Desde el inicio de la campaña de vacunación masiva contra la Covid-19 el concepto de “inmunidad de grupo” ha estado muy presente. Hablamos de la protección que se desarrolla en un determinado entorno como consecuencia de la inmunidad generada por los individuos que lo comparten, bien porque han superado la infección natural o porque han sido vacunados. La sucesiva aparición de variantes del SARS-CoV-2, especialmente Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), ha alejado esta meta poniendo en duda los beneficios de su consecución. Especialmente, dado el elevado número de reinfecciones que provoca.
Lo que no podemos obviar es el hecho de que la inmunidad que se genera, en este caso frente a la Covid-19, tiene importantes beneficios en términos de protección de cara aquellos que, por ejemplo, no se han vacunado. Un reciente estudio publicado por la revista Science pone de manifiesto que los niños que no han sido vacunados contra la Covid-19 (bien porque por el momento no se encuentran entre la población elegible o porque sus padres han decidido no vacunarles) pueden beneficiarse de la protección generada por sus contactos vacunados.
La investigación que nos ocupa ha analizado hogares israelíes en los que no se han detectado casos de infección previa por SARS-CoV-2 en los que los padres han sido vacunados con el suero desarrollado por Pfizer/BioNTech y los niños no han sido inmunizados. Para poder obtener resultados más concluyentes el estudio abarca dos periodos distintos: del 17 de enero al 28 de marzo de 2021 (periodo de dominancia de la variante Alfa, B.1.1.7, detectada originalmente en Reino Unido) y del 11 de julio al 30 de septiembre de 2021 (periodo de dominancia de la variante Delta, B.1.617.2, detectada originalmente en India). Sobre el segundo intervalo de análisis cabe señalar el inicio de la administración de refuerzos de las vacunas en Israel.
Este estudio refuerza los hallazgos de una investigación anterior que estimaba la protección indirecta para los cónyuges no vacunados de profesionales sanitarios vacunados en el 43% transcurridas 10 semanas desde la administración de la primera dosis
Los hogares tienen una importancia específica en el contexto de la dinámica de las enfermedades infecciosas. Diversos estudios realizados a lo largo de la pandemia han puesto de relieve que un elevado porcentaje de los contagios se producen en entornos que motivan el contacto cercano como es el caso de los hogares.
En base a este trabajo sus responsables concluyen que contar con un solo padre vacunado se ha asociado con una disminución del riesgo de infección del 26% para el periodo de dominancia de Alfa, y del 20,8% en el caso de Delta. En el caso de que los dos progenitores estuviesen completamente vacunados, la reducción del riesgo de infección fue del 71,7% en el periodo dominado por Alfa, y del 58,1% en el caso del periodo copado por Delta.
“El efecto protector de la vacunación de los padres sobre el riesgo de los niños descrito en este estudio tiene una importancia particular por varias razones. Primero, aunque los niños experimentan por norma general una enfermedad leve o asintomática, cuando se infectan por el SARS-CoV-2, pueden experimentar síntomas persistentes de la enfermedad. En segundo lugar, debido al importante papel de los hogares en la transmisión de la Covid-19, reducir la cantidad de niños infectados puede ayudar a disminuir la propagación general de la pandemia entre la población”, concluyen los autores del estudio.
Este estudio refuerza los hallazgos de una investigación anterior que estimaba la protección indirecta para los cónyuges no vacunados de profesionales sanitarios vacunados en el 43% transcurridas 10 semanas desde la administración de la primera dosis.
Otra investigación, también desarrollada en Israel, encontró que una vez que el SARS-CoV-2 se introduce en un hogar, la vacunación reduce la infectividad en un 78%. Continuamos en Israel para exponer los hallazgos de otra investigación, esta vez realizada en función de distintas áreas geográficas. Sus autores estimaron que, de media, por cada aumento de 20 puntos porcentuales en el número de personas vacunadas contra la Covid-19, la fracción de prueba positiva de la población no vacunada disminuyó en un factor aproximadamente de dos.