Garantizar el acceso global y equitativo a las vacunas desarrolladas contra la Covid-19 debería ser la principal prioridad de todos si el objetivo real que perseguimos es el de poner fin, en el menor tiempo posible, a la pandemia provocada por el SARS-CoV-2. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha repetido hasta la saciedad que nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos.
El rápido desarrollo de las vacunas contra la Covid-19 ha supuesto un histórico y científico al que únicamente están teniendo acceso sin problemas los países con mayores recursos económicos. Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Israel o la Unión Europea, a través de su sistema de compras centralizado, han tenido y tienen acceso a millones de dosis que han permitido no solo vacunar masivamente a sus poblaciones de riesgo y grupos vulnerables, sino que han podido avanzar progresivamente al resto de grupos poblacionales. Mientras, los países con bajos y medianos ingresos apenas han podido iniciar la inmunización de sus colectivos vulnerables y profesionales de la salud. Una desigual situación que se ha evidenciado en las últimas semanas tras conocerse que millones de dosis de las vacunas están cercanas a caducar o ya lo han hecho en algunos de estos países como resultado de la estrategia de acaparamiento.
Ante este preocupante escenario la OMS ponía en marcha la plataforma COVAX, a través de la que hacer llegar a los países con menos recursos vacunas y permitir su acceso a las compras. Su principal objetivo es suministrar 2.000 millones de dosis a finales de 2021, pero a principios del pasado mes de agosto apenas había compartido unos 190 millones de dosis. Sus peticiones a los líderes mundiales para que donen y compartan dosis se han repetido en el tiempo, llegando la OMS a pedir una moratoria a las naciones ricas para retrasar la administración de dosis de refuerzo en la población general completamente inmunizada. Más cuando la OMS, la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) o el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) han dejado claro que estas no son necesarias salvo en casos muy concretos como los pacientes inmunodeprimidos.
A principios de septiembre el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señalaba que, de los más de 5.500 millones de dosis de las vacunas contra la Covid-19 que se habían inoculado en todo el mundo, el 80% se había administrado en países de altos y medianos ingresos.
“De un lado vemos vacunas desarrolladas en tiempo récord, una victoria de la ciencia y del ingenio humano. Del otro, vemos un triunfo arruinado por la tragedia de la falta de voluntad política, el egoísmo y la desconfianza”
Casi el 90% de los países de ingresos altos han alcanzado el objetivo del 10% y más del 70% han alcanzado el objetivo del 40%. "Ningún país de bajos ingresos ha alcanzado ninguno de los dos objetivos", lamentaba. Los países de bajos ingresos tiene una cobertura de vacunación entre su población del 1,4%, hace un mes bordeaban el 1%, mientras que desde la OMS se esperaba acabar el mes de septiembre con un mayor porcentaje de población vacunada.
El último en pronunciarse ante este escenario ha sido el director de la ONU, Antonio Guterres. Ha calificado de “obscenidad” y de “fracaso ético” la situación de desigualdad global en el acceso a las vacunas. “De un lado vemos vacunas desarrolladas en tiempo récord, una victoria de la ciencia y del ingenio humano. Del otro, vemos un triunfo arruinado por la tragedia de la falta de voluntad política, el egoísmo y la desconfianza”, aseveraba.
PFIZER/BIONTECH Y MODERNA, LAS QUE MÁS CONTRIBUYEN A LA DESIGUALDAD
Ante esta situación Amnistía Internacional ha puesto números a la desigualdad en el acceso a las vacunas. La organización no gubernamental ha analizado la contribución de cada una de las compañías farmacéuticas que actualmente comercializan sueros. En base a esto apunta directamente a dos empresas farmacéuticas como grandes contribuidoras a esta desigualdad: Pfizer/BioNTech y Moderna.
“Pfizer ha afirmado que el deseo de una distribución justa y equitativa les guiaba desde el primer momento, BioNTech ha señalado que pretende asegurar la disponibilidad de sus vacunas en todo el mundo lo antes posible, y Moderna se ha comprometido a proporcionar vacunas y productos terapéuticos asequibles y eficaces a toda la población”, recoge el informe. Pero la realidad es otra de acuerdo a los datos de Amnistía Internacional.
“Pfizer/BioNTech y Moderna han entregado un pequeño porcentaje de su producción actual al Mecanismo COVAX. La mayoría de las dosis que ya tienen comprometidas no se entregarán hasta 2022, bastante después de que muchas regiones pobres se hayan visto asoladas por otros brotes de Covid-19”
Según esta información, a principios del mes de septiembre, Pfizer/BioNTech habían entregado el 99% de sus vacunas a países de altos y medianos ingresos. En el caso de Moderna ha hecho lo propio con el 88% de sus dosis.
Si ponemos el foco en Johnson &Johnson (Janssen), el 79% de sus entregas se han realizado a países de altos y medianos ingresos, pero si cumple con sus compromisos, las entregas que tiene previsto realizar a COVAX y a la Unión Africana supondrían el 53% de sus encargos del año, equilibrando de esta forma el reparto. En contraposición nos encontramos con AstraZeneca: destina aproximadamente el 34% de sus entregas a países de ingresos altos y medianos. Un enfoque que califican de “más responsable”
Hasta el momento, “Pfizer/BioNTech y Moderna han entregado un pequeño porcentaje de su producción actual al Mecanismo COVAX. La mayoría de las dosis que ya tienen comprometidas no se entregarán hasta 2022, bastante después de que muchas regiones pobres se hayan visto asoladas por otros brotes de Covid-19”, alerta el informe. “Solo el 3,4% de la producción de 2021 de Moderna y el 8% de la de Pfizer/BioNTech se destinarán al COVAX”, añade señalando que Novavax ha adoptado un enfoque más responsable, y más del 60% de los acuerdos de venta que ha establecido hasta la fecha están asignados al COVAX.
“Uno de los principales obstáculos para garantizar el acceso equitativo a las vacunas contra la Covid-19 es la falta de transparencia, que impide mapear con exactitud y optimizar los contratos, la fijación de precios y la transferencia de conocimientos y tecnología. Ninguna de las empresas evaluadas ha revelado completamente sus costos reales de producción, las diferentes partidas de gastos, los precios aplicados en distintos países, las condiciones contractuales, ni la información sobre los descuentos, las donaciones y las garantías de los encargos por adelantado”, concluye el informe.