China) en diciembre de 2019, Delta puede enfermar a un mayor número de personas si no están vacunadas. Un reciente estudio desarrollado en Escocia, cuyos resultados han sido publicados en The Lancet, sugiere que las personas infectadas por la variante Delta tienen un riesgo casi dos veces mayor de requerir hospitalización, en comparación con los sujetos infectados por la variante Alfa. En el caso de los vacunados, el riesgo se reducía hasta en un 60% frente a los que no estaban inmunizados.
Un grupo de científicos canadienses ha realizado un estudio similar pre-impreso en medRxiv el pasado 14 de julio. De acuerdo a esta investigación las personas infectadas por la variante Delta presentaban el doble de posibilidades de necesitar hospitalización y fallecer que los infectados con alguna de las variantes clasificadas como “de interés” (es decir, ni Alfa, Beta, Gamma o Delta).
Sobre las conclusiones de estos dos trabajos cabe señalar que son resultados preliminares por lo que se necesita más investigación para demostrar que Delta realmente causa una enfermedad más grave que las otras variantes. Los expertos indican que esta variante podría parecer más grave por el hecho de que ha causado brotes en poblaciones con más factores de riesgo o porque estos se han producido en zonas con alta presión asistencial, de acuerdo a un reciente informe elaborado por la Sociedad de Microbiología de Estados Unidos.
Las personas infectadas por la variante Delta tienen un riesgo casi dos veces mayor de requerir hospitalización, en comparación con los sujetos infectados por la variante Alfa. En el caso de los vacunados, el riesgo se reducía hasta en un 60% frente a los que no estaban inmunizados
Un factor que debemos tener en cuenta es que no está claro cómo se compara la tasa de mortalidad de la variante Delta con la de otras. Lo que sí está claro es que las vacunas contra la COVID-19 que actualmente se están inoculando reducen el riesgo de enfermedad grave y fallecimiento.
LA IMPORTANCIA VITAL DE LA VACUNACIÓN
El papel de las vacunas a la hora de reducir la mortalidad por la variante Delta es evidente. De acuerdo a los últimos datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los países más pobres, aquellos a los que apenas han llegado dosis de las vacunas, la mortalidad derivada de la expansión de Delta se ha disparado.
En la semana del 20 de julio se confirmaba el registro de un millón de nuevos casos de COVID-19 en África con un incremento semanal de las muertes del 43%. Cinco países (Namibia, Sudáfrica, Túnez, Uganda y Zambia) acumularon el 83% de todos los decesos. El caso de Namibia es desolador ya que cuenta con la tasa de mortalidad por el virus más elevada del mundo con 26 decesos diarios por cada 100.000 habitantes. En el país, apenas el 1,2% de la población está vacunada.
"Si hubiéramos tenido suficientes suministros de vacunas hace unos meses, habríamos estado en una posición mucho mejor para mitigar el impacto de la variante Delta", critica Fatima Hassan, fundadora de la organización Iniciativa de Justicia Sanitaria de Sudáfrica. "Las compañías de vacunas pueden jugar a ser Dios en una pandemia. ¿Dónde está el mundo? ¿Por qué no nos envían 50 millones de vacunas? Realmente lo necesitamos ahora mismo", clama Hassan.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) han estimado que las personas que han completado la pauta de vacunación frente a la COVID-19 tienen ocho veces menos probabilidades de cursar una infección sintomática, 25 veces menos probabilidades de ser hospitalizadas y hasta 24 veces menos posibilidades de fallecer como consecuencia de la infección, frente a los que no han sido vacunados.