La evidencia científica señala que las vacunas pueden ser menos inmunogénicas en personas que viven con el VIH, como es el caso de las vacunas contra la hepatitis B o la influenza estacional, pero este un aspecto sobre el que todavía existe gran desconocimiento en relación a los sueros autorizados contra el SARS-CoV-2. Las personas que viven con el VIH tienen un mayor riesgo de gravedad en caso de infección por el SARS-CoV-2, aunque lo mecanismos subyacentes no están claros.
Cuando los países iniciaron las campañas de vacunación masiva contra la Covid-19, la mayoría priorizó la inoculación de los sueros en personas que viven con el VIH con el objetivo de protegerles. Desde este momento se han realizado diversos estudios que tiene como objetivo esclarecer si esa menor capacidad inmunogénica que experimentan las personas que viven con el VIH se produce también con las vacunas contra la Covid-19.
En este sentido ponemos el foco en una investigación cuyos resultados han sido publicados por la revista PLOS Medicine. Se trata de un estudio de cohorte prospectivo que examina la inmunogenicidad de las vacunas contra la Covid-19 de Pfizer/BioNTech (BNT162b2), Moderna (mRNA-1273), Astrazeneca (ChAdOx1-S) y Janssen (Ad26.CoV2.S) en personas adultas que viven con el VIH y que no tenían antecedentes de infección por SARS-CoV-2.
El criterio principal de valoración en este trabajo fue la respuesta en niveles de anticuerpos IgG contra el virus tras la inmunización con vacunas desarrollas en base a tecnología de ARNm (Pfizer/BioNTech y Moderna). En cuanto a los criterios de valoración secundarios se incluyeron la respuesta serológica tras la administración de vacunas desarrolladas con vector viral (Astrazeneca y Janssen), respuesta de células T y reactogenicidad. La evaluación final incluyó 1.154 personas que viven con VIH (edad media de la muestra de 53 años, 85,5% hombres) y 440 controles (edad media de 43 años, 28,6% hombres). El periodo del estudio abarcó desde el 14 de febrero al 7 de septiembre de 2021.
Después de la vacunación con sueros de ARNm, la respuesta de anticuerpos fue mayor en las personas que viven con VIH con recuentos de células T CD4+ entre 250 y 500 células/μL o más de 500 células/μL
Del total de sujetos, 884 fueron vacunados con Pfizer/BioNTech, 100 con Moderna, 150 con Astrazeneca y 20 con Janssen. El 99% de los participantes con VIH se encontraban recibiendo terapia antirretroviral, el 97,7% reportó durante el periodo de análisis supresión viral y el recuento medio de células T CD4+ fue de 710 células/μL. En el caso de los controles 247 recibieron Moderna, 94 Pfizer/BioNTech, 26 Astrazeneca y 73 Janssen.
Profundizando en los resultados de este trabajo vemos que, tras la inmunización mediante la administración de vacunas de ARNm, la concentración media geométrica de anticuerpos fue de 1.418 BAU/mL (unidades de unión de anticuerpo por mililitro, por sus siglas en inglés) en personas que viven con el VIH. Realizado el ajuste atendiendo a factores de edad, sexo y tipo de vacuna inoculada, las personas con VIH mostraron una respuesta inmunitaria reducida en comparación con los controles sin VIH. Todos los controles que recibieron una vacuna de ARNm tuvieron una respuesta adecuada.
Después de la vacunación con sueros de ARNm, la respuesta de anticuerpos fue mayor en las personas que viven con VIH con recuentos de células T CD4+ entre 250 y 500 células/μL o más de 500 células/μL, mientras que aquellos con <250 células/μL tuvieron una respuesta más baja. En las personas que viven con VIH, la edad superior a 65 años y el haber nacido hombre también se asociaron con concentraciones de anticuerpos más bajas.
“Después de la vacunación con Pfizer/BioNTech o Moderna, los niveles de anticuerpos contra el SARS-CoV-2 se redujeron en las personas que viven con VIH en comparación con los controles sin VIH. Para alcanzar y mantener las mismas respuestas serológicas que los controles VIH negativos, probablemente se requieran vacunas adicionales”, exponen los autores.
En este sentido destacan que los profesionales médicos “deben ser particularmente conscientes de las posibles respuestas más bajas a la vacuna en las personas que viven con VIH de edad avanzada y en aquellas con inmunidad celular más baja, o evidencia de síndrome de inmunodeficiencia adquirida”.