La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha generado la peor crisis sanitaria global a la que la humanidad ha tenido que hacer frente en, al menos, los últimos 100 años. En las últimas décadas, más del 70% de las enfermedades que han afectado a los seres humanos se han producido por zoonosis y, las consecuencias del cambio climático en materia de salud dejan claro que esta no será la última pandemia a la que nos enfrentaremos.
Repasando la historia reciente han sido cuatro ya las epidemias graves provocadas por coronavirus que han afectado a los humanos en los últimos 20 años. En 2002 y 2003 se produjeron dos brotes fatales causados por el SARS (síndrome respiratorio agudo severo). En 2012 el responsable fue el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio) y, en 2019, el SARS-CoV-2.
La evidencia científica y la realidad ecológica sugieren que los coronavirus volverán a golpear a la humanidad en el futuro, pudiendo llegar a representar nuevas amenazas para la salud pública.
“Los betacoronavirus que causaron estas epidemias están globalmente distribuidos en numerosas especies de murciélagos. Se desconoce la extensión virológica y geográfica completa de este reservorio enzoótico; sin embargo, se ha extendido cada vez más a los humanos y otros mamíferos. Debido a la conservación de los receptores genéticos y estructurales entre las especies de mamíferos, muchos de estos betacoronavirus animales están ‘preadaptados’ para infectar a los humanos al unirse a los receptores de la enzima convertidora de angiotensina (ACE2), lo que facilita la propagación viral y la transmisión continua”, exponen expertos en New England Journal of Medicine.
Cabe señalar en este sentido que ya se han identificado algunos coronavirus con potencial pandémico y, lo más preocupante, es que todavía quedan muchos más por detectarse.
SALUD HUMANA Y ANIMAL: UN ENFOQUE COMÚN
De cara al futuro y con la prevención como uno de los principales aprendizajes derivados de la actual pandemia, se requiere un enfoque de investigación que pueda establecer una caracterización universal de la fotografía que conforman todos los coronavirus en todas las especies que puedan verse afectadas y no solo en el ser humano.
"Debido a la conservación de los receptores genéticos y estructurales entre las especies de mamíferos, muchos de estos betacoronavirus animales están ‘preadaptados’ para infectar a los humanos al unirse a los receptores de la enzima convertidora de angiotensina (ACE2), lo que facilita la propagación viral y la transmisión continua"
Nuestra realidad ecológica pone de manifiesto de forma clara que la salud humana y animal no pueden entenderse como dos esferas separadas, sino que ambas se relacionan de forma constante. “Por poner ejemplos recientes, el VIH también tiene este origen animal. La peste también tuvo origen animal y actualmente se estima que hasta el 85% de las amenazas tienen este origen. Por eso hay que trabajar el concepto 'OneHealth'. Lo que nos sucede a los humanos está íntimamente ligado a lo que les sucede a los animales o al medio ambiente. Ver la salud de forma compartimentada es un grave error que pagamos diariamente”, explica a ConSalud.esJosé Antonio Oteo Revuelta, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica y jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas.
Los expertos piden en la citada cabecera que se desarrolle una caracterización de la historia natural y la patogenia de los coronavirus en animales de laboratorio y en humanos para poder aplicar todo el conocimiento en el desarrollo de vacunas universales que generen una amplia protección contra todos los betacoronavirus y, en especial, frente a todos los coronavirus.
“Se está hablando mucho de las variantes y, como ya hemos sufrido con esta sexta onda epidémica, tienen gran importancia. Pero lo más preocupante sería la emergencia de un virus recombinante (mezcla de coronavirus) capaz de infectar a humanos, y a otros animales susceptibles de infectarse masivamente. Esto sería como una coctelera, y aunque estos fenómenos no se producen de la noche a la mañana, entiendo que se pueden producir”, argumenta el experto.
“Fenómenos parecidos se producen habitualmente con los virus causantes de la gripe. Por ejemplo, todas las gripes, en su origen, han sido aviares y en muchas ocasiones, antes de llegar al humano, se han recombinado con otros virus en animales y desde aquí han llegado al humano provocando pandemias”, añade Oteo.
COMPRENSIÓN MUY REDUCIDA SOBRE LOS CORONAVIRUS
Los expertos afirman que, actualmente, contamos con una comprensión reducida del universo de los coronavirus endémicos y de los potencialmente emergentes. Cierto es que, aunque los coronavirus se distribuyen a nivel global, encontramos ciertos puntos críticos para el surgimiento y expansión de betacoronavirus radicados en el sudeste asiático y las zonas cercanas al suroeste de China
Los trabajos de secuenciación de los coronavirus que afectan a los murciélagos revelan una rápida evolución y una enorme complejidad viral. Uno de los grandes problemas reside en la generación de nuevos genomas a través de la infección mixta y la recombinación genética homóloga que se traducen en una diversidad genética importante, similar a la observada con el virus de la influenza A en aves y humanos.
Este objetivo de caracterización del ecosistema del coronavirus únicamente puede alcanzarse con un enfoque internacional de colaboración y el estudio de todos los coronavirus que en algún momento fueron pandémicos y acabaron por convertirse en endémicos.
“Las limitaciones de las vacunas contra el SARS-CoV-2 sugieren que, en última instancia, deberán ser reemplazadas por vacunas de segunda generación que induzcan una protección más amplia y una inmunidad más duradera”
“Se conoce desde muy antiguo la existencia de estos fenómenos y sería una temeridad no reconocer que seguirán existiendo, incluso podría ser un fenómeno más frecuente habida cuenta de los actuales hábitos de comercio y comunicación en un mundo global y también es cierto que en su mayoría tienen origen zoonótico”, expone en ConSalud.esIsabel Marín Rodríguez, presidente de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental (SESA).
“Si algo hemos aprendido con el SARS-CoV-2 es que debemos prepararnos para abordarlas con mayor rigor y eficacia, colaborando desde el rigor y la evidencia científica organismos internacionales, instituciones y sociedad civil y generando conocimiento y consensos que nos ayuden a gestionar mejor las pandemias venideras”, añade.
No podemos olvidar que las personas que han superado la Covid-19 pueden volver a infectarse, al igual que sucede con otros coronavirus endémicos, los virus de la influenza, el virus respiratorio sincitial y muchos otros virus respiratorios. Además, la inmunidad inducida por las vacunas no ha impedido por el momento la aparición y veloz propagación de nuevas variantes del SARS-CoV-2 como hemos comprobado con Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India) y Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica). Se desconoce si se podrá lograr una inmunidad protectora permanente y si se podrá prevenir la aparición de variantes con escape inmunitario.
VACUNAS DE SEGUNDA GENERACIÓN
De acuerdo con lo expuesto a lo largo de estas líneas debemos tener claro que el SARS-CoV-2 no va a ser eliminado y, mucho menos, erradicado. Todo apunta a que continuará circulando indefinidamente con brotes periódicos y endémicos.
“En mi opinión se están dando las circunstancias adecuadas en Europa para que esto suceda. La mayoría de la población tiene una inmunidad adquirida mediante la infección natural o mediante vacunas, y al ser Ómicron una variante muy infectiva o altamente trasmisible, con datos que apuntan también a una menor virulencia (al menos en el modelo animal, ya que en el humano es difícil extrapolar lo que hubiera pasado sin vacunas) será más difícil que el SARS-CoV-2 y sus variantes nos provoquen enfermedad severa. Llevamos ya dos años de pandemia”, argumenta Oteo.
“Una vez que la ola provocada Ómicron disminuya, habrá una inmunidad general durante algunas semanas o meses, ya sea por la vacuna o porque las personas son inmunes por la infección, y también una disminución debido a la estacionalidad”. Con estas palabras valoraba la posible entrada en una nueva fase de la pandemia el director regional para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Hans Kluge. “Es plausible que la región se esté acercando al fin de la pandemia”.
“Las limitaciones de las vacunas contra el SARS-CoV-2 sugieren que, en última instancia, deberán ser reemplazadas por vacunas de segunda generación que induzcan una protección más amplia y una inmunidad más duradera”, concluyen los expertos del New England Journal of Medicine.