El surgimiento y la rápida expansión de la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica) han cambiado por completo los mecanismos para el control de la pandemia. En poco más de un mes ha conseguido erigirse como dominante en la mayoría de los países desplazando a Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India), reportando cifras récord de contagios.
A pesar de que la enfermedad que provoca es más leve, de acuerdo con la evidencia científica de la que se dispone hasta la fecha, el descenso de la inmunidad inherente al paso del tiempo de las vacunas que actualmente se están inoculando ha planteado nuevos debates sobre los grupos que puedan necesitar o no dosis de refuerzo.
En este contexto la ansiada inmunidad de grupo sobre la que tanto se nos ha hablado se erige ahora como una meta difusa y de escasa utilidad en términos prácticos ante el aumento de las reinfecciones. La etapa de la pandemia en la que nos encontramos requiere del desarrollo de nuevas vacunas que ofrezcan una protección más duradera, así como la mejora de las existentes. Para analizar todas estas dudas en ConSalud.es hemos entrevistado a Óscar de la Calle, secretario electo de la Sociedad Española Inmunología (SEI) y profesor de Inmunología de la UAB.
En las últimas semanas se han generado numerosas dudas en relación a la necesidad o no de administrar dosis de refuerzo a población general que no pertenece a grupos de riesgo. ¿Realmente estas dosis adicionales son necesarias?
Si esta pregunta se me hubiese formulado hace un mes, la respuesta sería que en población sana por debajo de los 40 años no sería necesario. Pero lo cierto es que Ómicron ha cambiado tanto las reglas del juego que ahora mismo, a título personal ya que no es una cuestión sobre la que tengamos consenso en la Sociedad Española de Inmunología, soy partidario de que la administración de refuerzos se amplíe a todos los mayores de 18 años.
"Es cierto que si esto se prolonga durante varios años y cada seis meses revacunamos habría que reevaluar todo esto. No me parece una estrategia adecuada seguir insistiendo con el mismo antígeno y el mismo tipo de vacunas"
El motivo es que existen una serie de circunstancias personales y sanitarias de cada persona que siempre se traducen en que exista un pequeño porcentaje de población que pueda ser más susceptible. Ahora es muy importante vacunar a todas las personas que siguen sin vacunar o que tenían otro tipo de vacunas, como aquellos que fueron vacunados con AstraZeneca o Janssen y que ahora tienen un riesgo adicional.
¿Es sostenible a medio y largo plazo una estrategia basada en la administración de dosis de refuerzo cada pocos meses?
Personalmente, no soy partidario. Creo que esto se tendría que acabar con la tercera dosis, salvo cuando hablamos de personas mayores, con comorbilidades o inmunodeprimidos. Estos pacientes tienen una respuesta inmune mucho más débil y que tiende a desaparecer con mayor rapidez por lo que en estos pacientes sí que será necesario una cuarta e incluso una quinta dosis.
La estrategia actual debería tender al desarrollo de vacunas distintas que pudieran cubrir diferentes elementos antigénicos del virus. El SARS-CoV-2 cuenta con suficientes proteínas como para que desarrollemos una respuesta inmune contra una o varias de ellas, y no siempre contra la misma.
¿Puede suponer algún perjuicio para nuestro sistema inmune la inoculación continuada de dosis de refuerzo? ¿Podría debilitarse nuestra capacidad a la hora de defendernos?
No existe ninguna evidencia. La mayor parte de las investigaciones de inmunización clásicas se han hecho toda la vida con el animal de experimentación que se ha utilizado en los últimos decenios en medicina e inmunología que son los ratones. Un ratón, como mucho, dos y años y tiene un peso menor de 30 gramos, por lo que no podemos extrapolar.
"Hasta ahora había mucha discusión sobre Delta con cuya expansión se comenzó a hablar de hacer lo que se llama como una ‘renovación de las vacunas’. Ahora, con Ómicron, es absolutamente imprescindible"
Si que se han hecho estrategias de vacunación y revacunación o de infección continúa en personas y eso no produce en general, salvo excepciones, un efecto perjudicial contra el sistema inmune o incluso contra la respuesta frente a un antígeno determinado. Es cierto que si esto se prolonga durante varios años y cada seis meses revacunamos habría que reevaluar todo esto. No me parece una estrategia adecuada seguir insistiendo con el mismo antígeno y el mismo tipo de vacunas.
La OMS ha advertido de la necesidad de desarrollar nuevas vacunas que ofrezcan una protección más duradera, además de argumentar que se deben mejorar los sueros actuales frente a las variantes. ¿La solución pasa realmente por las vacunas de segunda generación?
Tenemos dos respuestas. En realidad tendríamos que desarrollar otro tipo de vacunas que no sean necesariamente las de ARNm o que estas se adapten a otros tipos de genes para los de la nucleoproteína o la polimerasa que tienen una buena reacción con otros coronavirus y por lo tanto podrían dar una protección contra este coronavirus sino también con otros.
Otra estrategia sería cambiar el tipo de vacuna que se está haciendo en la actualidadcomo las de ARNm como son las de Pfizer y Moderna. Esto es sencillo y podrían hacerlo en un corto espacio de tiempo para dirigirse contra variantes concretas. Hasta ahora había mucha discusión sobre Delta con cuya expansión se comenzó a hablar de hacer lo que se llama como una ‘renovación de las vacunas’. Ahora, con Ómicron, es absolutamente imprescindible.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) y los gobiernos europeos deberían pedir a Pfizer y Moderna que hicieran una actualización de sus vacunas de cara a variantes más diferentes de las actuales.
"Hay que dejar claro que este virus no es el de la gripe"
Todo el mundo que ha querido vacunarse en Europa lo ha hecho, pero lo que necesitaríamos actualmente una respuesta específica contra esta nueva variante ya que las variantes que aparecerán en el futuro se parecerán más a Ómicron que no a la cepa original de Wuhan que es contra la que se están desarrollando las vacunas puesto que está desaparecida desde hace más de un año.
¿Es realmente alcanzable la inmunidad de grupo? ¿Es útil ante el grado de reinfección de la variante Ómicron?
Todos pensamos que la inmunidad de rebaño llegaría. Se podría establecer, primero, contra la variante de Wuhan, posteriormente contra Alfa (B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido), pero no van a continuar apareciendo nuevas variantes. Es posible, tal y como está pasando ahora mismo con Ómicron, que puedas tener una inmunidad de rebaño en países en los cuales existe un alto grado de inmunización tanto por vacunación como por infección natural, como son los casos de España y Portugal, pero hay personas que se reinfectan.
En estas circunstancias pensar que puede haber una inmunidad de rebaño es un poco aventurado. En algún momento podremos llegar a ello, pero no parece que esté al alcance por lo menos en 2022.
El Gobierno ha comunicado su plan para comenzar a vigilar la Covid-19 como una enfermedad endémica una vez finalice la sexta ola, a través de un sistema similar al empleado para el control de la gripe. ¿Es el momento?
Personalmente, creo que no. Las UCI actualmente están llenas no solo con pacientes con Covid-19, pero por ejemplo en mis hospital, más del 50% de las camas de UCI están ocupadas por pacientes con Covid-19 y, sin embargo, pacientes con gripe no tenemos.
Hay que dejar claro que este virus no es el de la gripe. Es posible que en el futuro se convierta en un virus más manejable. Hay un Instituto Nacional de Vigilancia de la Gripe, con un sistema que se dedica a seguir la incidencia que no es el que utilizamos con la Covid-19 intentando diagnosticar a todos los infectados. Esto se tendría que empezar a implementar ahora, pero de momento no tenemos ni fondos ni una red de centros pilotos para hacer este tipo de estudios, por lo que a corto plazo, personalmente, no lo veo como ningún miembro de la Sociedad Española de Inmunología.
Sí que hay que prepararlo ya que requiere personal, centros, equipamientos y un sistema de información en red que actualmente no tenemos. Podemos aprovechar el de la gripe, pero se necesita uno específico para la Covid-19, para otras enfermedades respiratorias y todas aquellas que van a seguir viniendo como zoonosis y otras infecciones que van a aparecer o reaparecer.