La pandemia de Covid-19 ha impactado negativamente en la salud mental de la población general, y de los niños y adolescentes en particular. Si antes de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus se estimaba que alrededor del 10% de los niños y el 20% de los adolescentes padecía un trastorno mental, a día de hoy estos porcentajes han aumentado. Según ha confirmado el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia, en la actualidad los adolescentes presentan más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas. Tanto es así que estudios realizados por Unicef, Fundación ANAR o Save the children, revelan que los trastornos de ansiedad o depresivos casi se han cuadruplicado, pasando del 1,1% al 4%. Asimismo, los trastornos de la conducta alimentaria son ahora más frecuentes y de mayor gravedad que antes de la Covid-19.
Este grupo de trabajo está formado, por la Sociedad Psiquiatría Infantil (SPI) (dependiente de la Asociación Española de Pediatría), la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), y cuenta con el aval de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) y de la Sociedad de Pediatría Social (SPS).
En el contexto del Día Mundial de la Salud, que se celebra hoy, siete de abril, estas organizaciones reclaman a las autoridades más recursos para atender la salud mental de niños y jóvenes, tanto a nivel hospitalario como en Atención Primaria. Y es que según explican, los servicios de urgencias pediátricas (SUP) y los centros de atención primaria, observaron durante los primeros meses de la pandemia, una disminución de entre el 30% y el 40% del volumen asistencial global.
Los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en Urgencias Pediátricas aumentaron un 10% a nivel global
Con todo, esta primera fase fue sucedida por un incremento de hasta un 47% en los trastornos de salud mental de los niños, y hasta un 59% en los comportamientos suicidas, si cruzamos estos datos con los del año 2019. En 2020, se suicidaron en España 14 niños menores de 15 años, el doble que el año anterior, mientras que entre los jóvenes de 15 a 29 años, el suicidio es ya la segunda causa de fallecimiento, solo por detrás de los tumores malignos.
La Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP) ha analizado la evolución de los diagnósticos de salud mental en 15 SUP españoles desde marzo de 2019 a marzo de 2021. Este análisis constata que los diagnósticos relacionados con trastornos mentales en Urgencias Pediátricas aumentaron un 10% a nivel global. Más concretamente, las cifras son las siguientes: intoxicación no accidental por fármacos (122%), suicidio/intento de suicidio/ideación autolítica (56%), trastorno de conducta alimentaria (40%), depresión (19%) y crisis de agresividad (10%).
No solo han aumentado los casos, sino que se ha agravado la sintomatología. Por ejemplo, el Grupo de Trabajo explica que la pérdida de peso en pacientes con TCA es, tras la pandemia, hasta un 50% superior, en comparación con las cifras previas del 20%.
El confinamiento domiciliario de hace dos años y las posteriores medidas de restricción han afectado “especialmente a una población tan vulnerable como la infancia y la adolescencia"
En lo que a intoxicación con ideación suicida respecta, a lo largo de la última década se ha evidenciado un aumento de casos, su gravedad y la necesidad de ingreso en unidades de cuidados intensivos. También se ha detectado un claro descenso en la media de edad de inicio de los síntomas, tanto en los trastornos de conducta alimentaria como en las conductas autolesivas.
El Grupo de Trabajo Multidisciplinar señala como factores precipitantes de este empeoramiento, el confinamiento domiciliario de hace dos años y las posteriores medidas de restricción, que han afectado “especialmente a una población tan vulnerable como la infancia y la adolescencia". Al hilo, la Dra. Azucena Díez, presidenta de la SPI y portavoz del Grupo de Trabajo señala que "la interrupción de las rutinas y las restricciones sociales se han asociado al uso excesivo de tecnologías y limitación de la actividad física. Además, algunos niños y adolescentes ya estaban expuestos a situaciones de pobreza, abuso o violencia que empeoraron con la pandemia". Estos trastornos se han dado con más frecuencia en la etapa adolescente, en pacientes de sexo femenino y con de trastornos previos del neurodesarrollo o necesidades especiales.
Ante esta situación de crisis, las sociedades que forman parte del Grupo de Trabajo proponen a las autoridades sanitarias las siguientes estrategias de mejora:
- Aumento de los recursos de atención a la salud mental, tanto a nivel hospitalario como ambulatorio: ajustar el número de plazas hospitalarias y seguir desarrollando programas de hospitalización de día y domiciliaria para casos seleccionados.
- Formación específica en psiquiatría infantil y adolescente para los pediatras, en especial de atención primaria y urgencias. “Al igual que ocurre en otros países, deberían aunarse esfuerzos para que todos los programas de MIR de Pediatría incluyeran rotaciones formativas de al menos tres meses en servicios de psiquiatría infantil. Posteriormente se debería seguir con formación continuada. Los pediatras deberían ser capaces de reconocer los trastornos más frecuentes (ansiedad, TDAH, depresión) para detectar comportamientos suicidas y graduar su riesgo, enfocando el manejo de los casos menos graves y derivando a los de riesgo”, explica la Dra. Díez.
- Detección precoz: la Academia Americana de Pediatría recomienda realizar un screening a los 12 años, a todos los adolescentes para poder identificar aquellos que están en riesgo de depresión y/o ideación suicida e intervenir de forma precoz.
- Incorporación de especialistas en salud mental (psicólogos clínicos) en los centros de Atención Primaria.
- Mejora de la coordinación en Atención Primaria con otros recursos. “Es crucial establecer una coordinación adecuada y efectiva entre recursos, como colegios, asociaciones, servicios sociales y atención a la salud mental. Las consejerías de Sanidad y Educación deben priorizar esta medida. Para ello se deben respetar en las agendas de los pediatras huecos específicos para estas actividades”, señala la portavoz del Grupo. Por otra parte, “los psicólogos en los centros de Atención Primaria supondrán una pieza fundamental en esta coordinación”.
- Formación en salud mental en colegios e institutos, dirigida tanto a profesores como a padres en relación con identificación y regulación de emociones, respeto a la diversidad, etc.
El Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia concluye apuntado que, en la situación actual, "es necesario trabajar en equipos multidisciplinares, analizando las posibles causas, haciendo detección precoz y dando respuesta al sufrimiento de los menores que padecen trastornos de salud mental y sus familias".