¿Por qué Europa es de nuevo epicentro de la pandemia?

Las estrategias abruptas de desescalada, la similitud de las medidas de salud pública adoptadas y la falta de disciplina individual de los europeos han condenado de nuevo al viejo continente.

Banderas europeas en la Comisión Europea (Foto. Farmaindustria)
11 noviembre 2020 | 00:00 h

De acuerdo a los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 11 de octubre y el 1 de noviembre de 2020, los nuevos casos de Covid-19 acumulados en los últimos siete días se han incrementado en Europa un 149,6%. Si analizamos desde el pasado 27 de septiembre, el aumento reportado es del 313,9%. Unos datos que han hecho que, entre los 10 países más afectados por la pandemia en esta segunda ola de acuerdo a la incidencia de los últimos 14 días, siete sean europeos: Francia, Italia, Reino Unido, España, Polonia, Rusia y Alemania. Bélgica, Países Bajos, Ucrania, República Checa, Ucrania y Rumania aparecen como los siguientes países más afectados. El viejo continente vuelve a erigirse como epicentro de la pandemia provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.  

Lo cierto es que, si analizamos el desarrollo de la segunda ola en el continente europeo, la fotografía que observamos son múltiples segundas olas que se han iniciado más o menos en periodos similares con una diferencia media de alrededor de dos semanas. A pesar de que la evidencia científica sugiere que existe la tentativa de que el virus haya experimentado cambios, ninguno de ellos habría modificado su transmisibilidad o la gravedad con la que se cursa la enfermedad. Motivo por el que los expertos coinciden a la hora de señalar que el motivo por el que Europa ha vuelto a erigirse como epicentro de la pandemia en esta segunda ola reside en la similitud de las estrategias de salud pública adoptadas por los distintos gobiernos. Entre los motivos añadidos que apuntan encontramos la finalización de los procesos de desescalada más o menos al mismo tiempo, la temporada de frío experimentada en septiembre y la apertura de los centros educativos al inicio del presente curso académico.

En este sentido llama la atención la opinión del experto en salud pública estadounidense Anthony Fauci. Explica en The Guardian que tanto Estados Unidos como Europa todavía se encuentran lidiando con la primera ola ya que el espejismo vivido en los meses estivales únicamente habría sido un paliativo.

FRACASO DE LAS POLÍTICAS DE DESESCALADA

Tanto Fauci como otros expertos coinciden a la hora de señalar que la situación de Europa es el resultado de un fracaso rotundo en las políticas de desescalada iniciadas en mayo tras los estrictos confinamientos y restricciones de los meses de marzo y abril. Acusan a los gobiernos de ignorar las recomendaciones de las autoridades sanitaria y una confianza fallida en el buen hacer de los ciudadanos a medida que avanzaba el verano. Cuando se han comenzado a adoptar medidas más férreas de cara al otoño, la situación se había descontrolado.

Cada vez son más los virólogos, epidemiólogos y expertos en salud púbica que recomiendan que las nuevas medidas y cierres no deberían levantarse hasta que se haya eliminado por completo la transmisión comunitaria del virus

Un brote de Covid-19, si no es controlado a tiempo, crece de forma exponencial o explosiva lo que significa que puede estar creciendo de forma silenciosa antes de estar fuera de control. Los expertos en salud pública afirman que los primeros confinamientos fueron esenciales tanto para Europa como para el resto del mundo ya que nos permitieron ganar tiempo frente a un virus que desconocíamos. Estos redujeron las tasas de infección en la mayoría de las naciones, pero no hasta los niveles que a los expertos les hubiese gustado ya que el virus continuaba circulando cuando se iniciaron abruptamente los procesos de desescalada.

Este escenario hacía imposible evitar la aparición de brotes. La estrategia óptima hubiera sido una centrada en un sistema efectivo de pruebas diagnósticas y rastreo para localizar el origen de cada brote y aislar a los infectados y contactos; así como otras medidas centradas en restricciones de viajes, distanciamiento social o protección de colectivos esenciales y/o vulnerables. Prácticamente ningún país europeo ha aplicado de forma correcta estas estrategias cuyo fracaso no fue percibido en un principio.

Disfrutamos de un verano con relativa normalidad ajenos a lo que suponían los paulatinos incrementos en las cifras de contagiados y el surgimiento de brotes. El final de la época estival supuso el regreso a los trabajos y centros educativos en septiembre amplificando la propagación del virus llegando en octubre las primeras voces de alarma por parte de los hospitales. Durante semanas no fueron pocos los expertos que clamaban por medidas más estrictas pero los gobiernos y la ciudadanía aún estaba cegada por el espejismo que había supuesto el verano y la atención se focalizaba en salvar la economía mediante unas estrategias de rastreo y control de brotes a todas luces ineficaz.

La situación en Europa es preocupante. Muchos países reportan ya cifras de infección muy por encima de la primera ola y los hospitales comienzan a llenarse con el riesgo de colapso que eso supone. Más teniendo en cuenta la confluencia del incremento de casos de Covid-19 con la temporada de gripe y otros virus respiratorios.

LA VACUNA SOLO SERÁ EL PRINCIPIO

Europa vuelve a blindarse: confinamientos, toques de queda, cierre de actividades no esenciales, recomendación del teletrabajo, reducción de aforos, distanciamiento social, cierres perimetrales y uso de mascarillas. Esta es la fotografía que no muestra el viejo continente que intenta a la desesperada reducir sus tasas de infección con la vista puesta en salvar la temporada navideña.

Cada vez son más los virólogos, epidemiólogos y expertos en salud púbica que recomiendan que las nuevas medidas y cierres no deberían levantarse hasta que se haya eliminado por completo la transmisión comunitaria del virus. Otros dicen que será suficiente con que estas se reduzcan y se levanten lo antes posible para dar un respiro a unas economías asfixiadas. La buena noticia es que hemos aprendido mucho en estos meses y los países se encuentran en mejores condiciones a la hora de desarrollar, pulir e implementar las estrategias de desescalada.

La capacidad de rastreo ha mejorado en todo el continente, pero no lo necesario como para integrar una estrategia retrospectiva que posibilite la localización del origen de los brotes. Los hospitales y centros de Atención Primaria están mejor preparados y los gobiernos aplican medidas y restricciones de forma más quirúrgica con la esperanza de evitar dañar unas economías debilitadas y a unas sociedades extenuadas.

A pesar de las buenas noticias que llegan sobre el desarrollo de los candidatos a vacuna contra la Covid-19, no podemos dejarnos engañar. La vacuna únicamente será el primer paso de un largo camino. Los retos de distribución y logística que plantea por ejemplo la potencial vacuna de Pfizer tras anunciar una eficacia del 90%, son mayúsculos. Todos debemos ser conscientes de los meses difíciles que aún quedan por delante en los que tendremos que convivir con el virus e intentar ser conscientes de una vez por todas de que, el papel que todos y cada uno de nosotros jugamos a nivel individual en esta pandemia, es crucial.

Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.