“Desde que Ómicron fue identificada por primera vez hace nueve semanas se han notificado a la OMS más de 80 millones de casos de Covid-19. Más que todos los notificados en el 2020. De media, la semana pasada, se reportaban 100 casos cada tres segundos y una persona perdía la vida como consecuencia de la Covid-19 cada 12 segundos”. Con estas palabras el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha alertado de la velocidad de propagación de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) en su discurso de apertura de la reunión del Consejo Ejecutivo de la OMS.
El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha confirmado que esta variante ya se encuentra presente en todos los países, alcanzando una presencia en las Unión Europea y el Espacio Económico Europeo del 70%.
En este escenario epidemiológico en las últimas horas se ha puesto el foco en un sublinaje de la variante conocido como BA.2. La Agencia de Seguridad Sanitaria de Reino Unido (HSA, por sus siglas en inglés) la ha puesto bajo investigación tras la detección de varios casos.
Dinamarca, uno de los países con mayores índices de secuenciación genómica del virus, ha sido el encargado de dar la voz de alarma ya que BA.2 podría haberse convertido ya en dominante por delante BA.1. al estar presente en el 82% de las muestras secuenciadas
La comunidad científica ha comenzado a analizar con lupa su expansión ante el paulatino incremento de casos que se está registrando. Dinamarca, uno de los países con mayores índices de secuenciación genómica del virus, ha sido el encargado de dar la voz de alarma ya que BA.2 podría haberse convertido ya en dominante por delante BA.1. al estar presente en el 82% de las muestras secuenciadas según informan desde el diario El Mundo. Se han detectado casos en al menos 35 países.
Por el momento son muy pocos los datos que se conocen sobre este sublinaje. Se sabe que este sublinaje no cuenta con la mutación característica presente en el gen S que posibilita que la variante Ómicron sea detectada mediante PCR. Hecho que podría sugerir que nos encontramos ante una subvariante más difícil de distinguir frente a otras variantes en las pruebas diagnósticas rutinarias. Derivado de este planteamiento se sugiere que podría ser más transmisible.
Por el momento no se cuenta con evidencia que demuestre que BA.2 es más grave que BA.1 (cepa original) en relación a la gravedad de la enfermedad que provoca. Hasta la fecha, la cifra de casos de Covid-19 provocados por BA.2 en todo el mundo ha superado ya la barrera de los 2.000 y es pronto para determinar si nos encontramos ante la nueva amenaza del SARS-CoV-2 o con una de tantas variantes y sublinajes de los surgidos desde el inicio de la pandemia.