Desde el inicio de la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2la comunidad científica ha intentado dar respuesta a una cuestión fundamental: ¿cuál es la duración de la inmunidad ante el virus de las personas que consiguen superar la Covid-19? En los últimos meses hemos sido testigos de la publicación de numerosos estudios centrados en este asunto y que han revelado hallazgos dispares, aunque todos coinciden en una misma conclusión: no se puede afirmar de forma fehaciente cuál es la duración de la inmunidad ante el virus.
En la mayoría de las investigaciones se han observado disminuciones importantes en la cantidad de anticuerpos de las personas que han logrado superar la enfermedad. En algunos casos, prácticamente han desaparecido lo que ha hecho sonar en las últimas semanas todas las alarmas.
Varios expertos explican en un análisis realizado por The New York Times que las preocupaciones que se están generando al respecto son exageradas. Afirman que es normal que los niveles de anticuerpos disminuyan una vez que el organismo ha conseguido eliminar el virus. Pero destacan que las células inmunitariasllevan una memoria del virus por lo que pueden reproducir los anticuerpos en caso de que vuelvan a ser necesarios.
Scott Hensley, inmunólogo de la Universidad de Pennsylvania, explica que la disminución de los niveles de anticuerpos tras la resolución de la infección aguda “es el signo de una respuesta inmunitaria saludable y normal. No significa que las personas ya no tengan anticuerpos ni que hayan dejado de contar con protección”.
Estos estudios también han generado algunos temores sobre la capacidad de los candidatos a vacunapara ayudar a las poblaciones a la hora de alcanzar la inmunidad colectiva, es decir, porcentaje suficiente de personas inmunes que acabaría con la propagación del virus.
Lo cierto es que es demasiado pronto para saber cuánto tiempo dura la inmunidad ante este nuevo coronavirus y si las personas que ya lo han logrado superar pueden reinfectarse. A pesar de esto, los expertos coinciden a la hora de señalar que las preocupaciones en este sentido en relación a las posibles vacunas también son injustificadas.
Las personas que han cursado la enfermedad de forma leve o asintomática pueden haber generado menos anticuerpos que aquellas que la han cursado de forma grave
“La vacuna no tiene que imitar o reflejar la infección natural”. Declara Shane Crotty, viróloga del Instituto de Inmunología La Jolla. “Estos datos no son alarmistas”. Los nuevos resultados indican la prevalencia de anticuerpos contra el coronavirus en la población en general, pero no en individuos específicos. Varios estudios encargados de analizar los niveles de anticuerpos a nivel individual demuestran que, tras una disminución inicial, los niveles se mantienen estables entre cuatro y siete meses.
Los anticuerpos representan solo uno de los brazos de la respuesta inmune de nuestro organismo, pero es el que se puede medir con mayor facilidad. Existen al menos otras tres ramas del sistema inmunológico que pueden defendernos de la enfermedad por lo que los niveles de anticuerpos no reportan una fotografía completa.
Es posible que un reducido porcentaje de los infectados no desarrolle anticuerpos pero incluso esas personas pueden tener células inmunitarias T que pueden identificar y destruir el virus
El doctor Paul Elliott, epidemiólogo del Imperial Collegue de Londres explica que cuando un patógeno entra en nuestro cuerpo, se produce una rápida respuesta de anticuerpos que lo reconocen como invasor. Una vez se ha resuelto la infección aguda, los niveles disminuyen por una razón puramente práctica. “Nuestro sistema linfático, donde se encuentran las células inmunes, tiene una capacidad de espacio finita”.
Dependiendo de la prueba utilizada, la pequeña cantidad de anticuerpos que aún circulan a través de la sangre puede no ser suficiente para generar una señal positiva de su presencia por lo que algunas pruebas pueden pasarlos por alto.
Los expertos indican además que las personas que han cursado la enfermedad de forma leve o asintomática pueden haber generado menos anticuerpos que aquellas que la han cursado de forma grave. Indican que incluso es posible que un reducido porcentaje de los infectados no desarrolle anticuerpos pero incluso esas personas pueden tener células inmunitarias T que pueden identificar y destruir el virus. Los expertos añaden que la mayoría de las personas infectadas por el SARS-CoV-2 desarrollan respuestas celulares duraderas.
En este sentido es poco probable que las células T prevengan la infección, pero al menos pueden mitigar el ataque. Motivos por los que interpretar los bajos niveles de anticuerpos en el sentido de si la inmunidad ha desaparecido es incorrecto. Incluso las vacunas pueden diseñarse para provocar respuestas mucho más fuertes que las generadas por la infección natural.