Desde el inicio de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, la comunidad científica ha tenido que lidiar con distintas variantes del virus que han ido apareciendo a medidas que la Covid-19 se extendía por todo el mundo. Cada una de estas variantes descubiertas ha provocada una oleada de atención en los medios de comunicación y ha incrementado la preocupación de las sociedades ante el incierto escenario planteado por estos cambios.
Si bien ante la mayoría de estos cambios en la genética del SARS-CoV-2 la comunidad científica se ha mostrado con calma, la aparición de la popularmente conocida como “variante británica” (linaje B.1.1.7) ha suscitado una preocupación generalizada. Comprender qué variantes son preocupantes y los motivos a medida que el virus evoluciona resulta vital no solo para no generar alarmas innecesarias en la población sino para optimizar la eficacia de las medidas adoptadas para la contención del virus.
Tal y como explican en JAMA, las mutaciones surgen como un subproducto natural de la replicación viral. Los virus de ARN suelen tener tasas de mutación más elevadas que los virus de ADN. Sin embargo, los coronavirus producen menos mutaciones que la mayoría de los virus de ARN porque codifican una enzima que corrige algunos de los errores cometidos durante la replicación.
Los virus de ARN suelen tener tasas de mutación más elevadas que los virus de ADN. Sin embargo, los coronavirus producen menos mutaciones que la mayoría de los virus de ARN porque codifican una enzima que corrige algunos de los errores cometidos durante la replicación
Motivos por lo que, en la mayoría de los casos, el destino de una nueva mutación está determinado por la propia selección natural. Aquellos que confieren una ventaja competitiva respecto a la replicación viral, la transmisión o que permitan burlar la inmunidad incrementarán en frecuencia. Pero las mutaciones pueden aumentar o disminuir con frecuencia atendiendo simplemente a eventos fortuitos.
MUTACIÓN, VARIANTE Y CEPA
Aunque los términos mutación, variante y cepa se utilizan a menudo de forma indistinta para describir la epidemiología del SARS-CoV-2, las diferencias existentes entre estos son importantes. Cuando hablamos de mutación nos referimos a un cambio real en la secuencia genética del virus.
Los genomas que difieren en secuencia a menudo se denominan variantes. Este término es algo menos preciso porque dos variantes pueden diferir en una mutación o en muchas. Estrictamente hablando, una variante es una cepa cuando tiene un fenotipo que puede demostrarse que es diferente como por ejemplo una diferencia de antigenicidad, transmisibilidad o virulencia.
Por lo tanto, la evaluación de una nueva variante del SARS-CoV-2 debe incluir la evaluación de las siguientes preguntas:
- ¿La variante ha alcanzado prominencia a través de la selección natural o eventos fortuitos?
- Si la evidencia sugiere selección natural, ¿qué mutación o mutaciones se están seleccionando?
- ¿Cuál es el beneficio adaptativo de estas mutaciones?
- ¿Qué efecto tienen estas mutaciones en la transmisibilidad, diseminación, antigenicidad o virulencia?
Las mutaciones experimentadas por el SARS-CoV-2 han sido varias desde que tuvimos conocimiento de su existencia. Entre las más destacadas se encuentra D614G. esta fue detectada a principios de marzo de 2020 y se extendió por todo el mundo en apenas un mes. Inicialmente esta mutación pareció surgir de forma independiente y simultánea en múltiples regiones. Esta aparente evolución convergente se atribuyó a la selección natural y a un beneficio adaptativo del virus. Pero investigaciones posteriores sugieren que su rápida dispersión puede responder a eventos casuales.
A diferencia de D614G, el linaje B.1.1.7 se expandió cuando los casos de Covid-19 se generalizaron y aparentemente parece haberse impuesto a una población ya existente de variantes circulantes del virus
Una de las últimas mutaciones del virus ha sido la denominada variante británica (linaje B.1.1.7). esta ha acumulado 17 mutaciones que definen el linaje antes de su detección a principios de septiembre de 2020, lo que sugiere una evolución previa significativa. A diferencia de D614G, el linaje B.1.1.7 se expandió cuando los casos de Covid-19 se generalizaron y aparentemente parece haberse impuesto a una población ya existente de variantes circulantes del virus. Un hecho que sugiere un fuerte proceso de selección natural.
LA FORTALEZA DEL VIRUS, ¿FUTURA DEBILIDAD?
En este escenario, aunque las medidas como el uso de mascarillas, distanciamiento social y limitaciones a las grandes reuniones son fundamentales, ejercer el control de una variante de estas características requiere de la adopción de medidas más estrictas y de aplicación generalizada.
El motivo reside en el hecho de que ocho de las 17 mutaciones presentes en el linaje B.1.1.7 se encuentran en la glicoproteína de pico, incluida N501Y y en el dominio de unión al receptor. Todas estas mutaciones pueden influir de forma notable en la unión de los receptores ACE2 de las células y la replicación viral. Diversos estudios sugieren que las variantes de pico N501Y, expandiéndose rápidamente en Sudáfrica, presenta mayor afinidad por el receptor ACE2 humano.
Ocho de las 17 mutaciones presentes en el linaje B.1.1.7 se encuentran en la glicoproteína de pico, incluida N501Y y en el dominio de unión al receptor. Todas estas mutaciones pueden influir de forma notable en la unión de los receptores ACE2 de las células y la replicación viral
La vigilancia genómica de las variantes del nuevo coronavirus se ha centrado principalmente en las mutaciones en la glicoproteína de pico, que media la unión a las células y es un objetivo principal de los anticuerpos neutralizantes. Los expertos explican que a veces, una mutación mejora una propiedad como puede ser la unión a un receptor, pero puede reducir otras como es la resistencia a los anticuerpos generados como respuesta por el huésped. De hecho, la evidencia sugiere que este podría ser el caso de D614G.
Es posible que las mutaciones que son buenas para el virus en este momento también lo estén convirtiendo en más vulnerable en un escenario futuro en el que la inmunidad de la población sea mucho mayor de la actual. La definición de estas dinámicas y su posible influencia en la eficacia de las vacunas requerirá de un seguimiento a gran escalada de la evolución del SARS-CoV-2 y de la inmunidad que generamos como sociedad.