La situación epidemiológica de España nos muestra una compleja fotografía. Nos enfrentamos a una quinta ola de la pandemia que difiere notablemente de las anteriores en la que la Estrategia Nacional de Vacunación contra la COVID-19 avanza positivamente, pero la incidencia acumulada a 14 días por cada 100.000 habitantes continúa disparada. La razón la encontramos en los significativos incrementos diarios en las cifras de nuevos positivos, especialmente entre los grupos poblacionales más jóvenes. Aunque el escenario varía si se compara con olas anteriores, el enemigo continúa siendo el mismo.
Como consecuencia del avance del ritmo de vacunación en las últimas semanas se han relajado algunas medidas y restricciones que nos han acompañado prácticamente desde el inicio de la pandemia. Estas han sido cruciales a la hora de frenar la transmisión del virus y controlar los contagios. No debemos olvidar que las vacunas no evitan el contagio, aunque han demostrado su eficacia y seguridad a la hora de reducir el riesgo de desarrollar COVID-19 moderado y/o grave y disminuyen la posibilidad de fallecer como consecuencia de la infección.
Motivo por el que en esta quinta ola conviene recordar cuáles son las principales vías de contagio. Más si cabe en el contexto descrito en el que son muchos los que piensan erróneamente que el peligro ya ha pasado y es ahora cuando mayores esfuerzos se deben realizar para reducir la circulación del virus hasta que se alcance la ansiada inmunidad colectiva.
Partiendo de este punto ponemos el foco en el documento elaborado por el Ministerio de Sanidad sobre la transmisión del SARS-CoV-2, actualizado a principios del mes de mayo. Con la evidencia científica acumulada, se considera que el coronavirus puede transmitirse de persona a persona por diferentes vías, siendo la principal mediante el contacto y la inhalación de las gotas y aerosoles respiratorios emitidos por un enfermo hasta las vías respiratorias superiores e inferiores de una persona susceptible.
También se puede producir el contagio por contacto indirecto a través de las manos u objetos contaminados las secreciones respiratorias del enfermo con las mucosas de las vías respiratorias y la conjuntiva del susceptible.
TRANSMISIÓN POR SECRECIONES RESPIRATORIAS
La evidencia actual y las publicaciones más recientes, en las que participan epidemiólogos e ingenieros expertos en aerosoles, indican que el paradigma clásico para los profesionales de la Salud Pública y el control de las enfermedades transmisibles, que clasifica las emisiones respiratorias en gotas (≥5 micras) y aerosoles (<5 micras), ha de ser revisado.
Todas las personas, al hablar y respirar emiten aerosoles a partir de sus vías respiratorias de diferentes tamaños que oscilan desde nanómetros hasta cientos de micrómetros. Según los tamaños de estos aerosoles, el comportamiento aerodinámico es diferente. Se considera que tan solo las secreciones superiores a 100 micras tienen comportamiento “balístico” descendiendo al suelo en pocos segundos por efecto de la gravedad y pueden recorrer una distancia máxima de dos metros del emisor.
El coronavirus puede transmitirse de persona a persona por diferentes vías, siendo la principal mediante el contacto y la inhalación de las gotas y aerosoles respiratorios emitidos por un enfermo hasta las vías respiratorias superiores e inferiores de una persona susceptible
Estas emisiones podrían alcanzar a una persona susceptible que estuviera cerca impactando en algún lugar (ojos, boca, nariz) desde el cual podría causar la infección. Cualquier otra emisión respiratoria menor de 100 micras se considera un aerosol, puesto que queda suspendido en el aire por un tiempo (segundos hasta horas) en el que puede ser inhalado a una distancia superior a dos metros del emisor o incluso en ausencia de un emisor, si aún persisten suspendidas en el aire. En función de su tamaño, los aerosoles desde 15 micras hasta 100 micras alcanzan las vías respiratorias superiores, los aerosoles desde 5 micras hasta 15 micras pueden alcanzar la tráquea y bronquios principales y los aerosoles menores o iguales a 5 micras tienen capacidad para llegar hasta los alveolos.
Los aerosoles que se producen al respirar o hablar son en más de un 80-90% de tamaño muy pequeño (<2,5 micras), procedentes de los pulmones y como promedio se generan unos 500 por litro de aire espirado. Al toser se producen 3.000 partículas y al estornudar 40.000, mayoritariamente de pequeño tamaño (1-10 micras), procedentes de las vías respiratorias superiores.
De acuerdo con los criterios establecidos por Jones y Brosseau, las condiciones para demostrar la transmisión de SARS-CoV-2 mediante aerosoles serían las siguientes:
- Que los aerosoles generados contengan microorganismos viables.
- Que los microorganismos contenidos en los aerosoles estén en cantidad suficiente y demuestren su capacidad de generar infección.
- Que los tejidos diana a estos microorganismos sean accesibles.
Existe una dificultad metodológica para captar virus del aire sin dañarlos, lo que puede explicar tanto las bajas concentraciones observadas en los muestreos como la imposibilidad de crecimiento en cultivos.
A la vista de las evidencias encontradas hasta la fecha, se pueden establecer que:
- Los aerosoles generados contienen virus viables.
- Los virus contenidos en los aerosoles tienen capacidad de generar infección sobre todo en determinadas circunstancias: en proximidad al caso índice durante tiempo prolongado y en espacios cerrados y mal ventilados. En estas condiciones pueden coexistir varios mecanismos de transmisión.
- Los tejidos diana son accesibles, para aerosoles de cualquier tamaño con puertas de entrada en cualquier lugar del tracto respiratorio.
TRANSMISIÓN POR SUPERFICIES CONTAMINADAS
En estudios experimentales con altos inóculos (104 -107 copias de RNA viral) de SARS-CoV-2 (mucho mayores de lo que contiene una gota de secreción respiratoria tras la tos o el estornudo), se pudo identificar virus viable en superficies de cobre, cartón, acero inoxidable, y plástico a las cuatro, 24, 48 y 72 horas, respectivamente a 21-23 ºC y con 40% de humedad relativa.
En condiciones reales, con los métodos de limpieza y desinfección recomendados, la transmisión mediante fómites sería muy poco frecuente
En otro experimento similar, a 22 ºC y 60% de humedad, se dejó de detectar el virus tras tres horas sobre superficie de papel (de imprimir o pañuelo de papel), tras uno a dos días sobre madera, ropa o vidrio y más de cuatro días sobre acero inoxidable, plástico, billetes de dinero y mascarillas quirúrgicas.
En un estudio experimental se simularon las condiciones naturales en las que el virus se podría encontrar en las superficies inanimadas cerca de un enfermo. Concretamente se simularon las concentraciones proteicas que normalmente se encuentran en las secreciones respiratorias de las vías altas y se inocularon cantidades similares de virus a las que se encuentran en dichas secreciones.
Se midió la permanencia del virus, su viabilidad y su carga viral en tres materiales diferentes: vidrio, plástico poli estireno y aluminio. Se observó una gran estabilidad del virus en las tres superficies, mayor en el plástico y con la cantidad de proteína similar a la encontrada en las vías respiratorias, pudiéndose cultivar en células Vero 96 horas después de haber sido inoculado. En el experimento no se tuvo en cuenta otros componentes presentes en las secreciones respiratorias que podrían influir en la menor viabilidad del virus como las enzimas y la mucina.
Se considera que el riesgo de transmisión de SARS-CoV-2 a través de la sangre o hemoderivados es muy bajo
En condiciones reales, en entornos donde hay enfermos de COVID-19, el virus SARS-CoV-2 se ha encontrado de forma repetida en las superficies inanimadas en la cercanía de los enfermos (cama, baños, pomos…), tanto en entornos hospitalarios como en los domicilios de los pacientes, aunque no se ha logrado cultivar. Tras los procesos habituales de desinfección, el material genético del virus se detecta en pocas ocasiones, incluso de las Unidades de Cuidados Intensivos y en las pocas ocasiones en las que se ha detectado no se ha logrado cultivar, lo que en principio apunta a una ausencia de viabilidad.
Estas observaciones parecen indicar que, en condiciones reales, con los métodos de limpieza y desinfección recomendados, la transmisión mediante fómites sería muy poco frecuente. Las personas que entran en contacto con superficies potencialmente contaminadas también entran en contacto con personas enfermas en un contexto de alta transmisión comunitaria, lo que dificulta la demostración de la trasmisión exclusiva mediante este mecanismo.
OTRAS POSIBLES VÍAS DE TRANSMISIÓN
Aunque a menudo se ha detectado el genoma y algunas veces el virus infectivo en heces y orina de personas enfermas, la trasmisión a través de las heces y orina es otra hipótesis para la cual no existe evidencia en esta epidemia hasta la fecha. Las manifestaciones clínicas gastrointestinales, aunque presentes, no son demasiado frecuentes en los casos de COVID-19, lo que indicaría que esta vía de transmisión, en caso de existir, tendría un impacto menor en la evolución de la epidemia.
El SARS-CoV-2 se ha buscado en semen sin que, en general, se haya encontrado, aunque en un número pequeño de pacientes se logró detectar en la fase aguda de la enfermedad y los primeros días de convalecencia. Este hallazgo no significa que la infección se pueda transmitir vía sexual, ya que no se ha demostrado la viabilidad del virus en semen ni hay ningún caso en el que se hayan descartado otras posibilidades de transmisión.
Se considera que el riesgo de transmisión de SARS-CoV-2 a través de la sangre o hemoderivados es muy bajo. Por un parte, la carga viral de las personas con viremia es muy baja, y por otro, hasta el momento no se ha documentado ningún caso.