Esta semana se votará en el Congreso una nueva solicitud del Gobierno para prorrogar, por sexta y probablemente por última vez, el estado de alarma. De nuevo, los grupos debatirán sobre la necesidad o no de este mecanismo ante el proceso final de la desescalada, discusión que posiblemente esté más protagonizada por la controversia política y partidista que por el interés sobre cómo se sigue propagando la pandemia del coronavirus en la población y cómo afecta al Sistema Nacional de Salud (SNS).
Conforme avanzaban las semanas, ha sido cada vez más claro cómo el ámbito estrictamente sanitario ha ido perdiendo interés en el seno de los grupos políticos, dando paso a las preocupaciones por las consecuencias económicas de las crisis y a aspectos como los intereses autonómicos, partidistas y hasta electorales.
Ya van dos semanas consecutivas en las que ningún grupo de la oposición planteará una pregunta al ministro de Sanidad, Salvador Illa, en la sesión de control al Gobierno
Por ejemplo, ya van dos semanas seguidas en las que ningún grupo de la oposición planteará una pregunta al ministro de Sanidad, Salvador Illa, en la sesión de control al Gobierno. Pese a ser uno de los países más afectados en cuanto a número de casos y fallecidos y pese a estar en pleno proceso de desescalada, en el Congreso se ha preguntado y se preguntará por los acuerdos del Gobierno con Bildu, por la reforma laboral, por la polémica relacionada con la Guardia Civil o por los planes para reactivar el turismo.
NEGOCIACIONES CON INTERESES
Desde hace ya varias semanas, las negociaciones entre los partidos del Gobierno y la oposición también van dirigidas hacia otros intereses, más que en tratar de resolver la crisis sanitaria de la mejor forma posible. Por ejemplo, los presidentes autonómicos, en las reuniones que celebran semanalmente con el presidente del Gobierno, cada vez evidencian más sus preocupaciones sobre ámbitos económicos, laborales o sociales, más que por el área sanitaria que de alguna manera ha quedado más controlada.
En el mismo sentido, existe más interés por llegar a acuerdos en los partidos y regiones que estarán próximamente inmersos en procesos electorales, como el País Vasco y Galicia o posiblemente Cataluña. Así se explican, por ejemplo, los últimos pactos alcanzados con el PNV o Bildu, así como la vuelta a la negociación con ERC. En el caso gallego, la estrategia de Feijóo sigue lo marcado desde la dirección nacional del PP, con una negativa a negociar más estados de alarma.
El debate sobre las medidas sanitarias han quedado relegadas a la Comisión de Sanidad, a los plenos del Interterritorial con las CC.AA. y a la Comisión para la Reconstrucción del Congreso
LA SANIDAD RELEGADA A OTRAS ÁREAS
Tras estas variaciones, el debate sobre la gestión sanitaria del Gobierno, sobre las medidas urgentes que hacen falta o sobre la transformación necesaria que reclama el SNS han quedado desplazados a otros ámbitos de negociación, con menos foco de los medios de comunicación. En el primer caso, seguirá siendo la Comisión de Sanidad del Congreso donde el ministro Salvador Illa explique las últimas iniciativas puestas en marcha para gestionar la pandemia, algo que lleva haciendo más de ocho semanas de forma consecutiva.
Por otra parte, el Ministerio de Sanidad continúa reuniéndose varias veces en semana con las consejerías sanitarias de las comunidades autónomas. Por una parte, de forma grupal y por vía telemática tienen lugar varios plenos del Consejo Interterritorial, en el que continúan discutiéndose aspectos relacionados con la gestión de la pandemia. Además, el ministro se reúne de forma bilateral cada semana con aquellos territorios que aspiran a avanzar de fase en el proceso de desescalada.
Finalmente, recientemente se ha creado un nuevo espacio de debate donde se espera discutir cómo ha de reforzarse el Sistema Nacional de Salud para prepararse ante futuras epidemias. Será la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso donde se hable de ello. No obstante, este órgano no ha comenzado con el mejor pie, tras una semana en la que ha sido más protagonista el rifirrafe entre partidos que el debate de ideas.